Miguel Barrero: «Si hoy leemos a Pessoa o Rosalía es porque después otra gente los estudió»

Montse García Iglesias
Montse garcía SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

El autor asturiano entrelaza la vida del escritor luso y la historia en su novela «El rinoceronte y el poeta»

12 mar 2018 . Actualizado a las 08:15 h.

La historia de Portugal y la biografía del escritor Fernando Pessoa se entrecruzan en la última novela del escritor asturiano Miguel Barrero (Oviedo, 1980), El rinoceronte y el poeta (Alianza).

-Primero Antonio Machado y ahora, Antonio Pessoa. Literatura dentro de literatura.

-Aunque hay esa conexión, no hay una intención común. Nacieron de manera diferente y, además, de casualidad, en ningún caso buscaba escribirlos y surgieron de dos viajes, uno a Colliure y otro a Portugal, y cada uno tiene una vocación diferente. En el caso de Machado, se trataba de hablar de cómo los lugares conservan o no conservan la memoria de lo que pudo ocurrir en ellos. Ahora, es buscar una definición general de determinados rasgos de la idiosincrasia portuguesa.

-¿Y por qué eligió a Pessoa?

-Fue el descubrimiento en Portugal de la historia que había detrás de su primer libro. Me parece una persona fascinante porque, más que un escritor, es casi una literatura en sí misma. Creó tal cantidad de heterónimos, una obra tan ingente, tan descomunal, que solo se conoció años después de su muerte. Además, el hecho de que alguien que pudiera inventarse a sí mismo del modo en el que lo hizo Pessoa, me parecía también una especie de forma de individualizar el modo en que Portugal se reinventó a sí mismo una vez iniciado del declive.

-Habla sobre identidad y para ello toma como referencia a un autor con más de 70 heterónimos.

-El juego consiste precisamente en ver cómo una identidad también se puede construir a partir de la deconstrucción de esa identidad. Unido a todo esto hay una reflexión de cómo la cultura termina por vertebrar las sociedades y es un elemento fundamental a la hora de configurar el entorno en el que vivimos y del que procedemos, y la escasa importancia que se le da a esa cultura en el día a día.

-Ya había abordado el problema de la identidad en otros libros.

-Es un tema que recorre todos mis libros. La identidad individual y la identidad colectiva. Tiene que ver con que, en realidad, al final, escribo siempre sobre mí aunque no lo diga expresamente y, de alguna manera, mi propia identidad se va configurando a través de mis libros.

-¿Tiene mucho de Espinosa, el protagonista de la novela?

-[Ríe] Espero que no. Espinosa nace como un estereotipo pero poco a poco va cobrando vida propia. Es un rinoceronte en tanto que es un personaje que se ocupa de una cosa tan poco lucida como son los estudios literarios. Si hoy leemos a Pessoa, a Cervantes, a Rosalía o a cualquier autor considerado clásico, es porque después de ellos ha venido gente que se ha ocupado de estudiarlos y de ir actualizando su obra a la lectura propia de los tiempos que vinieron. Espinosa es un homenaje a estas personas.

-Dice que habla de sí mismo, pero a diferencia de otras obras, no está en primera persona.

-Es el primero que escribo en tercera persona y lo hice porque me apetecía tomar distancia respecto a mi propia visión. El hecho de formular un texto en tercera persona implica que, aunque sea de manera inconsciente, sientes que el texto se desarrolla ajeno a ti, esto te da pie para lograr un distanciamiento que resulta muy enriquecedor.

-¿Un libro para «pessoístas» o para personas que no conozcan mucho de su obra? ¿Cómo lo acogieron los expertos?

-La mayoría de los expertos de los que yo tengo noticia les ha gustado. Alguno se ha enfadado, pero entraba dentro de lo previsto. La gente que lo ha leído y no conocía gran cosa de Pessoa también ha podido disfrutarlo porque no es un libro que parta de la presunción de que todo el mundo conoce tanto a Pessoa como a su obra. Todo se narra de una forma muy escalonada y paulatina.