La lección magistral en Gijón del profesor con más alumnos del mundo

CULTURA

El matemático e ingeniero Salman Khan, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, en un centro escolar de Gijón
El matemático e ingeniero Salman Khan, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, en un centro escolar de Gijón José Luis Cereijido

«Cada estudiante es único y tiene ritmos de aprendizaje que el sistema tradicional de enseñanza no puede satisfacer», asegura Salman Khan, que cuenta cómo gestó la academia en la que aprenden más de 80 millones de personas

15 oct 2019 . Actualizado a las 22:36 h.

Sultana era una adolescente afgana, con todo lo que implica para una mujer haber nacido en Afganistán, cuando conoció la Academia Khan. «Se dedicaba a hacer las tareas del hogar cuando su hermano le consiguió un ordenador con conexión a internet que acabó siendo su línea de salvación», relataba hoy el matemático e ingeniero estadounidense Salman Khan, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, al público que asistía a la charla que ofreció en un centro concertado de Gijón.

El profesor con más alumnos del mundo conoce las historias de algunos de los 80 millones de estudiantes de todas las edades que están inscritos en su academia gratuita y accesible a través de internet. «Sultana estudiaba entre dos y cuatro horas por las noches, cuando terminaba sus tareas, y aprendía más rápido que sus hermanos en la escuela. A los 17 años decidió ser física teórica», contó Khan, que explicó que la joven afgana quiso estudiar en Estados Unidos y él mismo medió para que consiguiera lo que parecía imposible: «Un periodista del New York Times publicó su historia y consiguió asilo político».

Hace tan solo dos semanas habló con Sultana, que en verano realizó un curso de informática cuántica. «Su historia simplemente demuestra que las personas son capaces de hacer grandes cosas cuando pueden desarrollar su potencial. ¿Cuántas más Sultanas habrá por el mundo?», se preguntó Khan, exponiendo la clave de su motivación para fundar la Academia Khan en 2008, que hoy tiene casi 20 millones de usuarios todos los meses, 210.000 profesores y contenidos de muy diversas materias desde educación primaria a la Universidad traducidos a más de 40 idiomas.

Respetar el ritmo de aprendizaje

«Se trata de que todos puedan aprender. Estamos aprovechando una oportunidad que se da una vez en un milenio con las nuevas tecnologías. Se dice que la tecnología deshumaniza, pero esto hace que más personas participen en la cúspide del mercado laboral o que decidan dedicarse la investigación», indicó, recordando que todo comenzó cuando a su prima Nadia, que por entonces tenía 12 años, le costaba seguir el ritmo en clase de matemáticas. Y, pese a que su prima vivía en otro estado, «empecé a trabajar con ella por teléfono y por internet». Ni que decir tiene que Nadia consiguió incluso superar el nivel de la clase. «Me convertí en un primo tigre y empecé también a trabajar con otros primos y amigos de la familia».

Fueron sus primeros alumnos. «Vi un modelo común. Incluso los mejores estudiantes tenían problemas con las matemáticas, no porque fueran tontos, sino por las lagunas de lo que habían aprendido». Desde entonces, se ha dedicado a cubrirlas con un innovador sistema educativo que deja atrás los métodos tradicionales que imperan en las escuelas de todo el mundo. «En vez de dejar que se acumulen las lagunas, por qué no dominar los conceptos y que lo variable sea el tiempo en que tardes en dominarlos. Cada estudiante es único y tiene ritmos de aprendizaje únicos que el sistema tradicional de enseñanza, esencialmente pasivo, no puede satisfacer».

Empezó haciendo tutoriales que colgó en YouTube, e incluso un software, para sus primos. Tutoriales que no les hacían sentirse avergonzados por no dominar, de momento, la materia que explicaba. Para Khan respetar el ritmo de cada alumno es fundamental para mantener la motivación de aprender. «Muy pronto que quedó claro que más gente que no eran mis primos también los estaban viendo». Y le empezaron a llegar agradecimientos. El alcance fue tal que decidió dejar su trabajo y, con sus ahorros, dedicarse en exclusiva a ser maestro, teniendo muy claro desde el principio que quería que esta empresa fuera no lucrativa.

Apoyo de grandes fortunas

Eso le costó bastantes sudores en las noches en las que se despertaba estresado porque los presupuestos de su academia no cuadraban. Pero, como relató, empezaron a aparecer padres y madres agradecidos porque lo que sus hijos estaban aprendiendo. Padres y madres como Bill Gates, ejecutivos de Google o Ann Doerr, la actual presidenta de la junta directiva de la Academia Khan que fue la primera que aportó los primeros fondos para hacer realidad el sueño de Khan. A ella fue a la primera a la que le contó que quería crear una plataforma de educación gratuita para todo el mundo. «Donó 100.000 euros después de que le contara mi proyecto y ese fue un gran día para mí». 

Khan le ha dado la vuelta incluso a la deshumanización que se achaca a las nuevas tecnologías. «Ahora se puede humanizar la enseñanza de manera que los profesores pueden intervenir de la mejor manera posible». Su método incluso pasa por encima del problema de aislamiento que las nuevas tecnologías provocan en los niños y adolescentes de hoy. «Cuando se hace bien la clase colabora, hablan unos con otros, aprenden juntos». Porque su método se está utilizando en centros educativos de todo el mundo. Con buenos resultados, como en el mayor distrito escolar de Las Vegas, en donde un día a la semana utilizan los tutoriales de la Academia Khan: «Van un 30% o un 40% más rápido». O en institutos de Estados Unidos en general, que son evaluados por los resultados que se obtienen en el examen que realizan los alumnos al final del último curso y en donde el método les está funcionando.

«En muchos lugares del mundo la tecnología en el aula es cada vez más habitual y nuestro material es gratuito, pero es verdad que aún hay obstaculos para que sea posible», dijo Khan, recogiendo lo que le cuentan docentes que quieren utilizar los materiales de la Academia Khan y chocan contra la rigidez de los sistemas educativos.

¿El futuro de esta academia? «Llegamos a muchos estudiantes, pero queremos llegar a más aún y que lo utilicen más», contó Khan, para quien está claro que en la próxima década aumentarán las conexiones a internet en todo el mundo. De hecho, puso como ejemplo que en lndia, hace 10 años, tener un móvil con conexión a internet no ni mucho menos tan accesible como en la actualidad, que «tienen conexiones mucho mejores que en Estados Unidos por uno o dos dólares al mes». Además, explicó que se está trabajando con escuelas de una manera más cercana y se mantienen contactos con ministros de educación de diversos países, además de que se están añadiendo nuevos contenidos e incluso se baraja crear diplomas universitarios en los próximos cinco o diez años.