La única mujer en la vida de Freddie Mercury sigue haciendo caja 27 años después

CULTURA

Al vocalista de Queen y a Mary Austin les unía mucho más que un anillo que nunca llegó a cumplir lo prometido: su estrecha relación la convirtió en la principal heredera de un fortuna que todavía hoy continúa sumando. Tras el éxito de la película «Bohemian Rhapsody» se embolsará 45 millones de euros

15 ene 2019 . Actualizado a las 14:14 h.

Que Freddie Mercury es eterno, más que una opinión, es un hecho: 27 años después de su muerte, el biopic Bohemian Rhapsody lleva demostrando desde el pasado octubre que tanto su música como su figura siguen vivas y coleando, muy presentes, que envejece su mito con más que dignidad y que sus himnos y su leyenda despiertan aún hoy una insólita fascinación entre grandes -a los que entonces, en los 80, ya les subía la fiebre- y también pequeños -que aprendieron de oídas, de cuentos, y sin embargo tararean We Are the Champions sin perder el verso ni el tono-. Y luego están las cifras, que todo lo respaldan: las de los puestos en las listas de ventas de discos y en los ránkings de canciones, las de la taquilla y las de los premios -dos Globos de Oro, a mejor película y a mejor actor para Rami Malek-, las de las reproducciones de sus temas en las plataformas digitales y las de los millones que se embolsó el de Tanzania y quienes le rodeaban, y que aún hoy siguen facturando.

El vocalista de Queen, que falleció de una bronconeumonía complicada por el sida, amasó en vida una fortuna de aproximadamente 100 millones de dólares, según The Richest. Repartió lo cosechado entre su familia -sus padres y su hermana, Kashmira-  y aquellos que lo acompañaron en sus últimos días: su pareja, Jim Hutton; su cocinero, Joe Fanelli; y su asistente, Peter Freestone. Sin embargo, la mayor beneficiaria de sus bienes, sus ahorros y también sus ganancias póstumas fue su exnovia y gran amiga, Mary Austin.

Austin, que llegó a estar prometida con Freddie Mercury, es la principal heredera del artista: la familia y amigos del compositor de quedaron con un 50 % de su fortuna; ella, con toda la otra mitad, con su mansión de Garden Lodge, situada en Kensington -una casa valorada en 22,5 millones de euros de la época, en la que el cantante vivió hasta el día su muerte- y con los derechos de autor de su obra. Así que hoy, casi tres décadas después de aquel fatal 24 de noviembre de 1991, la gran compañera de Mercury sigue ingresando con 67 años cifras millonarias: todos los beneficios de los discos que se vendieron tras su muerte (más de 15 millones de copias, y subiendo), de las giras que siguieron llevando a cabo los miembros vivos de Queen, del exitoso musical sobre la banda. La fuente no se seca ahí: según el diario británico Daily Mail, los royalties de Bohemian Rhapsody engordarán su cuenta corriente en unos 44,8 millones de euros.

¿Quién es Mary Austin y por qué fue tan importante para Freddie Mercury? Nacida en 1951 en Inglaterra, se crió  en una modesta familia de Fulham, al oeste de Londres. Sus padres eran sordos: él era recortador para especialistas en empapelados y ella, empleada del hogar. Abandonó pronto la escuela -con solo 15 años- y se puso a trabajar como aprendiz de secretaria para, luego, entrar como dependienta en la boutique londinense Biba. Fue entonces, con 19 años, ya en la recta final de los años 70, cuando el artista se cruzó en su camino. 

El guitarrista de la banda, Brian May, los presentó en plena discusión sobre el nombre del grupo: «Recuerdo la melena negra de Freddie, que le hacía parecer un caballero, con su brazo apoyado sobre la repisa de la chimenea de la casa de Brian en Barnes -contó Austin al Daily Mail en una entrevista que salió publicada en 1999-. Estaba muy orgulloso de sus nuevos zapatos blancos. De repente se volvió hacia mi y me pidió mi opinión sobre los nombres. Dije "oh, creo que Build Your Own Boat de Brian". Pero se salió con la suya, como hacía casi siempre. Al final se decidieron por Queen». 

«No se parecía a nadie que hubiese conocido antes. Tenía mucha confianza en sí mismo, y yo nunca la había tenido. Maduramos juntos. Me gustaba (...) Me llevó unos tres años enamorarme realmente de él, pero nunca había sentido eso antes por nadie». Compartieron primero una habitación, por la que pagaban 10 libras a la semana, en Victoria Road, Kensington, y luego se mudaron a un piso más grande en Holland Road. «Una vez, en Navidades, me compró un anillo y lo puso dentro de una caja enorme -contó en la misma charla con el diario británico-. Íbamos a visitar a sus padres. Abrí la caja, y dentro había otra caja y así sucesivamente hasta que encontré aquella caja diminuta. Cuando la abrí, allí estaba aquel hermoso anillo egipcio de escarabajo. Se supone que trae buena suerte. Fue muy dulce y tímido cuando me lo dio». 

Su relación se enfrió poco después: Austin empezó a sentirse apartada, algo no iba bien. «Le dije que sentía como si lo tuviese atado con una correa, que era el momento de marcharme». En 1976, se fue de casa. Y un buen día, el le dijo que tenía algo importante que contarle, algo que cambiaría su relación para siempre. «Me dijo, "creo que soy bisexual", y yo le dije "creo que eres gay". Y no se dijo más. Sólo nos abrazamos. Pensé que había sido muy valiente. Como soy un poco ingenua me llevó bastante tiempo darme cuenta de la verdad. Después, él se sintió bien por habérmelo dicho. Me dijo "era consciente te que tenía que otra alternativa, no decírtelo, pero creo que tienes derecho a tener tu propia vida"».

JEAN-CLAUDE COUTAUSSE | afp

La pareja nunca llegó a casarse, pero siguieron siendo manteniendo una estrecha amistad hasta el último día. Él siempre se refirió a ella como su «esposa» y a ella acudió en primer lugar para confiarle que tenía sida. «Fue decisión de Freddie acabar con todo ello, él eligió el momento de morir [dejó de tomar la medicación]. Su cuerpo estaba cada vez más débil, al tiempo que sufría pequeños espasmos. Era angustioso verle deteriorarse de esa forma. Un día decidió que ya era bastante y abandonó todas las ayudas médicas que le mantenían con vida. Simplemente dejó actuar a la naturaleza. Lo sobrecogedor para mi fue su increíble valentía. Miró a la muerte a la cara y dijo "está bien, lo aceptaré, me iré ahora". Pero fue algo tranquilo y murió con una sonrisa en la cara».

La muerte del vocalista de Queen dejó un inmenso vacío en la vida de . Ambos rehicieron su vida tras la ruptura, pero nunca fueron capaces de cortar su vínculo. Todas sus parejas posteriores se vieron obligadas a asumir que no eran los únicos: Jim (hombre que compartiría su vida con Mercury hasta el final) que Mary nunca se iría del todo; los hombres que conoció ella después, que la estrella del rock siempre iba a estar ahí. Hoy, Austin está casada con un empresario llamado Piers Cameron y tiene dos hijos. Sigue viviendo en Garden Lodge. Y solo ella sabe dónde se esparcieron sus cenizas.