Antonio López, flores y verduras para explicar el tratamiento del color

G. NOVás REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Iñaki Porto

Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) abrió ayer en Pamplona la decimotercera edición del taller Maestros de la figuración

11 jun 2019 . Actualizado a las 09:25 h.

Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) abrió ayer en Pamplona la decimotercera edición del taller Maestros de la figuración, que impartirá hasta el próximo viernes y que atrae a una treintena de alumnos provenientes de todo el mundo: Israel, Rumanía, Italia, EE. UU, Colombia y Portugal, entre otros países. El pintor, con su proverbial sabiduría, su genio tranquilo y su modestia, aprovechó un breve descanso en la jornada lectiva matinal para acercarse al mercado del Ensanche, adonde llegó, acompañado del artista navarro Juan José Aquerreta -también pintor-, para adquirir cosas que precisaba para sacar adelante sus clases en la Universidad de Navarra.

Para sorpresa de muchos en la plaza -aunque es algo habitual en su método de trabajo-, buscaba productos como pimientos, calabazas, berenjenas, lombardas (esta col está ahora fuera de temporada, como le recordó el tendero)... que emplea en su taller. «Buscamos colores, buscamos formas, buscamos combinaciones, elementos que contrasten y que se complementen. No se puede colocar cualquier cosa», aclaraba a periodistas y curiosos que seguían con interés su periplo. Visitó distintos puestos, donde, además de hacerse con frutas y verduras, trasteó y preguntó (y compró en ocasiones) por botes de conservas, huevos, olivas, flores, una barquilla de cerezas y hasta grandes huesos de jamón y ternera -que ya había encargado previamente y le tenían reservados en la carnicería-, que le han de servir para componer los bodegones que sus pupilos pintarán en el obrador, donde les explica la teoría y el tratamiento del color por los viejos maestros.

«¡Esto es un mercado!»

«¡Vaya mercado, esto es un mercado!», celebraba feliz Antonio López durante su paseo, en el que accedió también a una floristería, de la que se llevó varios jarrones de cristal, así como un gran ramo de peonías rosas -según recoge Efe- y de varias clases más de flores de variados tonos y formas.

Tras las compras -entre las que además había un surtido de legumbres para su propio consumo-, el grupo se dirigió, ante el revuelo de los pamploneses que hacían sus provisiones en el mercado, a uno de los puestos con productos de charcutería, donde degustó queso y jamón navarros y volvió a elogiar el surtido de la plaza: «En este mercado hay de todo», festejó López, que definió la pintura como «una profesión de riesgo preciosa».

Antes de volver con sus alumnos del taller -en que abordará el bodegón, la figura humana y los paisajes-, el creador manchego explicó que se llevaba en el carrito «cosas variadas», especialmente flores y verduras: «Lo más tierno y lo más bonito de la vida son las flores y después las cosas que nos alimentan», afirmó.