En «Llámame por tu nombre» hay muchas cosas que nos recuerdan el cine de Bernardo Bertolucci
05 feb 2018 . Actualizado a las 08:55 h.Viendo Call Me By Your Name -¿por qué los distribuidores españoles pasaron de traducir Llámame por tu nombre?- han venido a nuestra memoria un torrente películas de guiris -americanos, mayormente- que buscan terapia emocional en la luz de Italia. De eso trataba Cegados por el sol, la última cinta de Luca Guadagnino, revisión ligeramente pretenciosa de La piscina. Además de la recurrencia a los bailes metafóricos, en Call Me By Your Name hay otras muchas cosas que nos recuerdan el cine de Bernardo Bertolucci -no en vano, Guadagnino es autor de un solvente documental sobre el maestro de Parma-, a sus crónicas de aprendizaje sentimental -La Luna o Soñadores- o a los relatos de la vida que todo lo arrolla, como veíamos en Belleza robada.
La historia es sencilla: un chaval adolescente, de diecisiete -Timotheé Chalamet, ¡en la quiniela de los Óscar!, junto a pesos pesados como Gary Oldman, Day-Lewis o Denzel Washington!- pasa la canícula en la cosmopolita casa de veraneo -una villa del siglo XVII, cerca de Cremona- de su papá -Michael Stuhlbarg-, autoridad americana en el mundo clásico, griego y romano. Hasta allí lega un becario -Armie Hammer- del que el chaval se enamorará.
El filme quiere ser bello y a veces lo es, pero, en su conjunto, le falta autenticidad. En cualquier caso, valdría la pena solo por ese consejo final del padre, donde el gran Stuhlbarg -hasta el momento, poco más que unos planos americanos en la huerta del palacio lombardo- reflexiona, melancólico: «Nos desprendemos de mucho, para curarnos más rápido»; es un gran monólogo de amor a la vida, la caducidad del cuerpo y la madurez que precede a la decrepitud. Frente a un puñado de escenas tan notables como esta, sin embargo, algunas, claves para la historia, no están bien valoradas -como la alegórica aparición de los restos de un Apolo de bronce en las aguas de Sirmione- mientras que otras -la muy comentada del albaricoque- llegan a rozar el ridículo.
Quizá como reconocimiento casi póstumo a James Ivory -inevitable pensar en Maurice o en Una habitación con vistas- que ha escrito un guion que su salud no le ha permitido dirigir, el filme figura también, como mejor película, en la carrera de los Óscar.
«CALL ME BY YOUR NAME»
EE.UU.-Italia- Francia, 2017.
Director: Luca Guadagnino.
Intérpretes: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Amira Casar, Michael Stuhlbarg, Esther Garrel, Victoire Du Bois, Vanda Capriolo.
Drama.
132 minutos.