Adiós a Ermanno Olmi, el creador de la película «El árbol de los zuecos»

HÉCTor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Tony Gentile | reuters

Con firmes raíces en el neorrealismo, el director italiano fallece cuando se cumplen 40 años de su gran obra maestra

08 may 2018 . Actualizado a las 07:41 h.

Hace apenas tres semanas que falleció Vittorio Taviani. Tenía 88 años. Junto a su hermano Paolo, rodó Padre padrone (1978), uno de las películas italianas que mejor retrata la vida campesina en el cambio de siglo (del XIX al XX) con Novecento (Bernardo Bertolucci, 1977) y El árbol de los zuecos, que se filmó en 1977 y se estrenó en 1978, año en que recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el David di Donatello al mejor largometraje y el César a la mejor cinta extranjera. Ayer se supo que su director, Ermanno Olmi (Treviglio, Bérgamo, 1931), falleció el pasado domingo tras luchar contra una larga enfermedad. Tenía 86 años y deja tras de sí una amplia producción que inició como realizador improvisado cuando trabajaba en la compañía eléctrica Edison Volta -donde ya estaba empleada su madre- y le encargaron documentar la producción industrial.

En ese espíritu documentalista fue donde Olmi halló su mejor universo, primero con el mundo obrero y después cuando decidió reencontrarse con sus orígenes. Se propuso recuperar un mundo ya extinguido que conoció en su infancia de vacaciones en la casa de sus abuelos: los cuentos que escuchó de los viejos, en el establo o en el porche cuando finalizaban las últimas labores del día.

Olmi asumió dirección, producción, guion, foto y montaje en un proyecto en que, decía, llevaba trabajando 25 años. El espíritu documental, el uso de campesinos en vez de actores y el empleo del bergamasco (dialecto del lombardo) le confieren a la cinta una fuerza, una poesía y una verdad que ya quisieran para sí muchas obras maestras más famosas. No hay muchas películas en que tan fielmente se pueda reflejar la Galicia rural de hace cien años. Olmi rodó otros títulos con éxito como Larga vida a la señora (1987), La leyenda del santo bebedor (1988), El oficio de las armas (2001) y Cantando tras los biombos (2003), pero ninguno logró la belleza de El árbol de los zuecos.