Alaska: «Soy muy controladora y cuando se me escapa algo, me entra mucho vértigo»

Virginia Madrid

CULTURA

«Extrapolaciones y dos preguntas» es el décimo tercer álbum de Fangoria, un trabajo con el que celebra junto con Nacho Canut, 30 años de carrera juntos: «Entre nosotros sobran las palabras. Nos compenetramos bien, hay libertad y respeto, pero sobre todo sabemos cuándo debemos callarnos» confiesa la artista

09 mar 2019 . Actualizado a las 09:36 h.

WARNER MUSIC SPAIN

Enfundada en un vestido de encaje negro, medias de rejilla y bailarinas de strass a juego, nos recibe espontánea y simpática. Sus impresionantes ojos ahumados y sus labios rojo sangre destilan una personalidad fascinante y arrolladora. Transmite calma, habla pausadamente y desprende esa seguridad de quien lleva más de treinta años de carrera y sabe de qué va esta gran fiesta que es la vida: «Para mí, lo importante, siempre ha sido el camino, nunca llegar». Artista y diva, Alaska y Olvido asegura que son la misma persona: «No es mi nombre artístico, porque no considero que tenga una especie de trabajo en el que a una determinada hora tengo otra vida, y llevo otra ropa. Mi oficio es mi afición. Por eso, desde que era una adolescente, cada día intento que mi vida siga siendo lo que quiero que sea». Se confiesa práctica y pragmática, se agobia con todo y no aguanta a la gente que siempre quiere llevar la razón, porque «me aburren». Casada con Mario Vaquerizo desde hace veinte años asegura: «Con Mario estoy muy bien. No me gusta idealizar los comienzos de una relación, sino que valoro enormemente los momentos de calma juntos. Eso para mí es maravilloso y me encanta». Alaska es mucha Alaska.

-«Extrapolaciones y dos preguntas» es el título del nuevo trabajo de Fangoria. ¿Cómo afrontas el lanzamiento de este nuevo trabajo? ¿Nerviosa?

-Nervios nunca. No los tuve antes, en los comienzos, ni ahora tampoco. El disco ya está hecho, lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, con mucha ilusión y muchas ganas, pero si gusta o no, o que sea un éxito, ya no está en nuestra mano. Ahora toca esperar.

-Se te ve muy práctica. ¿Lo eres?

-Soy práctica y pragmática. No tiene ningún sentido comerse la cabeza, cuando tú no puedes cambiar ya nada. Resulta curioso, Nacho es don cero agobios. Nunca se angustia ni se ralla por nada. Yo, al revés, me agobio mucho,

 

porque soy muy controladora y cuando algo se me escapa de las manos, me entra mucho vértigo (aprieta los manos). Él siempre busca soluciones y le quita peso a todo. Nos compenetramos bien.

-Precisamente, con este nuevo disco también celebras treinta años de trabajo junto a Nacho Canut. Casi nada.

-Y tanto. Estamos juntos desde 1977 y creo que acertamos cuando decidimos seguir adelante juntos. Nos entendemos, nos compenetramos y seguimos disfrutando y pasándonoslo bien. Además, tenemos los roles muy repartidos, a veces compone él, a veces yo, hay momentos en que él propone y otras soy yo la que sugiere. Trabajamos con libertad. Sobran las palabras. Una mirada y ya sabemos por donde va el otro, parece que nos leemos el pensamiento. Pero sobre todo hay mucho respeto entre nosotros, también cuidamos mucho el modo de decirnos las cosas y otras tantas toca callarse, eso es fundamental.

-Esa química y buena conexión entre vosotros debe de dar mucha tranquilidad a la hora de trabajar ¿no? Menudo gustazo.

-Eso es. A mí me gusta estar en calma y estar a gusto con la gente de mi alrededor. Si no fuera así, no podría, no me sentiría bien.

-«¿De qué me culpas?», es el primer single del álbum «Extrapolaciones y dos preguntas». Por cierto, ¿eres de hacerte muchas preguntas?

-¡Uy!, que va. El de los interrogantes es Nacho, yo no me hago preguntas. Este tema aborda la culpa, porque ahora vivimos en un momento en el que parece que la responsabilidad es siempre de los demás, nos pasamos el día tirando balones fuera, escurriendo el bulto y tampoco es eso. Creo que el error está en querer imponerse siempre a los demás. Quedar por encima del otro.

-Y a ti, ¿te puede el sentimiento de culpa?

-No. Se me nota que de niña estudié en México y no tengo la formación religiosa que por entonces imperaba aquí. Cuando me equivoco, reconozco mis errores, pero no vivo en la culpa, lo dejo pasar y me olvido.

-El álbum incluye quince temas, dos son inéditos, que son las dos preguntas, y el resto son versiones con las que rendís un homenaje a los amigos de siempre. ¿Verdad?

-Sí. Hemos incluido canciones que siempre nos han gustado y nos han acompañado como Historias de amor de OBK, Gritando amor de McNamara o ¿Qué sería de mí sin ti? de Carlos Berlanga. Estos temas forman parte de la banda sonora de nuestra vida.

-Treinta años con Fangoria son muchos años, más la etapa de Dinarama y anteriormente junto con los Pegamoides. Pocos artistas tienen una carrera tan larga y con tantos éxitos. ¿Satisfecha de la trayectoria?

