«Puse a los propios héroes a interpretarse y fue una buena idea»

MARÍA ESTÉVEZ

CULTURA

NINA PROMMER

«Diré adiós sin despedirme», asegura el mito hollywoodiense que dirige a tres aficionados en «15:17. Tren a París».

12 mar 2019 . Actualizado a las 15:49 h.

Anthony Sadler, Alek Skarlatos y Spencer Stone son tres jóvenes americanos que viajan en tren entre Ámsterdam y París. Es el 21 de agosto del 2015. Cuando su tren atraviesa el norte de Francia, un terrorista armado intenta cometer un atentado. Lo que podría haber sido una matanza se quedó en un intento fallido gracias a estos tres hombres y un ciudadano británico. Su historia enorgulleció a EE.UU. y aquellos héroes, tal y como pronto fueron bautizados por los medios de comunicación, plasmaron su aventura en un libro que encandiló a Clint Eastwood. La experiencia postraumática de los jóvenes, su incomodidad ante la fama y la ferocidad de una sociedad políticamente correcta que no entiende de improvisación brindan al cineasta la oportunidad de retratar uno de sus temas favoritos en 15:17. Tren a París: el fuerte individualismo frente a la debilidad del colectivismo. Además, el director de Sin perdón, Gran Torino o Million Dollar Baby lo hizo más difícil: contrató a los verdaderos héroes para protagonizar la película.

 -¿Por qué decidió dirigir «15:17. Tren a París»?

-Porque me gusta contar historias sobre héroes comunes. Tres amigos que crecieron juntos y se vieron en unas circunstancias extremas dentro de un tren, que actuaron rápidamente, sin pensar, sin dudar. Me parece una historia fascinante porque demuestra que hay gente normal capaz de ejecutar acciones excepcionales.

-Y decidió que los protagonistas fueran los propios soldados.

-Le di muchas vueltas. Lo pensé mucho, pero, al final, decidí que era una buena idea dejar que ellos fueran quienes narraran su propia historia. Creo que eso brinda profundidad a la narración y encaja dentro del retrato que yo quería hacer de estos hechos.

-¿No dudó de su capacidad para interpretar?

-Por supuesto, la duda siempre estuvo ahí. No sabía si ellos iban a ser capaces de hacerlo, pero resultaron unos actores fabulosos. Este es un proyecto muy personal, un estudio sobre los héroes que forma parte de una trilogía de películas en las que he estado involucrado. Creo que hemos conseguido un filme único, diferente. Sé que me he arriesgado mucho, pero es un gran resultado.

-Sus productores también se arriesgaron al contratar a actores no profesionales.

-Es cierto que hubo cierta discusión al respecto, pero ¿qué otro actor podría haber interpretado este filme? Ellos eran perfectos.

-¿Tuvo libertad?

-Por supuesto. Puedo dirigir lo que quiero porque me he liberado de los proyectos que demandaban mi presencia frente a la cámara. Me siento aliviado de poder trabajar únicamente en las películas que dirijo. Y, como todo el mundo, sigo adelante con mis proyectos.

-¿Ha hecho un docudrama de una historia real?

-He retratado la historia con veracidad. Soy un tipo muy normal, me gusta trabajar, es algo que disfruto. Tal vez un día dejo de divertirme y elijo dejarlo. Si me ocurre, será algo repentino y no meditado. Diré adiós sin despedirme, pero, hasta el momento, disfruto. Hago lo que me gusta, por eso me hice director hace 50 años. Los héroes son únicos, sin embargo, en esta sociedad políticamente correcta todo el mundo necesita irse a casa con un premio para no herir sus sentimientos. Nadie tiene la oportunidad de ser un héroe de verdad, aunque sea importante. El mero término está explotado y realmente resulta una sorpresa cuando alguien hace algo extra por los demás.

-Usted ha acostumbrado al espectador a ver héroes americanos de andar por casa en la gran pantalla frente a los superhéroes.

-La época en la que yo crecí no se parece en nada a los tiempos de ahora. Antes, si pensabas en un héroe, imaginabas a alguien que había hecho algo mucho más allá que el resto en determinada situación. Llevo muchos años haciendo películas sobre héroes. Me gusta explorar a las personas que hacen cosas por los demás. Son hombres que me obligan a cuestionarme, a preguntarme si sería capaz de hacer lo que ellos han hecho. Cuando alguien piensa en los demás antes que en sí mismo, arriesgando su propia vida, despierta toda mi admiración.