Fotografía post mortem: cómo el retrato de difuntos puede ser terapéutico

Nel Oliveira
Nel Oliveira REDACCIÓN

CULTURA

Algunas imágenes incluidas en el libro «Post Mortem. Collectio Carlos Areces»
Algunas imágenes incluidas en el libro «Post Mortem. Collectio Carlos Areces» Titilante Ediciones

El actor asturiano Carlos Areces y la experta Virginia de la Cruz Lichet publican un libro con 150 imágenes «post mortem»

21 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cuando era muy pequeño, mientras estaba en un funeral, mi padre me animó a acercarme al ataúd para ver el rostro del difunto. Supongo que estaba tratando de hacerme aceptar la muerte como algo natural, pero tuvo el efecto contrario. Esa visión me dio escalofríos y contribuyó a alimentar aún más mis miedos infantiles». Con esta cita del cineasta Alejandro Amenábar comienza el nuevo libro del actor Carlos Areces y la doctora en Historia del Arte Virginia de la Cruz Lichet, titulado Post Mortem. Collectio Carlos Areces (Titilante Ediciones).

El polifacético artista con raíces asturianas ha puesto a disposición de la causa su colección de fotografías post mortem, una disciplina que consiste en fotografiar a una persona recién fallecida. Areces es un entusiasta coleccionista de cómics, libros, álbumes, juguetes y fotografía vintage (post mortem en particular). Durante 20 años, las ha buscado en mercados antiguos, tiendas de antigüedades, casas de subastas y sitios web, en Europa, Estados Unidos y dondequiera que se pudieran encontrar. Fascinado por la belleza de estas imágenes antiguas y la gran cantidad de sentimientos que provocan, su colección de 150 fotografías se reproduce íntegramente en este libro, constituyendo una prueba visual enmarcada entre mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. «La más reciente, que me la dio un amigo de una herencia, es de principios de los 70», asegura el actor.

Imagen incluida en el libro «Post Mortem. Collectio Carlos Areces»
Imagen incluida en el libro «Post Mortem. Collectio Carlos Areces» Titilante Ediciones

A la colección de Carlos Areces se suma el texto bilingüe español/inglés de una de las mayores expertas a nivel europeo en la fotografía post mortem, la doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. El libro, limitado a 1839 copias a un precio de preventa de 170 euros para las primeras cien, consta de 222 páginas, doce impresiones para enmarcar, siete pliegues, una faja funeraria con la inscripción in memoriam, una reproducción facsímil de una tarjeta conmemorativa y un estuche artesanal hecho a mano, troquelado en vidrio acrílico ovalado, encuadernación en tela, estampado en oro y barniz UVI. El número de ejemplares es un homenaje al año en el que se estipula el comienzo de este tipo de fotografía, aunque las haya anteriores. «Ya que no es un tema excesivamente popular me apetecía hacer un trabajo especial para los verdaderos coleccionistas», explica Carlos Areces.

Esta exclusiva obra a nivel mundial no es más que la guinda final a una afición que comenzó hace 20 años con el estreno de la película Los Otros, de Alejandro Amenábar. Fue precisamente este trabajo el que inspiró a Carlos Areces a comenzar esta colección única. El tema, lejos de la cotidianidad del gran público, «es algo eminentemente antiguo», según Areces, por lo que en la actualidad igual no se entiende del modo correcto. «Entiendo que sea algo macabro porque la sensibilidad con respecto a la muerte ha cambiado. Pero que lo entienda no significa que lo comparta. Es algo parecido a lo que ha ocurrido con las muñecas de porcelana, convertidas en cliché por las películas de terror».

Portada del libro «Post Mortem. Collectio Carlos Areces»
Portada del libro «Post Mortem. Collectio Carlos Areces» Titilante Ediciones

Según relata el artista, «la fotografía post mortem nace como un gesto de amor. Es el deseo de mantener el recuerdo de la gente querida que nos ha abandonado. Esa es la idea. Sustituye a la antigua pintura post mortem, la última oportunidad que tenías de conservar un retrato de esa persona». En este sentido, antiguamente era habitual que si la persona que había fallecido era niño o una persona joven no tuviera otro retrato en vida. «A esto se aferraban sus familiares, considerándolo un elemento de recuerdo».

En la actualidad, aunque la fotografía post mortem ha perdido su esencial, en ciertos lugares muy concretos se sigue haciendo. «Todo el mundo tiene infinidad de fotos en vida. Además, nuestra relación con la muerte también ha cambiado. Es algo totalmente aséptico», afirma Areces, que reconoce que hay un caso concreto en el que los psicólogos recomiendan que sí se hagan fotografías port mortem: «cuando un niño nace muerto o ha muerto a las pocas horas. Para los padres es terapéutico dejar constancia de que esa persona ha pasado por la vida».