«Isla de perros», Anderson sigue a su bola

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

Decir de Anderson que es un perro verde guarda relación con su peculiar mirada cinematográfica, la de un cineasta que se jacta de ir a su bola aunque a veces se interprete como pedantería o engreimiento

18 may 2018 . Actualizado a las 07:42 h.

Decir de Anderson que es un perro verde guarda relación con su peculiar mirada cinematográfica, la de un cineasta que se jacta de ir a su bola aunque a veces se interprete como pedantería o engreimiento en plan «soy distinto y os lo voy a demostrar por si no habéis caído...». Quizá su mayor éxito comercial, El Gran Hotel Budapest (2014), sea al mismo tiempo la obra más convencional de su filmografía. Por eso Isla de perros no es otra de animación ni busca soltarnos un carrete sobre una sociedad distópica con una variante apocalíptica o si se prefiere orwelliana. No. Tampoco se aprecia una lectura críptica sobre el trumpismo, aunque a ratos el dictador de Megasaki City tenga tics preocupantes...

De entrada es la historia de cinco chuchos, a los que envían a una infame isla, acusados de ser un riesgo pandémico para los humanos. Cinco chuchos que -más allá de su original envoltorio stop motion- lucen las voces de Edward Norton, Bryan Cranston, Bill Murray, Jeff Goldblum y Bob Balaban, acompañados de otras que no desmerecen, entre ellas, Ken Watanabe, Akira Takayame, Scarlett Johansson y Frances McDormand, que componen un selecto abanico -en la versión doblada al castellano se esfuerzan-, en otra prueba de que Anderson se tomó muy en serio esta fábula canina para mirar (¡faltaría más!) en clave humana.

Súmese a ese cuidado la evidente inspiración formal y tónica del cine de Mizayaki y el aura épica de un Kurosawa, aunque sean lecturas ajenas al público convencional y, qué menos, ajeno al target de esa otra animación liderada con regocijo por Pixar y periferia. Este humor, más que negro, es vitriólico. Ahí también pesa la complicidad del compositor Alexandre Desplat con un tema principal que arranca con sonoridad en la primera escena, y con variaciones en el transcurso de la trama. En fin, que se podría escribir más pero pocas veces se puede decir de una película: mejor véanla si buscan un revolcón a sus neuronas; eso sí, no siempre para bien... Anótese además que en el guion aparecen Roman Coppola y Jason Schwartzman, cineastas muy por libre en clave de Hollywood.