Hallado en Gijón un mensaje de vida en una botella de hace 1.600 años

Juan M. Arribas

CULTURA

Un fragmento de la botella encontrada. / Journal of Glass Studies
Un fragmento de la botella encontrada. / Journal of Glass Studies

Expertos de la UAM hallan en Veranes un canto al hedonismo del siglo V: «Bebe y vive muchos años, buen hombre»

11 feb 2019 . Actualizado a las 20:38 h.

Han pasado 1.600 años, pero por la vida y el amor al hedonismo parece que no ha pasado el tiempo. Un equipo de arqueólogos de la Universidad Autónoma de Madrid ha hallado en Gijón, en la villa de Veranes, una singular botella de 1.600 años de antigüedad, cuya peculiaridad es que su vidrio muestra un mensaje hedonista en el que puede leerse el lema «Bebe y vive muchos años, buen hombre». Todo un canto a la vida (y al vino). 

El objeto fue regalado en el siglo V al señor de la villa romana de Veranes, aunque no ha sido hasta ahora cuando se ha reconocido su relevancia, al apreciar un fragmento de la botella, destinada a la aristocracia de hace 1.600 años, con un mensaje hedonista.

La pieza fue localizada en la villa romana de Veranes (Gijón), excavada desde 1997 por la catedrática emérita de Arqueología de la UAM Carmen Fernández Ochoa, y el experto en arqueología de la fundación de la UAM (Fuam), Fernando Gil Sendino.

El vidrio acaba de ser datado y puesto en valor gracias al análisis realizado por el profesor de Arqueología de la UAM, Javier Salido Domínguez, y por la arqueóloga Belén Madariaga.

Los autores han apuntado que quien grabó dicha botella pretendía enviar al señor de Veranes «un deseo hedonista de deleite y disfrute de la vida», según ha recogido la UAM en un comunicado, en el que han concretado que el hallazgo se ha dado a conocer a través de la revista internacional Journal of Glass Studies.

Con todo, han subrayado la «excepcionalidad» de la pieza, comparándola con la «escasez» de piezas de este tipo halladas en territorio de la antigua Hispania, siendo accesibles «solo a una elite económica y social».

El vidrio analizado procede de una unidad estratigráfica que contiene materiales fechados en el siglo V, siendo un fragmento incoloro, de cuatro centímetros de alto por tres de ancho, y con un grosor de pared de 0,33 a 0,125 centímetros; todo ello sin impurezas, aunque con algunas pequeñas burbujas.