Por Colombrinas, aflamencando México

Yolanda Vázquez

CULTURA

La cuarta edición de Encuentro con los Maestros, cita anual con el flamenco en la villa de Colombres, se salda, pese al Covid, con notable éxito y beca a cuatro alumnos. Dos de ellos recibirán clases en el Ballet Nacional de España

07 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Yendo al grano, si algo determina que un magisterio o unas clases sean buenas, es que quien te enseña y dirige no solo tenga rollo bueno, sino que sepa abrir cabezas siguiendo unos pasos para ofrecer conocimiento a cuerpos abiertos: los hablantes aprendiendo; pero todo eso sin que apenas se note, saliendo de modo natural, como si no se ofreciera. La enseñanza en un transferible; algo parecido. Pues así, de forma tan sabia y ponderada, fue como durante dos semanas, del 16 al 30 de agosto, los 30 alumnos del IV Encuentro con los Maestros en Colombres (Rivadedeva) se discurrieron en enseñanzas, experiencia, trabajo y, también, por qué no decirlo, sentido de familia, en la iniciativa formativa más importante del flamenco en agosto en España; tanto, que ni el patógeno chino pudo con ella. El éxito fue la convivencia y el respeto de los propios alumnos; una experiencia que se trasladó al escenario el pasado 29 de agosto, en el fin de fiesta final, con la representación del trabajo desarrollado durante quince días. [Y señores, ¡vaya lío!]

Bajo la denominación Que nos vaya bonito, y haciendo bueno el espíritu con el que nació la cita, los Jardines del Archivo de Indianos-Museo de la Emigración y el Albergue Devatur-El Cantu fueron los espacios que se ocuparon de fomentar la internacionalización de la cultura española y sus relaciones con Hispanoamérica, que tiene como objetivo prioritario unir márgenes y orillas a uno y otro lado del Atlántico a través de la música, la danza y la memoria histórica; un punto este último que nunca se pierde de vista y que insta a recuperar la hilazón de intercambio que coexistió entre pueblos, pareceres y políticas. Por eso este año la experiencia artístico-formativa se ha dedicado enteramente a México, el país nación de la cultura azteca. Al no poderse celebrar la tradicional Feria del Indiano, se han decidido redoblar esfuerzos en ese sentido, y darle bola todo lo que se pueda al rango del intercambio y la internacionalización.

Colombres celebra una cita con la danza española y el flamenco desde hace cuatro veranos y los medios informativos se han hecho eco del tema porque los maestros que vienen son de sobra conocidos en el panorama nacional e internacional, caso de Antonio Canales, padrino del proyecto desde sus inicios, o Rubén Olmo, actual director del Ballet Nacional de España (BNC), que estuvo junto con Canales impartiendo duende en 2019. Esos son, digamos, los enganches más conocidos; pero la cita es mucho más y va mucho más allá. Y ese algo más allá es lo que se trata de explicar con este artículo, en el que se enraíza a la par el hecho de contar lo que sucedió el pasado sábado con lo que supone una cita de esta calidad formativa hecha desde Asturias.

Condensemos un poco desde el principio. Un reducido grupo de personas, capitaneadas por la madrileña de Alcalá de Henares María Herrera, funcionaria en Madrid del cuerpo de la administración de Justicia, es, desde siempre, una apasionada de la danza española y el flamenco; y asidua de los veranos de la costa oriental asturiana desde hace más de veinte años. Ella es la artífice y cabeza visible que, junto a un reducido grupo humano, se enfrasca cada año en organizar, en su tiempo libre (y por amor al arte), este encuentro, que cada verano intenta aportar cultura desde la docencia y la historia. Desde Madrid, compagina su trabajo con la gestión de la iniciativa, que este año, y pese al Covid, se celebró, no solo con total normalidad, sino que se ha convertido en una referencia de cómo se pueden hacer las cosas sin que pase nada: una iniciativa no institucional y por libre se alza como ejemplo y pauta. Casi nada.

