Tito Montero: «El cine necesario debe asumir sin tapujos su papel de contrapoder»

Marcos Gutiérrez REDACCIÓN

CULTURA

El cineasta ovetense Tito Montero
El cineasta ovetense Tito Montero

El cineasta ovetense Tito Montero, con Un fantasma recorre [?], compite con otros 19 cortometrajes en la sección oficial del FICX

21 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tito Montero (Oviedo, 1978) ha desarrollado hasta la fecha una carrera marcada por la multidisciplinariedad y por la reflexión, no solo en torno al cine mismo, sino también acerca de la realidad social y política de nuestro tiempo. Su propuesta se define por una búsqueda «de un cine que se posicione respecto a la historia y que sea capaz de generar pensamiento». Un fantasma recorre […] compite en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) con otros 19 cortometrajes. Hoy a las 19.30 y mañana a las 17.30 horas se proyectará la obra en la Sala Sundance TV-Yelmo 9. 

- ¿Cómo surge el proyecto de «Un fantasma recorre […]»?

- El 1 de enero de 2020 se cumplen dos siglos del pronunciamiento de Rafael del Riego, comandante del Batallón de Asturias, en Cabezas de San Juan. La mítica marcha de su columna por Andalucía proclamando la Constitución de 1812 acabó provocando revueltas en el norte lo que generó que Fernando VII claudicase y la jurase. Eso abrió paso al Trienio Liberal, un experimento político que intentó abolir los pilares del Antiguo Régimen. Riego y otros muchos asturianos como Flórez Estrada fueron figuras clave de ese proceso que fulminaron los sectores más conservadores y las potencias europeas, que temían el contagio revolucionario en sus territorios: los poderosos no querían perder sus privilegios. Asturias no se puede permitir olvidar a todas esas personas. Ese fue el punto de partida de la película. También influyeron sobremanera textos de dos libros: la maravillosa reflexión que hace Ricardo Menéndez Salmón sobre los conceptos de Mito y de Historia en el arranque de su novela Medusa y los textos de Karl Marx recuperados por Alberto Santamaría en España y Revolución, en los que aparecen el propio Riego y Jovellanos.

- ¿Qué se encontrarán los espectadores de esta obra?

- Un experimento formal, ético y estético, en el que a través del lenguaje del cine la película convoca al fantasma Riego. Documentamos el traslado físico de un retrato de Fernando VII pintado por Goya que iba a compartir temporalmente la misma sala del Museo de Bellas Artes de Asturias que otro cuadro suyo: «Retrato de Jovellanos con el arenal de San Lorenzo al fondo». A partir de esos y otros elementos, el montaje propone un juego de espejos visual, histórico y político. Busco un cine que se posicione respecto a la historia y que sea capaz de generar pensamiento. La ética reside en la forma. El punto de vista y la puesta en escena que establece el cineasta evidencian su posición moral. La búsqueda estética es problemática, puede generar un abuso de esa forma y anular la postura ética y política. Me interesa establecer una mirada que vaya más allá de la belleza, que revele capas de significado ocultas trabajando con la densidad temporal y la memoria que contiene.

-En «El pasado presente» se genera una reflexión en torno a la realidad social y económica de Asturias, ¿es esa dimensión social de reflexión crítica una condición sine qua non de los cineastas y creadores asturianos contemporáneos?

-Las películas que me interesan tienen la capacidad de formular preguntas incómodas y, por tanto, la potencialidad de generar conocimiento. Los creadores necesarios, en Asturias o en cualquier lugar del planeta, son los que aceptan activamente tanto la posibilidad de transformación social como un mundo en el que la subversión no sólo es posible, sino necesaria. Arte como sublevación ante lo impuesto.

-32 títulos están firmados por cineastas asturianos en las distintas secciones del FICX. Todo ello, además, con dos películas a competición en la secciones oficiales, largometrajes y cortos, la primera vez que esto ocurre, ¿vivimos una suerte de «edad de oro» del audiovisual hecho en Asturias por asturianos?

-En los últimos tiempos han coincidido varios títulos de una serie de cineastas inquietos que tienen un alto valor cinematográfico, que dialogan con la vanguardia internacional del cine independiente contemporáneo. Es algo objetivo e innegable. Hace un mes el Festival Cinespaña Toulouse fijó la mirada en alguna de ellas con un ciclo específico. Son obras que nacen de una apuesta casi voluntarista y de una precariedad alarmante. Es hora de reconocer esa realidad y posicionarse ante ella. Ayudar a este tipo de películas es sencillo, son producciones de muy bajo coste, sólo hace falta creer que son necesarias, que son cimientos sobre los que construir. La pelota está en el tejado de las instituciones.

