Rafi y Fali, pícaros del siglo XXI

miguel anxo fernández

CULTURA

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«El mundo es suyo», la nueva comedia en clave andaluza de Alfonso Sánchez

09 jul 2018 . Actualizado a las 11:40 h.

Aquellos personajes del Cabesa y el Culebra, los compadres que en el 2012 se estrenaron con la prometedora El mundo es nuestro, son ahora Rafi y Fali, con su estatus ya mejorado aunque igual de calamitosos en lo personal. Son dos señoritos, de los que no dan palo al agua, en El mundo es suyo, otra vez en clave de comedia andaluza con sus «musssho», sus «illo, cohonee» y algunas cosillas más. Sin pretender erigir un monumento al género, invita a reconocer la voluntad del guionista, director y actor sevillano Alfonso Sánchez junto a su colega de escena, Alberto López, para no sucumbir a la idiotez -o a la simpleza cómica coyuntural de Ocho apellidos vascos, por ejemplo- y revestirla con un aire de picaresca que radiografía la sociedad actual al tiempo que la trufa de guiños a otros filmes, con el Scorsese de ¡Jo, qué noche! como el más directo, aunque se rastreen a Tarantino, a los Coen, a Kubrick e incluso a aquel memorable divertimento coral de los primeros años 60 que era El mundo está loco, loco, loco, de Kramer.

La secuencia de la virgen de la Esperanza es de un surrealismo glorioso. Un barniz de tebeo con algunas pasadas de frenada, junto a unas gotas de picaresca, y el producto está servido. Lógico que saquen mejor partido a su humor de la Meseta para abajo, pero eso tampoco invalida el resultado. Rafi logró colocar a un mafioso ruso una supuesta explotación petrolífera en un erial, pero como solo brota agua se lo quieren cargar… Fali, que tiene un suegro cortijero «muy español y del Real Madrid», ha de recoger en la tintorería un traje del siglo XIX para su hijo, que hará mañana la primera comunión. Todo empieza en una tarde hasta llevarnos al día siguiente, en un viaje plagado de incidencias, algunas mejor redondeadas que otras, pero que al cabo dejan una agradable sensación de honestidad de la que carecían otros congéneres recientes. Otro mérito añadido, quizá vinculado a una producción más generosa en medios, es que Sánchez evita contraer el virus sitcom, procurando hermanar la componenda local con su aspiración a un humor más universal.