«Anna», una matrioska hueca y vacía

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

Fotograma del último filme de Luc Besson, «Anna», con la actriz Sasha Luss como protagonista
Fotograma del último filme de Luc Besson, «Anna», con la actriz Sasha Luss como protagonista

El último filme del cineasta francés Luc Besson vuelve de nuevo sobre lo que ya contó en «Nikita», esta vez sin el encanto de Anne Parillaud

08 sep 2019 . Actualizado a las 09:47 h.

Luc Besson regresa con otra de sus heroínas versátiles, proteicas y, mayormente, asesinas a sueldo, obsesiva manía esta que acompaña desde siempre al cineasta francés hasta la reciente Lucy, con Scarlett Johansson. El problema de Anna es que, aunque el parisino sabe filmar, su historia, maquillada de falso feminismo, es hueca como una matrioska.

La ninfa rubia platino vende las célebres muñecas en Izmailov, el mercado naíf y hortera de Moscú, cuando es reclutada por un cazatalentos para trabajar como modelo en París. La aspirante a top model llega a Francia como una muñeca rusa -o como una caja china-, cargada con sorpresa, pues la joven es un señuelo envenenado, previamente entrenado para matar a un multimillonario traficante de armas que lava sus dineros e imagen en el mundo de la moda. Desde ahí, todo son flashbacks y flashforwards, adelante y atrás en la historia de la heroína sin que por ello la cosa avance en interés lo más mínimo.

Besson nos epata con su virtuosismo narcisista, pero también nos aburre sin piedad. Este hombre está contándonos de nuevo lo que nos contó en Nikita, esta vez sin el encanto de Anne Parillaud, copiando además otras películas de mujeres de acción, de Kill Bill a, especialmente, Atómica, que, como Anna, se ambientaba en la Guerra Fría. Pero si uno se cree un poquito más aquello de que Uma Thurman o Charlize Theron puedan ser letales, lo de la casi debutante Sasha Luss es otra cosa. Esta joven frágil que cita a Chéjov, esta chica flaca tan alta, ejemplo de modelos casi anoréxicas, resulta inefablemente imposible en la secuencia de quince minutos del restaurante -autoplagio descarado de otra similar de Nikita- donde debe despachar a golpes y tiros a dos docenas de hombres de negro.

Vale, se dirá que la credibilidad en el cine de hoy es lo de menos. Pero las reglas de lo increíble también deben responder a las plantillas de la coherencia, que a Besson se la han traído al pairo, empeñado en apuntarse al carro de la moda Killing Eve, sin la profundidad macabra e irónica de dicha serie.

Solo sobresale la maravillosa septuagenaria Helen Mirren que, como Jeanne Moreau en Nikita, interpreta a la jefa-mentora de la protagonista, componiendo un personaje delicioso, una mujer de la KGB, reconcentrada, disciplinada y casi abisal.

«ANNA»

Francia-Estados Unidos-Serbia, 2019.

Director: Luc Besson.

Intérpretes: Sasha Luss, Helen Mirren, Luke Evans, Cillian Murphy, Eric Godon, Eric Lampaert, Pauline Hoarau, Avant Strangel, Jan Oliver Schroeder, Rupert Wynne-James, Réginal Kudiwu, Adrian Can.

Thriller.

119 minutos.