Triunfo deslumbrante del cine del coraje con la Concha de Oro para la perturbadora película georgiana «Beginning»

José Luis Losa SAN SEBASTIÁN / E. LA VOZ

CULTURA

La directora georgiana, con la Concha de Plata a la mejor dirección, uno de los premios cosechados por «Beginning»
La directora georgiana, con la Concha de Plata a la mejor dirección, uno de los premios cosechados por «Beginning» VINCENT WEST | reuters

27 sep 2020 . Actualizado a las 09:50 h.

Esta 68.ª edición de San Sebastián, que ya había adelantado a lo largo de estos nueve días una victoria prioritaria -la de devolver a demostrar que un festival presencial puede desarrollarse con seguridad- consiguió este sábado otro triunfo esencial: el del cine como arte de la creación, del riesgo y de la exploración de horizontes, al otorgar el jurado presidido por Luca Guadagnino la Concha de Oro a la torrencial película georgiana Beginning, que es además la ópera prima de la directora Dea Kukumbegashvili. Pero no acaba ahí la cosa. Porque el filme georgiano se llevó hasta tres premios más, el de mejor dirección, mejor actriz para Ia Sukhistashvili y mejor guion.

Este reconocimiento al filme auténticamente esencial de los catorce de la competición oficial hace un bien enorme a este festival, casi siempre dañado por decisiones medrosas o absurdas a la hora de conceder sus jurados los premios. Porque es Beginning obra que genera ondas expansivas en sus imágenes perturbadoras, las que exhalan la violencia que provoca en una mujer -y en una comunidad religiosa de Testigos de Jehová- las actuaciones de un grupo parapolicial en un Estado fallido. Y, en concreto, la manera en que la directora Kukumbegashvili construye esa agresión en una dualidad clave, y de fuerza avasalladora, de planos oscuros y opresivos -los de un acoso verbal aterrador- y otros abiertos, donde una violación es avizorada en la impotente lejanía y ahogada por la banda sonora del curso de un río y no de los gritos de horror y crueldad de la acción que se está produciendo.

De paso, esto es una derrota en toda regla de un sector mainstream de la crítica más retardataria, que estos días generó mucha bronca: el mismo que abandonó la proyección del filme georgiano a los cuarenta minutos, en el curso un largo plano fijo en picado de su actriz violentada. Y que luego se permitió insultar a la película y a todos los profesionales que se quedaron y vieron Beginning en su integridad, como es deontológicamente necesario. Algún diario y alguna emisora de radio principalísimos deberían recapacitar sobre la agresión a la cultura y al rigor en su tratamiento que suponen determinados frívolos estrellatos propios de celebrity y no de crítico de cine leal a su compromiso y a sus lectores.

Beginning era una de las apuestas reales del pope de Cannes, Thierry Fremaux, para el pasado mayo. Es esa obra que hubiera sacudido la Croisette y que marcará el cine más creativo de este feo 2020. De entre las muchas baratijas que Cannes exportó con su label, San Sebastián ha gozado del acierto de atrapar también esta película germinal -su autora debutante entra ya en en el gotha internacional- y hay que celebrarlo sin ambages.

El alcohol y otras drogas alfombran los galardones para Mikkelsen por «Druk» y para el documental sobre The Pogues

Lo poco que dejó en el palmarés el tifón georgiano son premios razonables. Me parece inapelable el premio como mejor actor al gran Mads Mikkelsen. Él hace mucho por energizar la historia de alcohólicos nada anónimos de Druk, película de embalaje resultón de Thomas Vintenberg, con el vodka y la presión luterana en su trasfondo. Y aunque hay bastante de canónico en el documental de Julien Temple ?producido por Johnny Depp- Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan, sobre el desvencijado líder de los irlandeses The Pogues, es cierto que aunque sobre al filme de Temple la presencia vacua, como maniquí, del exlíder del Sinn Féin, Gerry Adams, escuchas con agrado al cansado juglar de la Irlanda apaleada hablar de las hambrunas de la patata, del imperialismo británico, de los himnos del desgarro borrachuzo. Y la figura de MacGowan, tan desbaratada por los excesos de la politoxicomanía aún encabalga escepticismo y lucidez.

La fotografía de Any Crybabies Around?, del japonés Takuma Sato, no es lo mejor de esta historia sobre un hombre que en la noche de Navidad sale desnudo en televisión. Pero es una película no desdeñable, con un arranque -el de esos ogros que asustan a los niños como tradición para hacerlos más fuertes- bastante poderoso. De la foto se queda fuera la película de François Ozon Verano del 85, que es, en todo caso, de lo menos brillante de la filmografía del infravalorado director francés. Y también la argentina Nosotros no moriremos nunca, estimulante ejercicio sobre el aura de los no-vivos. Es imposible poner un pero al valor de Guadagnino, Michel Franco, Joe Alwyn, Marisa F. Armenteros y Lenna Mosum. Como sucedió en Venecia con Nomandland, en un año de penurias han elevado a este festival hacia alturas nunca conocidas.