La llegada del «streaming» y la eclosión de las mujeres creadoras marcaron la ficción televisiva de los últimos años

En la primera primavera de la década que ahora concluye, el mundo se paralizó con la emisión del episodio final de Perdidos, la producción de J.J. Abrams que elevó la ficción televisiva a la categoría de acontecimiento planetario. Fue aquel un indicio de todo lo que estaba por venir. Diez primaveras después, el final Juego de tronos en HBO cerró un fenómeno global que alcanzó un impacto cultural sin precedentes. En todo ese tiempo transcurrido entre un título y otro, la ficción seriada vivió su eclosión como la gran forma de entretenimiento masivo, experimentó transformaciones como el nacimiento del streaming y llevó la sobreproducción más allá de los límites de lo que el mercado consigue abarcar. Varios títulos memorables marcaron la década dorada de las series

Un fenómeno cultural

«Juego de tronos» y la fantasía épica. A lomos de dragones que escupían fuego, Juego de tronos se erigió como la gran serie de la segunda década del siglo XXI tanto por su repercusión como por sus datos de audiencia y por el fenómeno cultural que ha supuesto. «Es la serie que cambió la narrativa moderna, la manera de contar historias y probablemente sea el último gran fenómeno seriéfilo que seguiremos semana a semana», asegura Elena Neira, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y experta en nuevos modelos de distribución audiovisual. La serie de David Benioff y D.B. Weiss fue la gran apuesta de HBO entre el 2011 y el 2019 y su impacto global marcó un antes y un después para el mundo de las series.

De «Transparent» a «Fleabag»

Las nuevas voces femeninas. Para Jorge Carrión, autor de Teleshakespeare (Errata Naturae), también Juego de tronos fue el «fenómeno sin precedentes» de la década y el contrapeso de los creadores masculinos a la gran eclosión de la ficción contada por mujeres que ha marcado estos años. «Yo diría que esta década ha estado caracterizada por dos cambios importantes respecto a la primera: la llegada de creadoras y de historias de mujeres al ámbito del prestigio y del reconocimiento y la irrupción de las plataformas. Por eso los títulos más emblemáticos podrían ser Transparent, de Jill Solloway; La maravillosa señora Maisel, de Amy Sherman-Palladino, o Fleabag, de Phoebe Waller-Bridge, para Amazon», sostiene. La de Lena Dunham en Girls fue otra voz femenina de estos tiempos que aspiró hablar en tono realista en nombre de la generación millennial.

Un nuevo modelo

Y en el 2013 llegó Netflix. Cuando arrancó la década, Netflix era una empresa de alquiler de películas. En el 2013, con series propias como House of Cards y Orange is The New Black, puso en marcha su modelo de distribución de televisión por Internet, el popular streaming, que impulsó la transformación de los modelos de distribución. Sus efectos a lo largo de la década se han expandido y han dejado huella en las series. «Lo que se ha producido en este tiempo es un acortamiento muy sensible de las temporadas. Cuando se pasaban en un sistema de radiodifusión, estas estaban pensadas para ocupar toda una temporada televisiva, empezando en septiembre y alargándose hasta la primavera. Ahora hablamos de series que tienen un promedio de ocho a trece capítulos y se consumen en un suspiro», explica Elena Neira. La propia disciplina de la duración también se ha transformado sustancialmente. «En una parrilla un episodio tiene que durar un tiempo determinado para adaptarse a un horario concreto. Ahora nos encontramos con series pensadas para el streaming cuya duración varía en función de lo que el director quiere contar. Eso es una transformación profunda». Neira asegura que no fue Netflix la que inventó el maratón de series, pero contribuyó a popularizarlo. «House of Cards fue la primera gran producción de Netflix en la que se plantearon estrenarla toda de golpe. Descolocó mucho a la industria cómo una serie con semejante elenco y semejante presupuesto se iba a quemar en un solo fin de semana. Pero se hizo precisamente con esa premisa de su creador: ‘‘Vamos a paralizar Norteamérica un fin de semana’’. Tuvo un cambio estructural profundo en la manera que tenemos que consumir las series».

