Harlem, el niño y un viejo Citroën

miguel anxo fernández

CULTURA

Crítica de cine: «El mejor verano de mi vida»

30 jul 2018 . Actualizado a las 07:48 h.

Tinto de verano. Eso es El mejor verano de mi vida, con envoltorio de comedia para lo que sus guionistas creen una buena historia sobre un niño que tiene al calotero de su padre por un héroe. Casi sin un euro y buscándose la vida malvendiendo robots de cocina, le promete unas vacaciones de ensueño si saca todos sobresalientes. El crío los saca y el padre se va al cole a arreglar con la directora unas rebajitas en las notas para ahorrarse el viajecito… A partir de ese momento el monologuista Leo Harlem se hace omnipresente, con una docenilla de gags ocurrentes -algunos facilones, tampoco nos derritamos-; burla burlando, los minutos van pasando y te pules media hora con la sensación de haberte reído un poco, dejando colgada en casa la percha de la buena comedia. Un género que está resultando desdichado en un país que mide mejor el drama, que para descoyuntarnos ya sobra con la realidad diaria. A ver, si la comparamos con Ocho apellidos vascos y su secuela, esta se viene arriba frente a aquellas fruslerías.

Claro que Harlem es mucho Harlem y el público le quiere. Con eso basta. Ya puede estar toda la película haciendo el pino, que se tronchan. Simplemente abre la boca y el de la butaca de al lado ya carcajea. Dirá una majadería, pero habrá quien lo tome por Woody Allen. ¿Pero qué está pasando? Habrá que culpar a la sitcom televisiva patria y su capacidad para idiotizar audiencias. Otra vez los mismos tics y otra vez regresamos a tipos caricatos, diálogos fuleros y situaciones que de tan comunes acaban en chuscas. Leo se lo come todo y hace bien. Le ayudan su careto, su registro de voz y su físico, pero las situaciones en el filme están cogidas con pinzas. Para ganarse a su hijo y recuperar a su mujer, un padre bien podría pasar por algo más que recorrerse unos cientos de kilómetros a bordo de un viejo Citroën -el popular Tiburón- para finalmente acabar en una empresa a punto de ser vendida a unos orientales. Pero, por favor, no confundamos el chiste con el gag. Aunque los protagoniza Leo Harlem. Como también hay matices entre sainete y comedia, aunque sean primos…