Muere Stanley Donen, el mago del cine musical

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Stanley Donen, a la izquierda, entrevistado por el también director Mike Nichols, en el 2010
Stanley Donen, a la izquierda, entrevistado por el también director Mike Nichols, en el 2010 adam schartoff

El cineasta, fallecido a los 94 años, dirigió películas como «Cantando bajo la lluvia», «Dos en la carretera», «Charada», «Arabesco» o «Una cara con ángel»

23 feb 2019 . Actualizado a las 22:50 h.

Fue el director que puso a bailar a Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia, el que reunió a Fred Astaire y Audrey Hepburn en Una cara con ángel, el que contó con el privilegio del talento de la gran actriz para Charada y Dos en la carretera. Stanley Donen, que acaba de fallecer a los 94 años, era el último superviviente de una edad de oro de Hollywood: empezó echando una mano a Vincente Minnelli y pronto se convirtió en su rival, dispuso de las estrellas más rutilantes para sus elencos -de Gregory Peck y Cary Grant a Debbie Reynolds a Sophia Loren- y marcó el baremo por el que juzgar tanto la comedia sofisticada como los musicales. Por increíble que parezca, nunca fue nominado a un Óscar, aunque Hollywood deshizo el entuerto en 1997 otorgándole un premio honorífico a una carrera en la que siempre imprimió su sentido de la elegancia y su ingenio en películas que son puro cine clásico.

Donen nació en 1924 en Columbia, Carolina del Sur, donde se aficionó al cine en sesiones interminables en las salas locales y sus primeras filmaciones con una cámara doméstica regalo de su padre. La transición del mudo al sonoro estaba aún reciente y el futuro cineasta estaba destinado a exprimir las posibilidades del diálogo y la canción en los dos géneros en los que destacaría, la comedia y el musical. Él mismo, antes de ponerse detrás de la cámara, se inició en el baile. Era una habilidad que, ya veterano, echaba en falta de los intérpretes más jóvenes, cuya formación en canto y baile ya no se consideraba esencial. Precisamente como coreógrafo consiguió su primer contrato con MGM, donde conocería a Gene Kelly y establecerían una fructífera relación.

 A lomos del éxito

La pareja firmó conjuntamente Un día en Nueva York, adaptación de un espectáculo de Broadway cuyo éxito le permitiría ampliar contrato a Donen y mantenerse en la silla del director para rodar Bodas reales y Rendirse al amor. Pero el verdadero triunfo llegaría con Cantando bajo la lluvia, el icónico filme que captó como pocos el interior de una industria en los tiempos en que el sonoro era una novedad que destruía carreras consolidadas a la vez que lanzaba otras nuevas. Al éxito contribuyó el gran momento que vivía Kelly, aclamado entonces por Un americano en París. Un éxito eminentemente comercial, ya que los críticos no prestaron demasiada atención al filme, como tampoco harían con Dos en la carretera: ambos, y el conjunto de la trayectoria de Donen, empezarían a revalorizarse gracias al entusiasmo en la década de los sesenta de los directores de la Nouvelle Vague, quienes, al igual que con Hitchcock, reivindicaron a Donen más allá de la condición de artesano que tradicionalmente se le atribuía. El cineasta lo asumía con humor: «Una manzana no se ve de la misma forma si estás famélico o empachado. Para un artista será un objeto glorioso, sin dejar de ser una manzana. Y una película es mucho más complicada».

Tras firmar otros éxitos como Siete bodas para siete hermanos y Una cara con ángel, Donen dejó Estados Unidos para establecerse en Inglaterra, donde rodaría tres de sus filmes más notables: CharadaArabesco y Dos en la carretera. A pesar que siguió filmando -incluso se atrevió con la ciencia ficción en Saturno 3-, lo mejor de su carrera ya quedaba atrás. La crítica reconocía la genialidad de sus obras maestras, que el público nunca ha dejado de disfrutar, porque Donen tenía claro que las películas eran para ellos: «Pensar en lo que les vas a dar a cambio de la entrada es lo más difícil del cine».