Morandi frente a sus maestros

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Una visitante observa una de las naturalezas muertas de Morandi
Una visitante observa una de las naturalezas muertas de Morandi LUIS TEJIDO | EFE

El Guggenheim confronta el Bilbao las naturalezas muertas del pintor italiano con una selección de obras de artistas clásicos que influyeron en su concepción estética

12 abr 2019 . Actualizado a las 08:18 h.

«Sentí que solo la comprensión de las obras más vitales que la pintura había producido a lo largo de los siglos pasados podría guiarme a la hora de encontrar mi camino». Con sus naturalezas muertas, Giorgio Morandi (Bolonia, 1890-1964) inauguró una otra forma de ver la realidad, convirtiendo objetos cotidianos como jarras o botellas en formas nuevas bajo una luz delicada e irreal. Pero el pintor italiano siempre reconoció la ascendencia de una serie de maestros, una relación que explora ahora una exposición en el Museo Guggenheim de Bilbao.

Hasta el 6 de octubre se puede ver Una mirada atrás: Giorgio Morandi y los maestros antiguos, comisariada por Petra Joos y con el patrocinio de Iberdrola. Su propósito no es otro que el de examinar cómo sus naturalezas muertas beben de fuentes clásicas, un árbol genealógico artístico con tres ramas principales: la pintura española del siglo XVII y la tradición del bodegón, los pintores boloñeses de finales del XVI a comienzos del XVIII y las composiciones del francés Chardin, de quien se nutrió de su percepción de la intimidad y la geometría. 

Tradición pictórica

En un recorrido por tres salas del museo se puede apreciar cómo Morandi se dedicó al estudio de la tradición pictórica europea a través de reproducciones fotográficas, ilustraciones o el trabajo de historiadores, ya que apenas vio en persona las obras que tanto lo influyeron. Sin embargo, su ojo para el detalle estaba bien entrenado. El crítico literario Giuseppe Raimondi lo visitó un día en su casa y Morandi le enseñó un libro sobre el Greco, en el que se reproducía un retrato de la Virgen no mucho mayor que un sello. Aun así, el pintor estaba cautivado con unas flores a los pies de los ángeles: «Ningún otro pintor moderno ha pintado unas flores como estas. Tal vez solo Renoir». Zurbarán, los tres hermanos pintores barrocos de Bolonia, los Carracci -Annibale, Agostino y Ludovico-, Giuseppe Maria Crespi y, sobre todo, Chardin, fueron cruciales en el desarrollo de la pintura de Morandi. El pintor italiano llega por primera vez a la obra del francés a través de revistas como L’Amour de l’Art en la década de 1920, a la que seguiría la publicación de una monografía por André de Ridder. Morandi sacó las ilustraciones del tomo y las colgó en las paredes de su estudio. Ya en 1956 pudo contemplar en Winterthur dos obras de Chardin: le impacta especialmente El castillo de naipes, sobre la que trabajará recreando distintos elementos en sus cuadros.

Una mirada atrás también relata otra historia, la propia evolución de Morandi, un relato de la búsqueda del lenguaje íntimo de los objetos, en un contexto artístico internacional dominado por la abstracción.