Pablo Agüero: «La Inquisición es un período clave para comprender el presente»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Pablo Agúero, durante el rodaje de «Akelarre»
Pablo Agúero, durante el rodaje de «Akelarre» david herranz

El director estrena «Akelarre», un filme feminista sobre la caza de brujas, ambientado en el País Vasco del siglo XVI pero con lecturas actuales

29 sep 2020 . Actualizado a las 08:48 h.

En el País Vasco de 1609 un grupo de amigas celebra una fiesta en el bosque, por lo que son apresadas por los inquisidores, que las acusan de brujería. Este es el punto de partida de Akelarre, el filme del cineasta argentino Pablo Agüero (Mendoza, 1977), que llega el viernes a las salas y que propone una lectura feminista y actual de las cazas de brujas.

-En las notas del director comenta que muchas películas que abordan temas similares lo hacen desde una mirada misógina. ¿A qué factores cree que se debe?

-Hemos sido educados por la Inquisición. Los manuales de los inquisidores proponían «educar al pueblo con el terror ». Esa educación duró siglos. No es sorprendente que aun nos cueste liberarnos de ella. La mayoría de los escritores y cineastas, incluso sin malas intenciones, acaban reproduciendo el discurso de los inquisidores con todos sus clichés: que había realmente brujas (lo cual justifica de cierto modo su persecución), que eran viejas, feas, etcétera… Cuando es en realidad podemos construir historias con la misma carga de suspense, emoción e incluso humor sin caer en esos eternos arquetipos caricaturales.

-El arranque de la película pasa de una escena inquisitorial en la noche a la intensa luminosidad de las chicas en el acantilado. La oscuridad y la negrura frente a la luminosidad y la vitalidad...

-Es lo que llamamos «oscurantismo», fue una visión muy oscura y represiva del pensamiento religioso que se oponía a toda forma de libertad. Por eso toda la película está basada en esa oposición brutal entre la luz y la oscuridad.

-Después, las chicas conversan sobre la navegación: Unas dicen que las mujeres no pueden navegar, pero otras: las mujeres responden que claro que pueden. Un diálogo que podría darse hoy en día, solo que cambiando la navegación por la ciencia, la judicatura…

-Las discriminaciones de hoy son hijas de las de ayer, que fueron fruto de una política global. Por suerte estamos tomando consciencia de ello poco a poco. Espero que Akelarre aporte su granito de arena. Ademas de divertir, asustar y emocionar, idealmente.

 

Amaia Aberasturi interpreta a Ana, una de las chicas acusadas de brujería
Amaia Aberasturi interpreta a Ana, una de las chicas acusadas de brujería david herranz

-Otro diálogo que suena actual es el de los inquisidores: además de aludir a religiones «infieles» y extranjeros, llama la atención que crean que las ideas paganas entren en el país como polizontes de los barcos pesqueros.

-El juez tenía realmente esa teoría de que los « demonios paganos », expulsados de las Américas por los evangelizadores, se subían a los barcos de los vascos para invadir Europa. Me sorprendió constatar que cuatro siglos más tarde podemos oír casi lo mismo, formulado de un modo levemente diferente. Asustar a la gente siempre ha sido un método de los poderosos para mantenerse en el poder. Hay una gran cantidad de frases en la película que parecen actuales. Por eso la Inquisición es un período clave para comprender el presente. Y por eso mismo jugué mucho con una estética contemporánea. Para que comprendamos que Akelarre nos habla de nosotros. Y también para evitar unos cuantos manierismos de las películas de época que me parecen sumamente aburridos.

-En Galicia las meigas son parte importante del imaginario popular. ¿Han aparecido de alguna forma en el proceso de investigación del filme?

-Sí, fue una influencia, quería inspirarme en diferentes culturas regionales para hacer sentir al espectador que no es solo una historia de los vascos, sino de todos los pueblos europeos, todos fueron reprimidos, sus idiomas y sus culturas locales fueron demonizados… Pero siempre subsistió una forma de resistencia popular, como lo es esta visión positiva que encarnan las meigas.