«Bliss», eclosión feroz y visceral en Sitges de una película de las que por sí solas merece un festival

José Luis Losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

Fotograma del filme dirigido por Joe Begos «Bliss»
Fotograma del filme dirigido por Joe Begos «Bliss»

La cinta española que adapta la novela de Antonio Orejudo «Ventajas de viajar en tren», con los actores Luis Tosar y Ernesto Alterio, es un irregular desafío a la corrección política

06 oct 2019 . Actualizado a las 09:36 h.

Veo en este festival de Sitges -en un pase de madrugada avanzada, el tiempo que esconde, emboscadas, algunas de las más intensas cargas de profundidad de la inabarcable cosecha del certamen barcelonés- una de las películas que va a marcar la temporada. Ignoro las razones por las cuales Bliss no fue atrapada en las redes de Cannes o Venecia. Pero esta obra del cineasta norteamericano Joe Begos es de esa estirpe de películas, como Arrebato o The Addiction, de una visceralidad genuina que sabes que no solo está representando un guion, sino que -mucho más allá- te habla de su autor y del cine como arte que vampiriza, que puede llegar a ser autodestructivo como aquellos caminos del exceso de los que que William Blake nos anunciaba que abrían el palacio de la sabiduría.

Nada preludiaba esta extática irrupción de Joe Begos, un autor del género fantastique que ya pasó hace años por aquí con la aplicada pero no trascendente Casi humanos. Pero lo que vuelca en Bliss es una desgarradora y virulenta poemática de la creación asociada al estado alucinatorio y -por esa montaña rusa- al sexo, la violencia y el colapso politoxicómano en un looping rodado en el grano febril de 16 milímetros y en irrepetible estado de gracia. Su protagonista es una pintora enfrentada al bloqueo, encarnada por Dora Madison.

Dora Madison protagoniza «Bliss», junto a Tru Collins y Rhys Wakefield, entre otros intérpretes
Dora Madison protagoniza «Bliss», junto a Tru Collins y Rhys Wakefield, entre otros intérpretes

Madison -otro descubrimiento de este festival como el de Samara Weaving en Noche de bodas del que les hablaba en la crónica anterior- toma las bridas de ese cabalgada frenética en la oscuridad, en la desubicación de los encuentros con propios y extraños que van sirviendo como carne trémula sobre la cual la artista moldea sus combates corales: sus ménage à trois de sexo desaforado o de una irascibilidad inhumana, de salvajismo antropofágico.

Lo que Bliss refleja es un viaje hacia el pavor sostenido como una germinal danza macabra y -al tiempo- fecunda. Hay en esta descomunal aventura fílmica de Joe Begos huellas bien digeridas del Requiem for a Dream de Darren Aronofsky, de La posesión de Zulawski, también del mejor Gaspar Noé o del emergente Panos Cosmatos.

Ese camino de los excesos en el que Begos y su actriz Dora Madison nos introducen es un proceso de demoledora inmersión de todos los sentidos. Y la puerta de la sabiduría deja en su atrio jirones de piel y todas las desmesuras que se precisan para alimentar el organismo en continua progresión de esta obra de arte viva, palpitante, de las que que te golpea y te hace mejor. De las que -por sí solas- justificaría todo un festival.

Divague pastelero de Nacho Vigalondo y Alice Waddington

El cine español exhibido hasta ahora en la sección oficial nos maltrató con Paradise Hills, una historia sobre jóvenes muy pijas que están internadas en un resort de rehabilitación en el cual -más o menos- desarrollan un cuentito de la doncella. No encuentro sentido alguno a este divague pastelero que no parece cine.

Fotograma del filme «Paradise Hills»
Fotograma del filme «Paradise Hills»

De qué extrañarme si su guion lo firma Nacho Vigalondo, un tipo que me ha hecho preguntarme cada vez que me he encontrado ante alguna de sus creaciones -para otros geniales o genialoides- si la butaca de un cine debe ser, indefectiblemente, un potro de tortura. Creo que Vigalondo lo borda como cantante en los karaokes.

En Paradise Hills nos castiga con otra ópera bufa con la que debuta muy torpemente la realizadora bilbaína Alice Waddington, que antes de esto se dedicaba al diseño de moda. Entre la alta costura y el karaoke, su película no parece cine sino -más bien- material televisivo reciclado después de que en el festival de Sundance obtuviera una carta blanca más sospechosa que algunas titulaciones universitarias sub iudice.

Tosar en la ópera prima de Aritz Moreno

La otra propuesta del cine español del día es Ventajas de viajar en tren. Basada en un texto del estimable Antonio Orejudo, una novela cervantina, el debutante Aritz Moreno secciona en sketches el diálogo entre dos pasajeros en un vagón, las historias de esquizofrenias y psicosis narradas por un psiquiatra que encarna Ernesto Alterio...

Fotograma del filme «Ventajas de viajar en tren»
Fotograma del filme «Ventajas de viajar en tren»

Siento la película como muy deudora de la fallida Pieles, de Eduard Casanova. Pero aquella planteaba algunos riesgos y osadías que aquí no encuentro, aunque sí una carga de humor que no rehuye elementos escatológicos e incorrecciones políticas siempre saludables.

Ente los momentos más celebrados de Ventajas de viajar en tren tomen nota de un Luis Tosar pelucón en parodia de Brian de Palma, a lo Michael Caine en Vestida para matar, o el John Lithgow de En nombre de Caín.