«Con el viento»: Varadas en la tormenta

miguel anxo fernández

CULTURA

La cinta viene producida por el desarraigo físico -de la casona familiar en un pueblo que se va deshabitando- y su deriva emocional

01 dic 2018 . Actualizado a las 11:40 h.

Cuatro mujeres varadas protagonizan la película Con el viento, pero, sobre todo, madre e hija al reencuentro allí en donde el tiempo transcurre lentamente. Varadas en una tormenta, que viene producida por el desarraigo físico -de la casona familiar en un pueblo que se va deshabitando- y su deriva emocional. El marco es la cultura rural que se desvanece con el éxodo a la ciudad o, simplemente, cuando los decesos van llegando.

Todo servido en un realismo crudo para filmar el complejo proceso al que se somete la protagonista, esa bailarina que en Buenos Aires intenta levantar un proyecto soñado, pero que deberá regresar al funeral de su padre para quedarse a petición de su madre y reordenar las cuestiones de herencia, lo que implica vender la casa en donde creció, ahora incómoda para habitar. Esa obsesión por atrapar la realidad, de recurso a planos largos, de reivindicación del silencio y la mirada, coloca a Con el viento en la senda de la no-ficción, una variante que pone a prueba al espectador y que el cine español practica con irregular fortuna en los últimos años.

Si bajo esa etiqueta se producen pertinaces sabotajes, la debutante Meritxell Colell (Barcelona, 1983) evita la pedantería audiovisual para centrarse, sobre todo, en la protagonista, la actriz, bailarina y coreógrafa asturiana -muy vinculada al grupo gallego Matarile Teatro- que dota a su personaje de una sobria intensidad. No parece tanto que la autora quiera reflexionar sobre el despoblamiento del campo y el adiós a un ecosistema agónico, más allá de utilizarlo como contenedor del asunto. Detalles, al cabo anécdotas, como la valoración inmobiliaria de la casona o las circunstancias por las que pasan madre e hija -el inmueble, casi de finales del siglo XIX, con problemas con la luz, no hay televisor...- se antojan excesivos, aunque no interfieren el meollo de la trama, el citado reencuentro o el reforzamiento de lazos entre las cuatro. Colell acierta en la atmósfera, en el tempo, en ese tono de realismo austero y de sensaciones vivas, e incluso de lamento por un mundo que se extingue. Y el viento. Son maneras de cineasta sólida.