Chris Frantz, peripecias del batería de la banda neoyorquina Talking Heads

G. N. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Chris Frantz, David Byrne y Tina Weymouth, en una imagen de los años setenta. A la derecha, portada del libro de memorias de Frantz
Chris Frantz, David Byrne y Tina Weymouth, en una imagen de los años setenta. A la derecha, portada del libro de memorias de Frantz

El baterista de la mítica formación publica sus memorias en «Amor crónico»

22 feb 2021 . Actualizado a las 08:44 h.

Hay bandas de rock inclasificables que de repente eclosionan como si no se debiesen a nadie, viajan rápido brillando como un cometa celeste y dejan una estela que ilumina la escena musical pero que apenas nadie consigue seguir. Un buen ejemplo podría ser Talking Heads, de la que todo el mundo identifica a su líder David Byrne. El cantante coincidió a comienzos de los años setenta en la RISD (Escuela de Diseño de Rhode Island) con otros dos inquietos jóvenes, Chris Frantz y Tina Weymouth (pareja que acabaría en matrimonio). Él, tocando la batería, y ella, al bajo eléctrico, se sumaron al artista y compositor de origen escocés para montar uno de los grupos más llamativos de la célebre y bulliciosa calle Bowery de Nueva York (dos años después, en 1977, se incorporó Jerry Harrison). Talking Heads forjó su leyenda -la de la música de baile para gente con cabeza- en el mítico club CBGB, en el Lower East Side de Manhattan, por donde pasaban los Ramones, Patti Smith, Television, Blondie o The Police. Ahora, Frantz ha decidido contar aquella historia o, mejor dicho, la suya, porque tanto su propia biografía como su relación con Tina alcanzan un importante protagonismo en Amor crónico (2020), que trae al castellano el sello Libros de Kultrum.

Charton Christopher Frantz (Fort Campbell, Kentucky, 1951) incide precisamente en esa idea de que el grupo no copió el estilo de nadie ni, a su vez, nadie pudo plagiarlo. «Creamos una banda que ya era afterpunk antes de que existiera el pospunk, que ya era nueva ola antes de que irrumpiera la new wave en escena, e indie incluso antes de que hubiera tal cosa». El éxito los refrendó en todos los ámbitos, artístico, crítico y comercial.

La tensión de egos -Byrne parece llevarse la palma- fue minando esta perfecta atmósfera e incluso antes de que el cometa se apagara, Chris y Tina armaron otro proyecto, Tom Tom Club, de cuyo ascenso y declive -tras avanzar en la década de los 80 el sonido de la nueva ola- da cumplida cuenta el batería.

Estas memorias de Amor crónico llegan este lunes a las librerías.