«Quiero que el legado de Ángel esté en Oviedo, pero limpiando antes mi nombre»

J. C. Gea

CULTURA

Susana Rivera
Susana Rivera

Susana Rivera, viuda del poeta ovetense Ángel González abre el congreso que hoy se inicia a los diez años de la muerte del escritor

23 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Todo eso será un día/ materia de recuerdo y de nostalgia./ Volverá, terca, la memoria/ una vez y otra vez a estos parajes». Lo escribió Ángel González en su poema Empleo de la nostalgia, y su segundo verso sirve para recordar los 10 años de la muerte del poeta ovetense encabezando, a modo de título, el congreso que hoy se inicia en su ciudad natal, organizado por la Cátedra universitaria que lleva el nombre de González y repatido entre el Paraninfo y el Aula Magna de la Universidad de Oviedo: tres días de ponencias, lecturas, debates y actividades complementarias entre las que se incluye, el jueves a las 16,30, el acto de entrega del título de Hijo Predilecto a título póstumo al escritor. Su viuda, Susana Rivera, profesora también de la Universidad de Nuevo México donde ambos se conocieron, será la encargada de abrir el congreso con la primera de las cuatro conferencias plenarias que vertebran el simposio. Su ponencia Última poesía de Ángel González: la nada lo es todo en el tiempo, versará sobre el libro póstumo Nada grave y busca zanjar la polémica que siguió a su publicación. Algo que considera «importante hacer», porque, declara. «soy la única que sabe la verdad de este libro».

-¿Cuál es la verdad sobre Nada grave?

-Quizás lo más importante es que se sepa que el libro estaba terminado. Se dice mucho que es un libro incompleto, que yo lo encontré más o menos por casualidad, parte entre el ordenador, parte entre sus papeles. Y no es así. Ángel dio el libro por terminado a principios del verano de 2007. Como veníamos a España de vacaciones, no se ocupó de enviarlo hasta finales del verano; unos días antes de que yo me volviese a Estados Unidos. Él se iba a quedar un tiempo más; luego resultó que no volvió. Aunque tampoco domino mucho la tecnologia, la dominaba mejor que él. Lo iba a imprimir para enviarlo a Tusquets, pero nos encontramos con la sorpresa de que no nos funcionaba la impresora.

-Como suele suceder justo cuando más se las necesita.

-Exactamente. El caso es que fuimos incapaces de arreglarlo. Ángel iba a volver como a finales de agosto o principios de septiembre, y ahí yo con la universidad ya tenía gente que me podía ayudar. Decidimos que lo enviaría ya desde Estados Unidos. Pero no volvió; primero por la enfermedad -dos ataques de insuficiencia respiratoria que hicieron que tuviera que estar ingresado-, y luego le dieron el doctorado Honoris Causa… y el viaje a Nuevo México es muy largo, muy cansado y no le convenía hacerlo. No volvió.

-Y el proceso quedó en esa fase un tanto ambigua...

-Pero con el libro acabado. Lo que ocurrió en el caso del libro de Ángel es que haber hecho pensar que el libro estaba inacabado contaminó la recepción crítica.

-¿Se generó un prejuicio antes del juicio crítico?

-Yo creo que sí.

-No era de los que pulen una y otra vez la obra, pero por lo general si el poeta no declara nada al respecto, es muy difícil saber por sí misma si la obra está acabada o no. Parece algo personal entre creador y la obra...

-Ángel no era del parecer de corregir los poemas interminablemente, incluso tiene un poema donde se burla un poco de Juan Ramón Jiménez, que estaba siempre retocándolos. Yo creo que lo que ocurrió es que se pensó que eran notas que él tenía por ahí… Se habla de una recopilación ajena incluso. A lo mejor, si no se hubiera dicho en el prólogo, no hubiera importado. Pero como se dijo claramente en el prólogo, contaminó.

 -El congreso empieza por el final, el libro póstumo, pero sobre todo habla de todo lo que sucedió antes. ¿Y lo que ha sucedido después? ¿Qué ha pasado estos diez años con la poesía de Ángel González?

-La poesía de Ángel siempre ha estado presente en este tiempo. Sobre todo entre los jóvenes, cada vez más. Recibo correos y estoy en contacto con muchos jóvenes que sienten una gran admiración por él. Puede desaparecer el poeta, pero la poesía permanece.

-¿Y a qué atribuye esa buena sintonía con los lectores de menos edad?