La cita, que ya piensa en el próximo verano, culminó, el pasado sábado 29 de agosto, con la representación de un espectáculo flamenco dedicado por entero a México en los jardines del Archivo de Indianos de Colombres, y que a tenor de lo visto y de la envergadura que ha cobrado la muestra, la dotación de infraestructura, carpa e instalaciones exteriores, se ha quedado bien pequeña. Este año y por razones de seguridad sanitaria, la representación tuvo dos pases. En cualquier caso lo que necesita ya la iniciativa es de otros moldes materiales que garanticen tanto el fondo artístico del espectáculo como la comodidad y ergonomía de los cambios de cuadro y escena y, por supuesto, parametrizar mejor las dimensiones de los aspectos técnicos (tarima, mapa de luces y sonido) y seguridad. (Ojalá que el año que viene la implicación de más instituciones y posibles patrocinios, etc… se vaya materializando con verdadera implicación).

El cuadro docente y el alumnado   

Una treintena de alumnos, de entre 16 y 23 años, asistieron a las clases de un cuadro de profesores excepcional, que armó su didáctica para testar las bases del flamenco, corregir errores y dar idea mental de cómo deben dirigirse los pies para zapatear y hacer música, o hermosear al aire brazos como palomas. Y todo ello comenzó con grandes dosis de entrega, humedad, calor y mascarilla, pero se acabó sin ella. Ni un solo contagio, ni un solo incidente. Nada. Cultura segura y asegurada, podríamos decir.

Los alumnos de danza española, procedentes de conservatorios profesionales de Alicante, Cádiz, Granada, Madrid, Valencia y Valladolid, descubrieron durante quince días cómo hacer piña, en torno a un espacio verde y no típico para el flamenco, y abordar desde la sencillez el trabajo de clase pese a la situación de excepcionalidad. Todos se agruparon en torno a lo mismo: respeto, muchas ganas de aprender, ayuda mutua y entusiasmo sin límites.

Y es que el cuadro de profesores alimentó todo eso; un equipo docente excepcional, no solo por el magisterio y trayectoria curricular, sino por la sincera implicación que demuestran en unas condiciones, ahora ya demasiado básicas. El caché académico de la cita se ciñó a Arancha Carmona, actual directora del Conservatorio de Danza Mariemma, y a Ángel Rojas, director de Flamenco Madrid y ahora enfrascado en la dirección artística del nuevo espectáculo de Farruquito, además de haber formado compañía con Carlos Rodríguez y de haber creado el exitoso espectáculo Titanium. También el gran maestro Currillo Franco; y, por supuesto, el padrino del proyecto, el gran Antonio Canales. La ligazón de Canales con el proyecto se forjó desde el inició por su vinculación personal con el oriente asturiano; pero digamos que el germen nació en 2017, cuando, en aquella ocasión, fue el pregonero de las fiestas de la villa colombrina.

Pero sin duda alguna quien ha tenido mucho que ver en cómo han salido las cosas y en cómo treinta estudiantes se han hecho uno, es el director de escena y titular de la compañía de teatro, Alejandro Torregrosa, un profesional volcado por completo en el alumnado. Tanto es así, que las mayores salvas de aplausos_tacón al final de la representación fueron las de los alumnos.

La presencia de un director de teatro como Torregrosa en la cita obedece, entre otras cosas, a la esencial necesidad de que los alumnos de danza sepan y entiendan desde el inicio la importancia de la dramaturgia bailada en escena y a qué principios dramáticos se debe. Es necesario que un bailarín sepa de todo ello y por qué. La danza, como arte escénico, se obliga, desde su propia narrativa, a forjar un lecho de lectura que impregne de comprensión literaria y literal la dimensión no verbal del cuerpo que baila. Es completamente imprescindible; de lo contrario no sería danza.

