«Decir que el 'Guernica' muestra un conflicto doméstico es una bobada»

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Calvo Serraller juzga infantil la lectura que desvincula el lienzo de Picasso de la guerra

12 abr 2018 . Actualizado a las 08:25 h.

El minotauro es Picasso; el caballo, su esposa Olga; la madre con su bebé, su amante Marie-Thérèse Walter y su hija Maya; la mujer de la lámpara, la madre del pintor; el guerrero muerto, su amigo Carlos Casagemas. La tesis es del profesor José María Juarranz (conocida el martes, cuando presentó el volumen en que la expone) y convierte el Guernica en el retrato de unas circunstancias familiares y lo despoja de su simbolismo bélico, porque, sostiene, al artista nada le importaba lo que ocurría en España.

Visita hoy Galicia el crítico Francisco Calvo Serraller. Y la pregunta es obvia. «Un poco extravagante me parece», responde. El académico admite desconocer el libro, pero esas afirmaciones, dice, evidencian «no entender ni a Picasso ni al arte ni la vida misma, aunque sí parecen útiles para salir en televisión». El Guernica y Picasso, como todo fetiche icónico, prosigue, «atraen a mucha gente para ver si diciendo una cosa un poco original te toca a ti algo de fama».

La idea de que el lienzo trate los problemas de Picasso con Olga y la muerte de Casagemas solo puede venir de «una interpretación bastante infantil». Si uno conoce la vida del artista, llena de líos, incide, sabe que le gustaban las mujeres pero lo que le interesaba sobre todo era el arte. «Tuvo decenas de amantes ocasionales y algunos amores muy importantes que reflejaba en su obra. Pero no en el Guernica. Él pintó muchísimo a Marie-Thérèse Walter y a Dora Maar. No se escondía respecto a sus amores, no necesitaba pintar un cuadro en el que aparece una ciudad ardiendo para hablar de ellas».

El óleo se lo encargó la República. Firmaron un contrato y lo colgaron en el Pabellón Español en la Exposición Internacional de París, de 1937, recuerda. «Decir que el cuadro representa un conflicto doméstico es una bobada. Lo que sí no identificó Picasso fue la Guerra Civil, y eso provocó mucha frustración entre los republicanos: no hizo un cromo, como hicieron muchísimos artistas españoles que participaban en ese pabellón y han sido completamente olvidados. Por eso el mensaje del Guernica es universal. Esas cosas de propaganda, muy elementales, satisfacen la ansiedad inmediata de la gente que participa en un conflicto, pero su valor artístico es nulo», zanja.

La conferencia que Calvo Serraller dará esta tarde en A Coruña en la Fundación Barrié, Picasso: la sacralización de la vida, aborda precisamente cómo Picasso habla de la guerra y le da un sesgo absolutamente renovador al tema. «En el Guernica vemos una catástrofe, un incendio, no aviones ni soldados, no se puede reconocer España ni el siglo XX, pero representa una especie de apocalipsis en que las víctimas son las mujeres, los niños y los animales, las víctimas por excelencia. Son los protagonistas, no solo los soldados en combate». La tensión y el dolor quedan reflejados en esa pietà, una madre llevando a su hijo muerto en brazos, una mujer que saca una lámpara por la ventana, el ojo de Dios... Hay muchos elementos que ilustran el sentido de ese drama. «El mensaje del Guernica es que los vencedores morales son la víctimas. Ese es el gran mensaje moderno», reseña.

Picasso tiene además, agrega, los elementos más potentes del manantial de lo sagrado. Nació en España, en una cultura mediterránea, católica, y aunque abandonase pronto la práctica religiosa, siempre usó su temática. Y le afectaban las cosas que suscitan la relación con el sacrificio y lo sagrado, por ejemplo, la presencia de la muerte, que le traumatizó muy pronto, siendo un niño en A Coruña, con el fallecimiento de su hermana Conchita.