Elisa Cepedal: «El cine asturiano, como el pueblo asturiano, está en construcción»

J. C. G. GIJÓN

CULTURA

Elisa Cepedal, filmada por Tito Montero en «El pasado presente», durante el rodaje de su película «El trabajo o a Quién le pertenece el mundo»
Elisa Cepedal, filmada por Tito Montero en «El pasado presente», durante el rodaje de su película «El trabajo o a Quién le pertenece el mundo»

La cineasta, que refleja el final de ciclo de la minería asturiana en su próximo largometraje, reflexiona sobre un cine que contiene «gestos de agitación política e intelectual que además son capaces de emocionar»

26 nov 2018 . Actualizado a las 10:40 h.

«Bande nos citó en el Hotel Asturias para reflexionar uno a uno sobre el cine asturiano: si existe, ¿qué es? o ¿qué podría ser? Gente como Bande, Merino, Llorente o yo llevamos años conversando, en ocasiones colaborando juntos, y creo que ahora es un buen momento para hacer esta reflexión en alto». Elisa Cepedal, la joven cineasta asturiana formada y afincada en Londres, es uno de los nombres que ya se tiene en cuenta en la nueva constelación de creadores cinematográficos del Principado. No solo por lo que ella misma relata acerca de lo sucedido esta semana en Gijón. Ella misma, su relación con Asturias y el rodaje de su película El trabajo o a Quién pertenece el mundo -de nuevo una mirada testimonial sobre las Cuencas mineras, donde nació, y sobre el fin de la minería- forman parte de El pasado presente, la película de Tito Montero estrenada en el FICX. Una prueba de la fuerte trabazón personal y artística que cohesiona a estos realizadores. Cepedal ha estado rodando y tiene previsto meterse en enero en la sala de montaje para un largo que seguramente tendrá un especial protagonismo en el próximo FICX.

«A priori lo que compartimos es la dificultad que tenemos por producir películas en Asturias. En relación a qué tipo de cine hacemos o aspiramos a hacer, hay cosas que nos unen y otras que nos diferencian, pero creo que ahí está la clave de un futuro cine asturiano: la celebración de la diferencia, la experimentación en la forma, la heterogeneidad de planteamientos con la coincidencia que creo que todos nosotros tenemos de una concepción política del cine», reflexiona Cepedal.

«Creo que como el cine asturiano, el pueblo asturiano está en construcción, y la situación de crisis, de cambio, que vive Asturias, y que se simboliza muy bien con el cierre de las minas, es estimulante desde un punto de vista artístico», señala. De ahí, considera Cepedal, «surgen películas tan maravillosas como las que estamos viendo en el FICX este año: Cantares de una Revolución, Entrialgu, In Memoriam, El Pasado Presente». Las considera «gestos de agitación política e intelectual que además son capaces de emocionar». Y apela a una cita de Jean Collet «apropiada recordar en relación a estas películas y la realidad presente de Asturias: cuanto menos humano es el mundo, mayor es el deber del artista en creer y producir creencia en una relación entre el hombre y el mundo, porque el mundo está hecho por hombres».

A partir de ahí, una cinematografía asturiana, «territorial o nacional», no sería «un cine que reproduzca cuestiones identitarias de ese pueblo, lo subjetive o lo conciba como un todo». Se trataría más bien de que el cineasta, «reconociendo la realidad compleja de ese lugar, lo que haga es crear conexiones entre lo local y lo universal, trazar líneas de fuga hacia el exterior». Significativamente, Elisa Cepedal invoca al filósofo Gilles Deleuze, uno de los referentes intelectuales en el trasfondo de la Novuelle Vague francesa, para defender «un cine nómada que desterritorialice el territorio». Pero partiendo del territorio.

Sin embargo, Cepedal opone sus salvedades a la etiqueta de la no ficción.«Se habla de un cine documental o de no ficción. Yo reivindico la ficción y lo que surge del espacio entre ambos, reivindico la alteración de la realidad inmediata para así conseguir la verdad en la expresión cinematográfica», replica la joven cineasta. Y cita sus referencias a este respecto: La Tierra Tiembla de Visconti, La Pirámide Humana, de Rouch, o el cine de Perrault que «nos revelan cosas de la vida que serían imposibles de percibir de no ser por el juego entre documental y ficción».