-Creo que es sobre todo por el lenguaje transparente y al tiempo la profundidad de lo que se dice. La suya es una sencillez engañosa porque realmente la poesía de Ángel es muy profunda.

-¿Qué lugar cree que ocupa en el conexto de su generación, la del 50, llena de poetas brillantes y muy apreciados?

-Creo que ahora mismo los que más presencia tienen son Jaime Gil de Biedma y Ángel.

-¿Y respecto a la difusión y los esstudios sobre él? ¿Sigue siendo materia viva, materia interpretable, traducible...?

-Por ejemplo, se está ya ultimando una tradiccón al portugués. Respecto a los estudios, Ricardo Labra, muy amigo de él y mío, acaba de terminar tesis dirigida por Araceli Iravedra y hace dos o tres años se terminó otra tesis. Eso al margen de los estudios críticos, que los hay y se publican continuamente.

-¿Qué opinión le merece el trabajo de la Cátedra Ángel González?

 -Es magnífico, estoy encantada. Creo han logrado muchísimo en poco tiempo y con algunas dificultades, pero siguen en el empeño y lo están consiguiendo. Seguro que a Ángel también le hubiera gustado porque él no era muy solemne. Estaba buscando el otro día un para la felguera en el que empieza diciendo eso que no sabía si lo merecía porque no era persona solemne, le gustaban las cosas sencillas

-Durante este tiempo también se han ido depurando las incrustaciones del personaje para llegar a la persona. Se han ido matizando tópicos como el del Ángel bohemio frente al más sosegado, el más «americano».

-(Ríe) Es que nosotros veníamos de vacaciones, y aquí nos divertíamos, salíamos todas las noches… bueno, casi debería decir todos los días y todas las noches. Vivíamos en la calle. Pero sí, en Estados Unidos trabajaba mucho y era un profesor muy, muy responsable. No quiere decir que no nos divirtiésemos allí, que también, pero teníamos una vida más responsable.

-Y, al cabo de estos diez años de reajuste académico, poético, sentimental… ¿Cabe replantear la decisión de no traer a Oviedo ni fundación ni legado? ¿O las da por cosa zanjada?

-La fundación, yo creo que sí. Con la existencia de la cátedra, no sé si es necesaria una fundación. Fue tan difícil desde el principio volver a plantearlo que no sé si habría alguna posibilidad. Sí que es cierto que en Valladolid sí hay una fundación Miguel delibes y una cátedra, quizá fuera posible esa fórmula, y yo estaría encantada, como estaba encantada inicialmente con la fundación, porque lo que se decía de que no la quería y que puse pegas no es cierto. La única que intentó levantar una auténtica fundación fui yo. La verdad, quedé un poco quemada porque todo lo que sucedió fue muy feo. El trato que recibimos las viudas es terrible. Las viudas, hagamos lo que hagamos somos criticadas. Enseguida se empezó a decir que al levantar fundación me quería lucrar, o que quería figurar… La verdad, fue muy triste. Lo cierto es que no había interés; y no solo eso, sinio que a algunas personas les molestó. Yo creo que fue miedo a la competencia, algo absurdo

-¿Competencia? ¿De quién contra quién?

-Casi es mejor no remover esas cosas ahora.

-¿Y respecto al legado?

-El legado, en mi opinión, debería estar en Oviedo, pero todo el lío que armaron lo complica todo. Se contaron tantas mentiras... Me calumniaron, me criticaron, se burlaron de mí, me difamaron… Para que yo vuelva a planteármelo, deberían de limpiar mi nombre, porque no solo fui totalmente honesta sino que quería ser incluso excesivamente generosa. A la fundación le ofrecía todo el legado de Ángel y, a mi muerte, cualquier cosa mía que tuviera intererés: nuestro piso de Madrid, mi casa... Estuve años intentando levantar esa fundación y recibí un ninguneo absoluto, más las críticas, burlas, calumnias, difamaciones, etcétera, etcétera

-Es decir, que los congresos y homenajes a Ángel no puntúan a esos efectos. El desagravio tendría que ser hacia usted.

-Exacto. Desde que me ocurrió a mí, he estado viendo casos de otras viudas, y es terrible. La viuda de Alberti, la heredera de Javier Egea, la viuda de Bolaño... Perece que si no obedecemos a los hombres, si nos nos dejamos senderear, nos difaman. Ocurre que son hombres poderosos y famosos, y que la gente les da crédito; y nosotras somos mujeres, y las muyeres somos malas.

-¿Y las de artistas, más?

-Exactamente (Ríe). Eso no puede ser. Ya estuvo bien.