Muere Charlie Watts, el baterista que quiso ser jazzman y se convirtió en viga maestra de los Stones

g. N. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Charlie Watts, en un concierto de la banda de rock británica The Rolling Stones en el Olympiastadion de Berlín, el 22 de junio del 2018.
Charlie Watts, en un concierto de la banda de rock británica The Rolling Stones en el Olympiastadion de Berlín, el 22 de junio del 2018. Hayoung Jeon | Efe

Maestro del rock, su serenidad fue un colchón en la pugna de egos de la banda británica

25 ago 2021 . Actualizado a las 12:19 h.

Con su tímida sonrisa y su proverbial serenidad, Charlie Watts era no solo el baterista de la banda británica The Rolling Stones sino también su auténtica viga maestra, el colchón que amortiguaba la pugna de egos en el grupo, el pegamento que los mantenía unidos. Es por ello que no fue bien acogido por sus fans el anuncio hace apenas tres semanas de que la baja de Watts -que se había sometido a una operación de urgencia- no impediría emprender a los Stones la nueva gira en preparación para septiembre (tras aplazarla en el 2020 por el covid-19). Steve Jordan sería el sustituto temporal en los conciertos estadounidenses.

Watts, que nació en el distrito londinense de Kingsbury el 2 de junio de 1941 y se incorporó al grupo en 1963, falleció este martes a los 80 años a causa de un cáncer, según su representante, Bernard Doherty: «Con inmensa tristeza que anunciamos la muerte de nuestro querido Charlie Watts. Falleció en paz en un hospital de Londres rodeado de su familia». En el 2004 había superado un tumor de garganta. «Charlie fue un querido marido, padre y abuelo y, también como miembro de los Stones, uno de los más grandes baterías de su generación», añade para pedir respeto para la intimidad de la familia.

Era el mayor y el más sosegado de una banda conocida por los excesos de sus miembros. Cuentan los relatos biográficos que tuvo infancia y juventud sencillas, como parte de una familia trabajadora que vivía en una casa prefabricada del barrio de Wembley, recuerda Efe. Su primer tambor, de hecho, lo fabricó él mismo después de arrancarle el mástil a su banjo, imitando el proceder de los negros americanos que practicaban la música skiffle y se construían sus instrumentos con objetos cotidianos.

A los 14 años consiguió su primera batería, un regalo de su familia, y así fue profesionalizándose de manera progresiva, primero en un estilo más cercano al jazz, junto a bandas de este género con las que tocaba mientras trabajaba como diseñador gráfico. Decía que siempre quiso ser un jazzman, y, de hecho, nunca abandonó su pasión, tuvo varias formaciones con las que actuaba cuando el exigente calendario de los Stones se lo permitía.

Su salto definitivo al rock lo dio cuando en 1963 se convirtió en miembro de la banda, nacida un año antes, como sustituto de Tony Chapman. «La diferencia entre tocar jazz en clubes y tocar rock and roll con los Rolling Stones era el volumen», dijo en una entrevista con The New Yorker, y así de fácil unió su talento a Brian Jones, Ian Stewart, Mick Jagger y Keith Richards, la formación de aquel entonces. Como integrante de Sus Satánicas Majestades, como diseñador gráfico, se ocupó también de crear elementos visuales relacionados con el grupo como varias portadas (o la contraportada viñeteada de Between the Buttons) e ideó los escenarios de muchas giras.

A pesar de encarnar un tipo de músico alejado de la típica iconografía roquera (perfil tranquilo y familiar, siempre pulcro en el vestir), vivió uno de sus episodios más amargos en los 80 por su adicción a la bebida primero, para después pasar a las anfetaminas y la heroína. Fue el amor de su esposa, Shirley Ann Shepherd, y el temor a perderla a ella y a su hija Seraphine lo que le hizo recapacitar y desintoxicarse.

Pero también tenía su temperamento. Cuenta Keith Richards en su autobiografía que durante una madrugada de 1984 en Ámsterdam, un Mick Jagger en estado ebrio armó jaleo preguntando a gritos por «su baterista». Watts tuvo la paciencia de ducharse y vestirse con su habitual acicalamiento para encontrarse con su colega, pegarle un puñetazo y responderle algo así como: «Yo no soy tu baterista; tú eres mi cantante». Como una vez afirmó el propio Richards: «No existirían los Rolling Stones sin Charlie Watts».