La debacle de España en Eurovisión, cada vez más grave

Laura Placer Breijo
Laura Placer REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

ROBIN VAN LONKHUIJSEN

Blas Cantó firmó el sábado un nuevo mal resultado en el festival y la delegación ya acumula más de medio siglo sin conocer la victoria

24 may 2021 . Actualizado a las 09:41 h.

El 29 de marzo de 1969 España hacía historia en el Festival de Eurovisión. Con Vivo cantando, Salomé protagonizó la primera victoria compartida del festival (cuatro países consiguieron la misma puntuación y la organización no contaba con un sistema de desempate) y además lo hizo solo un año después de que Massiel venciera con La, la, la. Hoy, cincuenta y dos años después de ese momento histórico, España no ha vuelto a conseguir el micrófono de cristal. 

Lo que no dejan de acumular las candidaturas patrias son récords, aunque en este caso sean todos negativos. Somos el país que más años lleva sin revalidar título, la delegación que acumula más ediciones sin entrar entre los cinco primeros clasificados y es el único país que ha obtenido puestos por debajo de la vigésima posición seis años consecutivos, la última de las veces este sábado en Róterdam con la 24ª posición de Blas Cantó. Pero, ¿a qué se deben estos malos resultados sistemáticos? Las últimas ediciones de Eurovisión desmontan muchos de los tópicos que intentan justificar los malos resultados de España.

¿Es por pertenecer al big five?

España, junto con Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido pertenece a lo conocido como big five, esto consiste en que, al ser de los países que más aportan a la Unión Europea de Radiodifusión, todos los años cuentan con una plaza fija en la final. A lo largo de los años este argumento fue calando entre la gente que veía que estos cinco países tenían de forma habitual malos resultados. Sin embargo, de un tiempo a esta parte ese razonamiento ha ido perdiendo peso y la edición de este año ha sido muestra de eso con el gran contraste entre estos cinco países. Italia llevándose la victoria y Francia obteniendo la plata han dejado claro que ser del big five no es un impedimento para lograr un buen resultado. Situación opuesta la han vivido España, Alemania y Reino Unido, los tres últimos clasificados de Eurovisión 2021.

¿Es entonces el idioma?

Algunos señalan erróneamente que las canciones en inglés son más exitosas en el festival porque el resto de Europa puede entender el mensaje. Esta edición ha vuelto a desmontar ese argumento colocando entre los cinco primeros clasificados una canción en italiano, dos en francés y otra en ucraniano. La victoria de Salvador Sobral en el 2017 o la de Ucrania en el 2016 también indican que esa teoría está errada. España, además, ha intentado jugar la baza del inglés con malos resultados. Barei en el 2016 se tenía que conformar con un 22º puesto con su tema Say Yay!

¿Se vota por política?

Es innegable que hay votaciones que tienen un componente político o de «vecinismo», como los 12 puntos que se entregan de forma sistemática Chipre a Grecia y viceversa. Sin embargo, con el sistema mixto de votación en el que la mitad de los resultados los otorga un jurado profesional y la otra mitad el público, el posible efecto de estas votaciones «amañadas» minimiza que esos puntos sean decisivos para la victoria. Además, en los últimos años, los resultados señalan en la dirección opuesta. La victoria de Portugal en el 2017 no se podría explicar por «vecinismo» (solo comparte frontera con España) ni por política, al igual que podría pasar con la de Italia este año (llevaban más de tres décadas sin ganar).

¿Solo ganan canciones movidas? 

Muchos seguidores del festival creen que lo único que puede salvar a España de las últimas casillas de la clasificación es un tema movido pero ese tampoco parece ser el problema. En los últimos años han ganado temas más pausados como Países Bajos en el 2019 con Arcade, Portugal en el 2017 con Amar pelos dois o Austria en el 2014 con Rise like a phoenix. A esto hay que sumar que España intentando llevar la fiesta al escenario de Eurovisión tampoco ha cosechado buenos resultados. Un ejemplo reciente puede ser el de Miki Núñez en el festival del 2019, que tuvo que conformarse con un 22º puesto tras su interpretación de La venda.

Entonces, ¿qué es lo que pasa y cómo se puede solucionar?

Por lo que varios exrepresentantes españoles han ido comentando pasadas sus actuaciones, podríamos estar ante un problema de fondo. Algunos de los artistas echan el balón sobre el tejado de RTVE, alegando que no se trabaja de forma correcta o suficiente ante un evento de las características de Eurovisión. Una de las críticas más recientes salió de la boca de Soraya Arnelas, representante en el 2009. En un coloquio en el que participó llegó a decir que en el proyecto había gente «a la que le da absolutamente igual festival, que probablemente no es eurovisiva, y que tiene su salario a final de mes y no le van a pagar más por ganar o perder». La artista también lamentó que al final «el que paga el pato es el que representa al país y todo el equipo».

Barei, representante en el 2016, también ha dicho recientemente en declaraciones a la Cadena Ser que en su edición se le «había negado la escenografía que había pedido hasta en tres ocasiones» y que llegó a amenazar con retirarse semanas antes de Eurovisión. A estas críticas se han sumado también otros de los rostros del festival como la gallega Lucía Pérez que criticó que TVE ni siquiera hubiese pagado el viaje al compositor de la canción cuando fue a defender ante Europa en el 2011 Que me quiten lo bailao.

Ante este panorama nacen dos vías. La primera, y que sale a la palestra cada año, sería retirarse temporalmente del festival para repensar la forma de trabajar y analizar los fallos que pueden existir. Italia, ganador de esta última edición, utilizó esta vía en 1998 y no volvieron hasta el 2011. Su retorno fue estelar y en la década que llevan desde su regreso han acumulado un oro, dos platas, un bronce y solo han bajado dos veces del top 10.

Sin embargo, los favorables a la permanencia en el concurso llaman a la rentabilidad del producto televisivo aún encandenando malos resultados y creen en una segunda vía: replantearse desde cero las participaciones en el festival pero seguir participando. En la noche del sábado el festival congregó a más de cuatro millones de espectadores, marcando un 29,4 % de share, más del doble de la media mensual de La 1. A esto habría que añadir el escaso coste que tiene la participación de España en el festival. Esta edición RTVE presupuestó alrededor de 600.000 euros para el certamen europeo, una cantidad que puede parecer elevada pero que en comparación con otros productos audiovisuales es muy inferior. Como ejemplo, cada capítulo de  Cuéntame, serie camino de celebrar el episodio 400, ronda los 650.000 euros de coste.