El Nobel premia a las Princesas de Asturias de la revolución genética

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Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, en Oviedo
Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, en Oviedo

Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna son dos de las siete mujeres que han recibido el premio en 112 años

07 oct 2020 . Actualizado a las 16:54 h.

La francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna, premio Nobel de Química de este año, son las autoras de una de las mayores revoluciones de la genética, la técnica más precisa, barata y efectiva para reescribir el código de la vida. Las investigadoras ya recibieron en el año 2015 el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por sus avances sobre una técnica de edición del genoma.

Ambas científicas, dos de las únicas siete mujeres que han recibido el Nobel de Química en los 112 años de este galardón, fueron incluidas en 2015 en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo que elabora la revista estadounidense «Time».

Charpentier, nacida en Juvisy-sur-Orge (Francia) en 1968, es profesora e investigadora en microbiología, genética y bioquímica. Actualmente es la directora científica y ejecutiva de la Unidad Max Planck para la Ciencia de los Patógenos, con sede en Berlín.

Estudió Biología, Microbiología, Bioquímica y Genética en la Universidad Pierre y Marie Curie (UPMC) de París, entre 1986 y 1992, y a continuación inició su carrera como profesora e investigadora en el Instituto Pasteur, como indica su biografía en la Sociedad Max Planck.

Después saltó a Estados Unidos, donde realizó un posdoctorado en la Universidad Rockefeller de Nueva York, y trabajó como investigadora en el Centro Médico de la Universidad de Nueva York, el Hospital de Investigacion Infantil de San Jude y en el Instituto Skirball de Medicina Biomolecular.

De regreso a Europa, donde comenzó con una estancia en la Universidad de Viena -donde llegó a ser la responsable de los Laboratorios Max F. Perutz-. Tras pasar por Suecia, llegó a Alemania, donde se desempeñó en el Centro Helmholtz de Investigación Infecciosa de Braunschweig y en la Escuela Médica de Hannover.

En 2014 fue nombrada profesora Alexander von Humboldt y, un año más tarde, miembro científico de la Sociedad Max Planck. Entonces asumió la dirección del Instituto Max Planck de Biología Infecciosa, que ocupó hasta 2018, cuando fundó el Instituto Max Planck para la ciencia de los Patógenos, de la que es directora científica y ejecutiva.

Charpentier ha obtenido numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera, entre los que destacan el Princesa de Asturias de Investigación en 2015 y el premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina de la Fundación BBVA en 2017.

Otros galardones incluyen el Wolf de Medicina (2020), el Harvey (2018), el premio Centro medico albany (2017), el John Scott (2016), la medalla Wilhelm Exner (2016) y el Leibniz (2016).

Además, ha recibido la Legión de Honor francesa (2016) y la Orden del Mérito alemana (2019), así como doctorados honoríficos en una decena de universidades de Europa, Norteamérica y Asia.

Doudna, por su parte, nació en Washington en 1964 y es catedrática de Bioquímica, Biofísica y Biología Estructural en la Universidad de California, Berkeley, según la página web de este centro de estudios. Recientemente se ha volcado en la investigación del coronavirus, concretamente en el desarrollo de test de COVID-19 mediante saliva.

Estudió y se doctoró en el Colegio Médico de Harvard (1989) y desde 1997 es investigadora en el Instituto Médico Howard Hughes. Desde hace dos años es también investigadora sénior en los Institutos Gladstone.

Ha recibido numerosos reconocimientos a su labor, como el premio Wolf (2020, el LUI Che Woo a la Mejora del Bienestar (2019), el Kavli (2018), el premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina de la Fundación BBVA en 2017, el Japón (2016) y el Princesa de Asturias de Investigación (2015), compartido con Charpentier.

Además de su labor científica, Doudna ha impulsado el debate público en torno a las implicaciones éticas de la posibilidad de editar el genoma humano con técnicas como la que le ha valido el Nobel de Química. EFE