«Carmen y Lola», amor prohibido

sabela pillado

CULTURA

La historia de amor iniciático entre dos adolescentes gitanas se adentra en terrenos tabúes como es el lesbianismo en una cultura que sigue siendo eminentemente machista y patriarcal

12 dic 2018 . Actualizado a las 12:56 h.

No ha escogido un tema fácil Arantxa Echevarría, directora vasca (y paya) curtida en el mundo del cortometraje y el documental, para su ópera prima en la ficción. Carmen y Lola nos llega precedida por su buena acogida en el Festival de Cannes, y por las polémicas generadas en grupos gitanos que defienden que la visión que se muestra de su cultura es parcial, anticuada, e incluso oportunista. Y sería una pena quedarnos tan solo con este hecho.

Polémica aparte, lo cierto es que la historia de amor iniciático entre dos adolescentes gitanas se adentra en terrenos tabúes como es el lesbianismo en una cultura que sigue siendo eminentemente machista y patriarcal, y en la cual el amor entre dos mujeres es, ya de base, impensable. Echevarría construye su película en torno a un primer acto que se ocupa de retratarnos -cámara al hombro y estilo documental- un ambiente, unas sensaciones y una cultura con la mayor proximidad y naturalismo posibles, para, una vez imbuidos en ello, pasar al relato de ficción de su historia de amor.

Carmen y Lola es cine social, docudrama, retrato valiente que, ante todo, transmite verdad en sus imágenes, en su sentir, y cuyas dos protagonistas son, desde ya, su principal descubrimiento. La complicidad y frescura de las debutantes Zaira Morales y Rosy Rodríguez nos abre una pequeña ventana al mundo íntimo y real de la fuerza arrolladora y destructora de un primer amor, de la lucha contra las convenciones y la esperanza de un futuro diferente al marcado (como madre, como mujer del hogar, sin necesidad de estudios que distraigan de ello). Junto a ellas, un reparto en su mayoría no profesional es el que dota de coherencia y veracidad a todo el relato. Y aunque la trama pueda ser previsible, e incluso la metáfora final resulte a estas alturas ya muy manida, su honestidad, el dar visibilidad a temas tabúes tan cercanos (que a la par puedan parecernos paradójicamente tan lejanos), y el deseo de que a estas chicas todo les vaya bien, priman sobre todo ello. Más filmes como este harían falta para ir educando conciencias.