Tessa Hadley: «Creo que mi autoridad y sentido de lo que tenía que decir no se formó hasta que cumplí los 40»

CULTURA

M. Vessey

Es una de las revelaciones de la literatura británica, y ya se puede leer en castellano

09 feb 2021 . Actualizado a las 09:21 h.

Las cosas más comunes parecen ahora un sueño feliz, como cenar con los amigos, confiesa Tessa Hadley (Bristol, 1956). La escritora a la que la fama internacional le ha llegado cumplidos los 60 ha aprovechado el confinamiento para terminar su próxima novela de la que nos adelanta título, Free Love. Desde su casa en la campiña inglesa nos habla de Lo que queda de luz (Sexto Piso), su primer libro traducido al castellano. Una historia de dos parejas aparentemente plenas, Christine y Alex, Lydia y Zachary, cuyo mundo se desmorona ante la muerte repentina de uno de ellos.

-«Los niños saben que los amigos no pueden hacerse, sino solo encontrarse… o volver a perderse», escribe una de sus protagonistas. ¿Qué traición duele más, la de un amor romántico o la de un amigo?

-En cierto modo, en esta novela he reproducido un patrón muy convencional donde el poder de la atracción sexual entre un hombre y una mujer sobrepasa el vínculo entre dos amigas. Me encantaría escribir una historia en la que la lealtad supere la tentación, porque, por supuesto, esto sucede todo el tiempo, en la vida. Quizás sea más difícil convertir la lealtad en una «historia». La historia de la novela aquí surge de la violenta interrupción que trae la traición. Christine es más escéptica sobre el amor romántico. Y, sin embargo, en una carta le escribe a Lydia sobre la química y la magia de la amistad, es tan intuitiva e involuntaria como el amor sexual. Para Lydia, la verdad de su amor por Alex es abrumadora, más importante que todo lo demás. Ella sacrifica su amistad femenina por ello.  Y supongo que esa es la moraleja de esta historia: todo se puede romper. Creo que lo que nos promete el arte es que todavía puede haber significado e interés al otro lado de la quiebra. Esa es la promesa que siempre he tomado de los libros, películas y pinturas que más amo: que nada es seguro, pero siempre es interesante, siempre forma parte de toda la historia.

­-Lydia dice sobre Christine: «Tiene sus propias ideas; no es como yo, no se limita a seguir lo que piensan los demás». ¿Divide a las personas en estos dos grupos?

-He caracterizado dos versiones muy diferentes de la feminidad de finales del siglo XX (Lydia y Christine crecieron en la década de 1980). Estas dos mujeres inteligentes realmente se aman y aprecian las cualidades de la otra, -como en las citas me ha dado -, pero sus deseos más profundos son significativamente divergentes. No tomo partido aquí. Estas son solo dos historias diferentes sobre lo que es la vida. Lydia encuentra su yo más profundo a través del amor. Existe porque es amada. ¿Ha sido esa la historia de las mujeres durante siglos? Pero eso no es lo que quiere Christine: al final, sentimos que está reconciliada con su soledad e incluso disfruta de su autonomía, como quizás los artistas masculinos siempre han disfrutado. Y esa puede ser parte de la razón por la que Alex se aleja: ella no lo necesita lo suficiente.

-Pero, a ella, que es pintora y nunca tuvo el reconocimiento de su marido, «le acomplejaba su inteligencia femenina»

-No necesitamos saber si la inteligencia femenina es esencialmente, biológicamente, diferente a la inteligencia de los hombres. Los biólogos y psicólogos pueden luchar con esa pregunta. En lo que respecta a los novelistas: volvemos a ser antropólogos. Lo que sabemos es que las formas de inteligencia masculina y femenina se han nutrido de manera diferente durante siglos y milenios, dentro de nuestras diversas culturas. Gran parte de mi novela está realmente obsesionada con estas diferencias culturalmente desarrolladas entre la forma de pensar de los hombres y las mujeres.En la novela lo plasmo, particularmente, en la relación entre Christine y Alex. He convertido a Alex en un hombre muy masculino, como algunos hombres de mi generación que conozco, en su feroz forma de decir la verdad, su disgusto por el sentimentalismo, sus altos estándares intelectuales, y también en cierta esterilidad, de modo que es demasiado crítico, demasiado purista en sus expectativas del arte como para comprometerse realmente a escribir cualquier cosa. También lucha con su herencia patriarcal, de su atribulado padre escritor y está claro que tiene dudas sobre el arte de su esposa: «brota de ella», es demasiado intuitivo y no lo suficientemente  intelectual. Dejo esta pregunta abierta en la novela que, por supuesto, ¡es sin ilustraciones!, en cuanto a si tiene Alex «razón». ¿Quién sabe lo bueno que es realmente el arte de Christine? Pero quizás preguntar eso no es hacer la pregunta correcta. Conocemos la autenticidad, la seriedad de su compromiso. 