«Walking Dead»

Apocalipsis zombi y otras distopías. Más longeva que Juego de tronos y aún en emisión, Walking Dead fue otro gran fenómeno televisivo que se expandió a lo largo de la década con su apocalipsis zombi en un planeta asolado por una pandemia. Su resultado, sin embargo, ha sido más irregular y, mientras la serie basada en los libros de George R.R. Martin fue ganando adeptos a medida que transcurrían las temporadas, la adaptación de los cómics de Robert Kirkman se ha ido dejando espectadores por el camino. La segunda parte de su décima temporada se estrenará en febrero. Las distopías, esas ficciones que se ubican en sociedades venideras inestables y en contextos poco halagüeños, han tenido mucho espacio en la ficción del nuevo milenio. The Leftovers, The Handmaid’s Tale e incluso Black Mirror se alimentaron de ese temor a que el futuro desconocido pueda volverse en contra. 

«Homeland»

Un final inminente. En la primera década del siglo XXI la gran Carrie de la televisión era la protagonista de Sexo en Nueva York. En esta segunda década, hubo otra, Carrie Mathison, la agente de la CIA con trastorno bipolar que protagoniza el thiller de terrorismo y espionaje Homeland. La serie fue sorprendente en sus primeras temporadas, en las que la actriz Claire Danes ganó dos veces el Emmy y el Globo de Oro por un papel que brilló mientras tenía como antagonista al sargento Nicholas Brody. Ya agotada, la serie pondrá su punto final en el 2020.

«The Good Wife»

El legado de Alicia Florrick. En los primeros años de la década, el drama legal protagonizado por Alicia Florrick se convirtió en uno de los títulos de referencia. Su legado se perpetúa en la serie derivada The Good Fight, que desarrolla el personaje de Diane Lockhart y se centra en el día a día de un despacho de abogados en Chicago. Esta suma ya tres tempordas y ha renovado por una cuarta. Los creadores de ambas son Robert King y Michelle King, matrimonio de abogados y guionistas.

De «Downton Abbey» a «The Crown»

Las grandes producciones británicas. Hay algo en las ficciones británicas de época, sean históricas o ficticias, que nunca defrauda. En esta década brillaron títulos como Downton Abbey, la adaptación de Sherlock, Peaky Blinders y la trayectoria de Isabel II contada por The Crown.

«La casa de papel»

Las series que se exportan. El concepto de serie exportable al principio de esta década pasaba necesariamente por un producto de factura americana. Pero todo eso cambió con las plataformas y, muy especialmente, con una serie española. «En términos de transformación de géneros y de cómo hemos superado definitivamente la limitación del contenido nacional a la hora de producir audiencias internacionales probablemente el mejor ejemplo es el de La casa de papel -afirma Elena Neira-. Después de haber pasado por Antena 3 con una audiencia razonablemente buena, al llegar a Netflix se convierte en un acontecimiento insólito en términos de consumo en otros países y en términos de demanda real y de gente enganchada al fenómeno». Su tercera temporada fue el estreno de Netflix más popular en España de este año. La cuarta entrega llegará a todo el mundo el 3 de abril del 2020.

«Breaking Bad»

El triunfo de los antihéroes. Walter White, el profesor de química desahuciado protagonista de Breaking Bad que cruza todos límites para ayudar a su familia, se ha convertido en uno de los antihéroes más icónicos de la ficción de los últimos años. Lo acompaña en esa lista Don Draper, ese genio de la publicidad que explicaba en Mad Men que el amor no es más que un invento diseñado por hombres como él para vender medias.

Buscar al asesino

Los crímenes, ficción y realidad. La búsqueda del asesino es un género incombustible que ha dado en los últimos tiempos títulos de referencia como The Killing, Fargo y la primera temporada de True Detective. En la vertiente más próxima a la realidad, destacó la antología basada en crímenes reales American Crime Story, con los casos de O.J. Simpson y Gianni Versace. El true crime también tuvo un papel importante en el despegue experimentado por el género documental. «La no ficción seriada es un subgénero que no se había tratado hasta la fecha. Tenemos Making a Murderer, el caso de las niñas de Alcasser, El pionero, Muerte en León... Que el espectador de ficción haya decidido abrazar este género es muy interesante y se debe a las plataformas de streaming que han apostado por él», subraya Elena Neira.