«La mentira piadosa es buena para engrasar la vida, pero sin llegar a la poca vergüenza»

J. C. G. GIJÓN

CULTURA

Pepón Nieto en 'La comedia de las mentiras'
Pepón Nieto en 'La comedia de las mentiras'

Pepón Nieto encabeza el reparto de «La comedia de las mentiras», que el domingo revive el espíritu de Plauto en el teatro Jovellanos

27 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Una comedia de enredos, una encrucijada de mentiras que va creciendo con la complicidad del público y que busca la risa del público sin parar durante dos horas». Pepón Nieto, el eje de La comedia de las mentiras que este domingo llega al teatro Jovellanos de Gijón ya en los últimos compases de la exitosa andadura que inició en el Festival de Mérida, describe con esas palabras la esencia de un divertimento que hunde sus raíces en aquello mismo con lo que se reían los romanos de la época de Plauto, dos siglos antes de Cristo. Al texto de Pep Antón Gómez y Sergi Pompermayer le da vida un elogiado elenco en el que, en torno al esclavo Calidoro que interpreta Nieto, brillan Paco Tous, Angy Fernández, Raúl Jimenez, José Troncoso, Marta Guerras y María Barranco. Todos ellos sacando toda su gracia de comediantes para narrar las andanzas -resume Pepón Nieto- de «dos pijos grecolatinos, malhablados y caprichosos, que buscan el amor donde menos les interesa o donde su padre no quiere». Esquivar el veto paterno, sacarle la dote al pater familias y lidiar con una tía solterona a la que de pronto le ha sobrevenido la fiebre amorosa obligará a esa tormenta perfecta de mentiras orquestada por Calidoro, «criado para todo, maestro de ceremonias que miente con mucha desfachatez». La pieza vuelve a dar sacar todo el rendimiento de la ya vieja complicidad de autor-productor-intérprete entre Nieto y Pep Antón Gómez, que tuvo una cima en su exitosa versión de otra comedia, El eunuco de Terencio.

-Lo habitual es tomar a los clásicos y actualizarlos. En este caso, el viaje es al revés: se parte de un texto actual, pero para 'grecolatinizarlo'. ¿Por que? 

-En el fondo es de nuevo traer a nuestro terreno, a nuestra forma de entender la comedia, la que tenía Plauto. Todo empezó porque en 2017 el Festival de Mérida, después del éxito de nuestra versión de El Eunico, nos volvió a encargar un trabajo, quería que volviéramos a llevar una comedia. Pep se puso a buscar como loco, pero no había ninguna historia que nos convenciera mucho. Pero todo el teatro de Plauto está lleno de escenas, de personajes, de situaciones de las que luego han bebido muchísimos autores, desde Shakespeare o Moliere. Partiendo de esa idea se le ocurrió a Pep reunir elementos de ese material tan característico y tan reconocible de Plauto e inventarse una función, una historia nueva que fuera totalmente reconocible, pero nueva a la vez. En esta ocasión, Pep se acompañó escribiéndola de Sergi Pompemayer. Y de ahí viene toda esta historia.

-¿Se mantiene tan intacta la risa grecolatina como el escalofrío de aquellas tragedias?

-Las grandes tragedias griegas o romanas son maravillosas, están perfectamente contadas y no necesitan que les cambies una coma porque siguen funcionando igual como grandes historias del ser humano a nivel universal; son obras que cuentan aún perfectamente lo que nos pasa y lo que nos define. Las comedias, sin embargo, son muy flojitas como piezas teatrales: una presentación muy escueta del personaje, y luego la resuelven rápidamente con un criado o el esclavo de turno que salen y cuentan lo que ha pasado. Son quince o veinte páginas, no cuentan nada más. Tienen un planteamiento interesante, pero el desarrollo no lo es, así que siempre hay que retocarlas.

-Pero mantienen intacta la semilla de su gracia.

-Eso es. El viejo de la Olla, el Pseudolus, el Miles Gloriosus… Tomamos escenas que son calcadas, casi frase por frase, y que siguen teniendo toda su fuerza. Y luego, las incorporamos al modo en que nosotros entendemos la comedia: cercanía con el público, algo rápido, directo, veloz, que no da tregua al espectador.

-Plauto llevado al vodevil.

-Sí hubiese puertas estaríamos todo el rato abriéndolas y cerrándolas como en el vodevil, con los personajes clásicos que se persiguen, se esconden de otros…

-Con su nueva versión de Pseudolus, el criado liante, pícaro y trapacero en el centro. Un papel tan agradecido como el del Eunuco para usted.

-Sí, hay mucho de Pseudolus en este Calidoro. Mucho de eso, pero también del Miles Gloriosus, de la Comedia de la Olla con esa persona mayor engañada por dos jóvenes, Cántara, la tía de los dos chicos que se queda a su cuidado, que se ha negado al amor, pero a la que le ponen un chico joven delante y se vuelve loca… Es todo exactamente igual. Esta muy retratada la comedia de Plauto.

-¿Cómo es la puesta en escena? ¿Tan sobria como la del mismo Plauto? Hay momentos en que se mezclan con el público.

-Solo al principio de la función, para la presentación de los personajes y las entradas y salidas. Pero la función transcurre en el escenario. Es una escenografía que refleja el espacio de una casa. Todo lo que ocurre fuera de ellas, ocurre en el patio de butacas. Pero enseguida todo se desarrolla en la casa. Es una escenografía también muy sencillita de Beatriz Sanjuán con una serie de muebles que vamos moviendo para ir definiendo los distintos espacios y las distintas escenas

-En todo caso es un un humor más limpio e inocente del que le vimos interpretar en Pefectos desconocidos, de Álex de la Iglesia, una comedia borde donde las haya.

-Claro, porque esta es una comedia blanca, para todos los púbicos. No hay mucho donde rascar tampoco en cuanto argumento: lo único que se puede desprender de aquí es que la mentira piadosa es buena para engrasar la vida, pero sin pasarnos a la mentira de poca vergüenza, esa que vemos tanto en los telediarios y que sí es alarmante. No: en este caso es la mentira que se usa para conseguir lo que los personajes quieren, que es el amor, que al fin y al cabo es el motor del mundo. En ese sentido, se distancia mucho de la comedia de Álex, que es una comedia rompedora, de muchísima más enjundia. El objetivo de esta función, y el director nos lo remarcó muchísimo, es que el público se divierta mucho y esté dos horas riéndose. Parece una tontería, pero no lo es. Eso a la vez, como actores, nos da la libertad de encontrar cosas que hagan brillar a un personaje.

-¿Y el Pepón Nieto no cómico, sino dramático? ¿En qué anda?

-Entre El eunuco y esta hice El jurado, un drama, y ahora estoy ensayando otro, que por cierto estreno en Avilés el 30 de noviembre: La culpa, una función de David Mamet. Terminamos esta gira el 17, y el 30 ya estreno en el Palacio Valdés.

-Pues adelánteme algo de ese estreno...

-Es la última función de Mamet, que es la primera vez que se va a hacer fuera de Estados Unidos. Está versionada por Bernabé Rico, dirigida por Juan Carlos Rubio, estoy en la función con Ana Fernández, Miguel Hermoso y Magüi Mira… Una historia que como siempre en Mamet habla de asuntos de actualidad que le interesan: el poder de la prensa, la forma en que cómo una errata en un periódico te puede destrozar la vida y plantea una situación muy tremenda: ¿serías capaz de declarar a favor de un asesino comprobado, un tipo que se ha cargado a cien personas? ¿Serías capaz de declarar moralmente contra la verdad para rebajarle la pena?