­-¿Puede una pareja durar toda la vida?

­-Siempre pensamos que en el pasado, cuando la regulación social era mucho más fuerte, los matrimonios duraban más. Pero, de hecho, la demografía nos dice lo contrario: la mayoría de los matrimonios hasta tiempos recientes terminaron con la muerte. Ahora, si aguantan, es posible que tengan que permanecer juntos 60, 70, ¡80 años! Christine piensa en eso: en cómo un matrimonio largo se asemeja al desafío de un cuento popular donde, para aferrarse a su amante, la heroína debe abrazarlo fuerte mientras él se transforma en león, ratón, demonio... En la pareja, cada miembro tiene que aguantar mientras el otro cambia de piel. Difícil en la vida, bueno para la ficción, ¿no? Qué tema tan fascinante.

-¿Es más puritana la generación que nació en los 80 que la que vivió su juventud en esta década, como es el caso de los personajes de Lo que queda de luz?

- Aquí, en el Reino Unido, creo que hay una reacción en la generación más joven contra la política sexual radical de los 70 y 80. Hay una desilusión, si se quiere, con aspectos de la libertad sexual. Los hijos de los hippies tienen sus propias ideas sobre las mejores formas de formar una familia. Por otro lado, seamos realistas, ¡algunos genios no se pueden volver a poner dentro de la botella!

-¿Por qué se asocian triunfo y juventud, con especial insistencia en las mujeres? En su caso, su primera novela se publicó cuando había cumplido los 40 años. 

­-En la cultura literaria del Reino Unido ha habido un patrón de mujeres novelistas que comienzan sus carreras más tarde que los hombres. Puede haber todo tipo de razones. Creo que mi autoridad y mi sentido de lo que tenía que decir no se formó hasta que cumplí los 40. Escribí novelas antes (inéditas, gracias a Dios) y no servían, porque estaba en una fase sumisa, imitando lo que habían hecho otros. No hay nada de malo en ello, en el aprendizaje, pero, para hacer algo vivo y libre, tienes que encontrar tu propia historia: la que sea. Afortunadamente, el mercado de las novelas es indulgente. No importa la edad que tengas, siempre que escribas lo que la gente quiere leer.

-¿Se parecen demasiado las novelas a la vida, como piensa Lydia, que en un momento de la acción dice que prefiere leer ensayo?

­-Ella es una soñadora, una romántica. Las novelas dieron forma a su idea de sí misma y a su devoción por la figura de Alex. ¿Cuántos hombres fuertes, enigmáticos y difíciles se han abierto paso a través de las novelas, encontrando a las mujeres devotas adecuadas para domesticarlas y satisfacerlas? Pronto volverá a leer sobre todo eso.

- ¿Qué nos puede adelantar de su próximo libro?

-Lo terminé justo antes de Navidad. Hubo algunas ventajas, al menos para los escritores, con el bloqueo: trabajé mucho. La nueva novela se llama Free Love y está ambientada en 1967 y 1968. Quería escribir sobre ese momento de los sesenta de extrema fractura y cambio, al menos en nuestra vida cultural y política británicas, sospecho que todo puede tener matices muy diferentes en España. Una ama de casa burguesa se escapa con un joven desertor de la contracultura. Quería imaginar cómo la política radical de esa época, tan disruptiva de las normas y valores burgueses, podría expresarse a través del cuerpo de una mujer y su vida sexual. Pero eso lo hace sonar bastante solemne. También es una comedia de modales: en la yuxtaposición de dos mundos tan diferentes. La novela saldrá en enero del 2022, en el Reino Unido y Estados Unidos.