La actuación: los aprendices hacen duende

Así que lo aprendido durante quince días culminó en un espectáculo que se organizó en dos pases para el público y que se dividió en seis cuadros, donde se saltó de México a España y viceversa con carisma, cariño y donosura de pies y cabezas. Se comenzó rindiendo homenaje al azteca, y tanto los estilismos de los alumnos como la letra y arreglo musical explicaron al público el título de la representación: Que nos vaya bonito.

De segundo plato, y para ir de allá para acá, se incorporó al programa la gaita de la mano de Santiago Galguera, joven danzarín y gaitero del pueblo de Naves (Llanes) que musicó con soltura el segundo cuadro, y quien resultó seleccionado para disfrutar de una de las becas de formación que se repartieron al final de la velada para tomar clases con el Ballet Nacional de España en Madrid.

La representación, pese al diluvio universal que cayó sobre la carpa, contuvo las esencias primeras de lo más puro de la danza española y la hondura suficiente para explicar cómo se forja un cuerpo para el flamenco: la arboladura de abajo: pies, piernas y cadera; y la arboladura de arriba: torso-espalda, brazos (manos y castañuelas) y cabeza y cara. Todo eso nos enseñaron. Y los treinta lo hicieron bien bonito, pese a lo justísimo del entarimado; hasta compañerismo se vio en eso. Digno y precioso. La percusión en tabla; el zapateo de los jóvenes hizo pobre la tormenta. Luego sobrevino uno de los momentos más atractivos del espectáculo, la vuelta a la mar a través de manos con concha de vieira, el ruido del choque de conchas para hermanar aguas en latitudes distintas. El carisma del agua en seco.

La intervención del maestro Canales en el espectáculo se ciñó a contar, mientras se simulaba una clase, su relación con el Principado y el porqué de la singularidad de apostar por una iniciativa de este tipo; mientras, los alumnos atentos ejecutaban las encomiendas marcadas.

El resto de las becas de formación, también para recibir clases en el Ballet Nacional de España, recayeron en Rubén Rojo, un chiquitillo que apunta unas maneras de impresión. Sorprendentes las hechuras de su duende. Las otras dos ayudas permitirán becar a Patricia Almagro y Alejandro Espinosa, que repetirán el año que viene en la quinta edición del Encuentro con los Maestros; que, como avance y en exclusiva para LA VOZ DE ASTURIAS, el próximo verano organizará su flamenco en verde en torno al epígrafe “De vuelta a España”, que dedicará sus esfuerzos a realizar un recorrido musical y coreográfico desde Lorca a Lola Flores.

A modo de coda final, por primera vez este año las clases abrieron su oferta también a músicos, dando la oportunidad a varios jóvenes de formar un pequeño grupo de cámara y acompañar a los alumnos de danza. Así, este agosto La Nueva Indiana, bajo la dirección musical de Francisco Fernández, enseñó a los alumnos la creación de versiones musicales siguiendo varios estilos y palos de flamenco.

Ficha Técnica IV Encuentro con los Maestros

Programa de formación, producción y exhibición artística

Colombres (Rivadedeva). Del 16 al 30 de agosto de 2020

Que Nos Vaya Bonito

Maestros de danza española y flamenco

Antonio Canales

Ángel Rojas

Arantxa Carmona

Currillo Franco

Colaboración especial de Santiago Galgera (gaitero y danzarín tradicional asturiano)

Componentes miembros de La Nueva Indiana

Francisco Fernández (piano)

Carla Pérez (flauta)

Pedro García (guitarra)

Isabel Anaya (chelo)

Juanma de las Heras (percusión)

Paula Zambrano (voz)

Los músicos proceden del Conservatorio Profesional de música Teresa Berganza de Madrid, Premio Nacional de Educación.

Villa de Colombres, 29 de agosto. Hora: 19:30 y 21: 15. Jardines de la Fundación Archivo de Indianos-Museo de la Emigración. Rivadedeva, 2020.