- Se puede hablar de un nexo común entre las obras de autores como usted, Elisa Cepedal, Ramón Lluís Bande, Marcos M. Merino, Diego Llorente? ¿Existe una escena de cine asturiano cohesiva como tal?

-Existen películas que conviven y cineastas que se conocen y, en algunos casos, incluso se respetan. Es un momento interesante para la reflexión desde lo común. Ver las películas de los demás, pensar sobre ellas. Eso es lo que puede sumar para el conjunto de la cultura asturiana. Es una evidencia hacia lo que conduce el individualismo feroz.

- ¿Qué pueden aportar al cine actual los contadores de historias asturianos?

-Las películas necesarias, a través de su propuesta formal, deben ser capaces de producir choques y propiciar una estructura dialéctica entre el pasado y el presente. Para construir un cine necesario desde Asturias, las obras no pueden ser inofensivas: deben activar su potencial político y estar ligadas a las condiciones históricas que las hacen posibles. Esto implica establecer puntos de vista problemáticos. Es vital, por tanto, recordar bien las nuestras derrotas. A la postre, «Un fantasma recorre […]» recuerda una muy dolorosa. El olvido es siempre una nueva muerte. El cine necesario debe asumir sin tapujos su papel de contrapoder en la guerra reabierta en los últimos años por la construcción del relato, en la que el adversario nunca descansa y pelea a diario en todo tipo de frente comunicativo y cultural. También su capacidad de generar discursos alternativos. Los liberales asturianos fueron auténticos antisistema frente al absolutismo. Lucharon, muchos como el mismo Riego entregaron sus vidas, en busca de un mundo más justo para la mayoría. Les debemos, al igual que a todos los luchadores por los derechos propios y ajenos que vinieron después, la sociedad en la que vivimos. Eso ya es parte indisociable de la identidad asturiana. ¿Hay alguna bandera de la que se pueda sentir más orgullo?

- Cine, radio, televisión, proyectos para internet, novela,… muchos son los terrenos en los que su carrera ha transitado hasta la fecha. ¿En qué traje se siente más cómodo o, como en el caso de la multidisciplinariedad de un David Lynch, forman parte de un todo orgánico?

-Salvando las inmensas distancias del paralelismo que propone la pregunta, conceptualmente sí, forman parte de un todo orgánico. Me interesa lo procesual y todo suma en la configuración de la mirada a través de la que observo el mundo. El cine es el lenguaje en el que más me interesa  experimentar. Mi manera de resistir.

- ¿La Asturias de 2019 es un drama, un thriller o una tragicomedia?

-Es una gran oportunidad. Las derrotas del pasado o del presente pueden nutrir las victorias del futuro.

- Usted es habitual del FICX, a ambos lados de la barrera. ¿Cómo ha vivido su evolución, especialmente en los últimos años con tantos cambios, algunas polémicas y renacimientos?

-Todo en Occidente está en proceso de cambio, los festivales de cine no son una excepción. Es indiscutible que bajo la dirección de Alejandro Díaz Castaño el FICX ha comenzado a colocar las películas asturianas su lugar natural dentro del certamen en base a su propuesta cinematográfica. Es una posición justa, valiente, y necesaria en la que se debe profundizar. El FICX puede, y debe, ejercer de manera normalizada una labor muy positiva en el ordenamiento del panorama fílmico asturiano.

- ¿Qué ingredientes cree que hacen de este festival algo especial y, en cierta manera, diferente a otros que tienen lugar en España?

-Es un festival con una trayectoria sólida durante muchos periodos, con un peso histórico que debe mantenerse en el presente y proyectarse hacia el futuro. El crecimiento incuestionable es un lastre de nuestro tiempo, nunca olvido que Asturias tiene una fuerte tradición minifundista. Hacemos cosas pequeñas y las hacemos bien. Me parece una postura inteligente para existir en la vorágine global. Probablemente el camino pasa por redimensionar en base a su esencia y, a la vez, fortalecer. Y para hacerlo es vital reforzar y estabilizar tanto su financiación como su equipo profesional.

- ¿Tiene ya en su cabeza su próximo proyecto?

-Hay una serie de temas que tengo presentes permanentemente, no es difícil rastrear los intereses que mueven mis obras. No obstante, «Un fantasma recorre […]» acaba de arrancar su camino, tocará acompañarla y reflexionar con tranquilidad sobre los próximos pasos.