-Sí, claro. Son muchos años y ha habido momentos muy buenos, pero también hemos pasado tiempos regulares. Además, la crítica nunca ha sido tibia con nosotros, siempre nos ha dado mucha caña. Lo que pasa es que nunca he prestado atención a los críticos. Ni Nacho ni yo damos tanto valor a lo que opine la gente. Por otro lado, como nosotros teníamos muy claro lo que queríamos hacer y el público ha estado con nosotros, pues hemos tirado adelante y aquí seguimos.

-Mujer de ideas claras y rotundas. ¿Siempre tuviste claro que querías ser cantante?

-No. ¡Qué va! Yo de cría seguía a Bowie, escuchaba a Lou Reed y me gustaban sus vidas, el estilo de Bowie, con su maquillaje, que viajaban, daban conciertos… Por entonces, empecé a imaginar, diseñar, cómo quería que fuera mi vida y aquello empezó a hacerse realidad, el mejor de los regalos.

-¿Así fue cómo surgió Alaska?

-Alaska es el nombre que elegí cuando tenía 12 años, porque me gustaba más que el mío. Tampoco es un nombre artístico, porque no considero que tenga una especie de trabajo en el que a determinada hora tengo otra vida, otra ropa. Desde entonces, yo era una adolescente, cada día intento que mi vida siga siendo lo que quiero que sea.

-Parece que lo has logrado, ¿no?

-Siempre digo que esto no es un oficio, ni una carrera. Es una afición, es una forma de vida, un regalo. Componemos canciones, damos conciertos, la gente se divierte y nosotros con ellos, viajamos. Cuando empecé en la música, compaginaba las actuaciones pinchando discos. Al principio, actuábamos en salas pequeñas, con cuatro luces y mi propia ropa, fíjate ahora, en recintos enormes, con una iluminación fantástica, un vestuario de ensueño y para cientos de personas. Incluso cuando hemos vivido momentos más bajos, nos hemos adaptado y hemos seguido disfrutando con lo que hacemos. Ahí está la clave de la felicidad y de sentirse bien.

-Sin duda, esa es la mejor vacuna frente a la frustración, uno de los males del siglo XXI. ¿No te parece?

-Me acabo de acordar de que estando yo de viaje con mi anterior novio en Santiago de Compostela, de esto hace más de veinte años, nos sentamos a observar cómo llegaban los peregrinos a la Catedral para que les dieran la compostelana. Y no olvidaré que tras obtener su preciado reconocimiento, salió más de uno con cara de y ¿ahora qué? Mientras que a otros se les veía pletóricos y orgullosos del reto conseguido. Para mí, lo importante nunca ha sido llegar, sino el camino. Todo depende del enfoque que cada uno le quiera dar a su vida y de las prioridades que cada uno se marca en su día a día.

-Hace poco nos enteramos de la pérdida de Lolo Rico, la creadora y directora del programa «La bola de cristal» donde descubrimos a una jovencísima Alaska.

-Sí. Una tristeza. Guardo muy buenos recuerdos de aquella época. Fue una mujer muy valiente y todos los que formamos parte de aquel proyecto maravilloso como fue La Bola de cristal nos sentimos muy agradecidos por haber podido participar. Aprendí mucho y además me lo pasaba muy bien.

-¿Qué te hace feliz Alaska?

-Tantas cosas. Estar con Mario, disfrutar de los animales, practicar pilates y ejercicio, estar con mis amigos, hacer conciertos, leer, aprender… Me falta tiempo para todo aquello que me gusta y me hace sentir bien.

-Y, ¿qué no soportas?

-[En silencio, pensando]. Me he enterado de que Nacho y Mario hablan de mí a mis espaldas y dicen que me he vuelto una impaciente. Y creo que es verdad. Otra cosa que no aguanto es a la gente que siempre quiere llevar la razón, imponerse porque sí. Me aburren. Cuando doy con alguien así, he aprendido a desconectar y a cambiar de canal. No me interesan lo más mínimo.

-Por cierto, ¿cómo se encuentra tu pareja, Mario Vaquerizo? ¿Qué tal paciente es?

-Se encuentra más o menos igual. Lo peor parece que ya ha pasado. Sigue con la medicación, lo que sucede es que tiene días en que se levanta fatal y le duele tanto el brazo que no puede escribir y tiene que entregar un libro y está desesperado. ¿Como enfermo? Es pésimo. Aguanta bien el dolor, pero quiere verse bien ya y todo tiene su proceso. Le ha salido su primera gotera y lo lleva fatal.

-Lleváis juntos veinte años. ¿Pensaste que ibais a pasar tanto tiempo el uno al lado del otro?

-Bueno, nunca sabes lo que te depara la vida, la verdad. Estoy muy bien. No me gusta idealizar los comienzos de una relación, sino que valoro enormemente los momentos de calma juntos. Ayer por la tarde, estábamos en casa, cada uno en su sofá leyendo. Nos miramos y sin necesidad de hablar se percibía que estábamos tan a gusto juntos. Eso para mí es maravilloso y me encanta. No me suelen gustar los primeros momentos, el no saber, el no tener temas de conversación, la incertidumbre de lo que pasará.