Sergio Ramírez, un premio Cervantes que llevó sus ideales a la literatura

x. f. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

FERNANDO ALVARADO | EFE

El escritor nicaragüense recibe hoy la máxima distinción de las letras hispanas

23 abr 2018 . Actualizado a las 07:40 h.

Aunque la mayoría de los escritores han optado por la palabra como su medio de intentar transformar la realidad que les ha tocado vivir, algunos han escuchado también la llamada de la política activa, una relación que en no pocos casos ha sido conflictiva. El nicaragüense Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) ha transitado un camino de ida y vuelta entre ambas esferas, la de la literatura y la de la gestión pública. Ramírez ya tenía años de trayectoria como periodista y autor cuando se involucró en la vida política de su país, primero en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional en 1979 y, después, como vicepresidente entre 1984 y 1990, antes de pasar a la oposición con los sandinistas, con quienes viviría una escisión que, a la postre, lo llevaría a concluir su paso por la política en 1996.

Fue a partir de entonces cuando despegó su carrera como escritor, impulsada por el espaldarazo que supuso la concesión en 1998 del premio Alfaguara por Margarita, está linda la mar (compartido con Caracol Beach, del cubano Eliseo Alberto). También a partir de entonces Ramírez eligió no renunciar a sus ideales, sino que trató de llevarlos a sus libros. «Llevo 23 años fuera de la política, pero mis ideales humanistas de vivir en un mundo y en un país distinto perviven», declaró hace unos días en uno de los numerosos actos que han precedido la concesión del premio Cervantes. Hoy recibirá el que se considera el máximo galardón de las letras hispánicas de manos del rey, quien ve en este premio un reconocimiento a una lengua, el español, «que opera como un vínculo que abraza, que amplía horizontes, que acerca a las personas buscando aquello que comparten y por encima de sus diferencias».

Ver comer helados

Ramírez nunca se olvidó de su país y sus problemas en su obra, consciente del largo recorrido que había vivido en las últimas décadas, pero también del largo trecho que aún quedaba por delante. La pobreza de sus años infantiles la tenía siempre presente, como recordaba en una de sus columnas Carlos Casares, quien lo trató en aquel año 1998 del premio Alfaguara: Casares, con su visión certera para hallar una verdad atemporal en una anécdota, recordaba cómo Ramírez le contó que en su infancia les decían a los niños una frase para que se portasen bien: «Si eres bueno, te llevo a ver comer helados».

En sus planteamientos el Ramírez político buscaba mejorar la sociedad de su país, pero también se encontraba el Ramírez escritor que sabía que la cultura debía ocupar un lugar destacado en las prioridades de cualquier gobierno. «Para mí, la cultura forma parte de la canasta básica, como la educación y la sanidad, no puede dejarse a los bancos, las grandes empresas o el mecenazgo. El Estado está obligado a facilitar a la gente las oportunidades de formación cultural», le explicaba en el 2013 a Enrique Clemente en una entrevista en La Voz.

En esta misma conversación el autor confesaba su pasión por el periodismo y cómo la actualidad acababa por entrar también en su literatura. Se refería a ello como «ese tipo de cosas que la realidad está dictando al oído del escritor». «Soy un atento lector de las páginas de sucesos, donde encuentro muchas historias, porque en ellas están los que Chéjov llamaba los pequeños seres, que dicen mucho de la condición humana», añadía.

Entre Rubén y Sandino

Como si fuese un reflejo de esa dualidad entre política y literatura que Ramírez ha sabido equilibrar, la semana pasada protagonizó un acto simbólico que parece resumir ambos polos. El nicaragüense depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes sendas cartas manuscritas de dos compatriotas, Rubén Darío y Augusto C. Sandino. «No podía dejar nada mejor en la Caja de las Letras que la firma, de su puño y letra, de dos nicaragüenses que me legaron un país», declaró durante el acto.

Descuentos, firmas, cuentacuentos y otras actividades

Librerías, bibliotecas y otros espacios relacionados con el libro viven hoy su gran fiesta, con todo tipo de actividades en torno a los volúmenes y la lectura. Desde descuentos en la compra de obras, sesiones de firmas de autores o cuentacuentos, son muchas las formas de festejar el 23 de abril.

Pergamino Vindel. La biblioteca de la Real Academia Galega inaugura hoy una muestra bibliográfica con algunas de sus piezas más significativas en torno a esta obra cumbre medieval. Y en A Coruña Luís Pousa firmará ejemplares de su obra en la librería Arenas (20.00 horas).

Visitas. La Biblioteca Pública de Lugo organiza, de 12.30 a 18.00 horas, visitas guiadas para todos los públicos. Por su parte, otra biblioteca, la Fiz Vergara del IES Gregorio Fernández de Sarria, propone a sus alumnos la actividad Cita a cegas cun libro.

Andaina. Otro centro, el IES Lauro Olmo de O Barco, organiza una andaina y romería literaria por el casco urbano, en la que 170 alumnos y 25 profesores irán leyendo fragmentos de libros. En A Rúa de Valdeorras la biblioteca municipal celebrará un maratón de lectura en torno a la obra de Cervantes.

Salón do Libro Infantil e Xuvenil. Trece librerías de Pontevedra se suman a la programación del Salón con firmas personalizadas de autores, encuentros, presentaciones de novedades, sorteos, regalos, cafés y vermús literarios, además de un descuento del 10 %. También en el Salón se fallará el premio de narrativa juvenil María Victoria Moreno. Y en Vigo, Amara Castro firmará ejemplares de Con esto y un bizcocho en El Corte Inglés (18.30).

Recital. A partir de las 11.00 horas se celebrará un recital en el Teatro Principal de Santiago, a cargo de Pacos Damas, en torno a mujeres «sensombreiro», entre las que cuenta a Maruja Mallo, Rosa Chacel o María Zambrano.

Teatro y arte. En A Pobra do Caramiñal, la biblioteca acogerá a partir de las 18.00 horas el espectáculo Sabela e o paxaro máxico, de la compañía Tarabelos. A continuación, un taller de cuentos basado en Miró.