«Madres paralelas»: Almodóvar arremete contra la desmemoria histórica en España

josé luis losa VENECIA

CULTURA

YARA NARDI

En su último largometraje, aclamado este miércoles en la apertura del Festival de Venecia, mixtura el melodrama íntimo con la lucha colectiva de los familiares de los desaparecidos en la guerra civil

01 sep 2021 . Actualizado a las 20:05 h.

Es tiempo de huracanes. No va a ser Madres paralelas una obra apacible en la caudalosa filmografía de Pedro Almodóvar. Su proyección en la apertura de esta edición de la Mostra de Venecia se despliega como una deflagración de cine político que -sin duda- va a tener ecos no solo en el ámbito cinematográfico sino en el crispado debate partidista de la sociedad española. Y -lo que no es detalle menor- será altavoz internacional -dada la talla del que dirige- del bien singular debate que todavía acompaña las cenizas de lo que fue nuestra guerra civil y sus dantescas consecuencias.

Porque en Madres paralelas confluyen dos afluentes dramáticos: uno es un melodrama de maternidades simultaneas y luego fatalmente bifurcadas: los partos de la experta en mil faenas almodovarianas Penélope Cruz y de la cuasi debutante Milena Smit. El otro es el del drama de las fosas que todavía sepultan en España a decenas de miles de muertos de nuestra guerra. Penélope Cruz encarna a la bisnieta de uno de esos asesinados. Y sobre ese punto de arranque -las fotos sepia de los desaparecidos- hilvana Almodóvar un perfecto equilibrio por el cual las dos vertientes de su película -la de las pasiones hermanadas de ambas mujeres y la de la exposición al mundo de la situación anómala que en el terreno de la memoria histórica sufre España al carecer de un relato común sobre el siglo XX- van surcando emociones hasta encontrarse en una solución común con el ADN en un bucle de guion que es material áureo.

En cuanto melodrama, Almodóvar se mueve con la misma facilidad aparente para que el azar más enrevesado parezca terso con la que Fred Astaire se subía bailando al techo de Bodas reales. Penélope Cruz y Milena Smit comparten un equívoco que va a convertirse en el parteaguas de sus vidas futuras. La maternidad las fusiona primero, luego las enajena y finalmente las reúne en un libreto de protagonismo femenino absorbente. El único hombre de la función -Israel Elejalde- es poco más que un puente para que la acción pueda bifurcarse hacia su orilla de denuncia histórica.

CLAUDIO ONORATI

El hecho de que Cruz y Smit asuman ese destino y el punto trágico que las ata en su relación de amor está enhebrado con tanta finezza que -de la misma forma- cuando los temporales del melodrama las separan no existe tampoco quiebra de folletín, sino una lógica interna que hace crecer en todo momento al filme en sus meandros.

En ese cauce que tan bien domina el autor, Madres paralelas es perfectamente reconocible e incardinable dentro de la filmografía de Almodóvar. Es, incluso, uno de los melos menos barrocos de Almodóvar. Funciona en torno a una clave poderosa -la de dos ADN virados- que hace que sus dos protagonistas se amen o se atenacen. Sitúa en el cuadro coral a dos nombres de la casa, Julieta Serrano -que ha envejecido de manera tan sabia como enorme es su talento- y Rossy de Palma, de la que se puede decir justamente lo opuesto. Y hay cameos a los que sirve muy bien la profesión de fotógrafa fashion de Penélope Cruz: el de nuestra Ana Peleteiro o el de Daniela Santiago, la protagonista de la serie La Veneno, que posa aquí mecida por una hermosa contorsión musical de Las hojas muertas.

Pero lo realmente diferencial de Madres paralelas -y por lo cual va a estar seguramente en el pim-pam-pum de la gresca atrabiliaria de nuestro paisanaje político- es la decidida opción de Pedro Almodóvar por transmitir su versión de lo que sucede en España en relación con las lecturas que se hacen de nuestra guerra civil y -en un plano actual- con las leyes sobre la memoria histórica. Y ahí se moja hasta el tuétano. Para el manchego, este país es una anomalía en lo que se refiere al reconocimiento de las víctimas del franquismo. Y Almodóvar pone nombre y apellidos a quienes han negado esos derechos a los nietos y bisnietos cuando el personaje de Israel Elejalde cita al expresidente Mariano Rajoy «que se jactó de no gastar ni un euro» en la ley de Zapatero.

Y el didactismo enfático de esta otra columna basal de Madres paralelas denota el deseo o la necesidad de difusión internacional que Almodóvar ha decidido que sus ideas sobre España merecen.

«Rajoy estará eternamente vinculado a su frase sobre la memoria histórica»

 Ya en rueda de prensa, Almodóvar reconoció que lo que sucedía en España con las fosas le ha removido desde hace mucho. Por eso incluye indirectamente a García Lorca -Aitana Sánchez Gijón interpreta en el filme a un personaje de su obra Doña Rosita la soltera- y también por ello es que ha querido que el nombre de Mariano Rajoy sea citado en la película. «En presentación de los Presupuestos, dijo, lleno de orgullo, que había dedicado cero euros a la memoria histórica. Una de las ventajas del cine es que nos sobrevive a los que lo hacemos y a los que lo ven. Y él va a estar eternamente vinculado, al menos en esta película, a esa frase tan dañina». Preguntado por si temía las consecuencias que en un sector de la sociedad española que él calificó de «extrema derecha» pudiese tener la película, Almodóvar afirmó no sentirse preocupado «a menos que lleguen a cometer algo delictivo». Es la España que le preocupa esa de las generaciones jóvenes que representa el personaje de Milena Smit cuando afirma desde el desinterés que «eso de las fosas es reabrir heridas». O la sarcástica definición de una sensacional Aitana Sánchez-Gijón cuando su personaje afirma que «la gente cree que los actores son pijos. Pero son todos de izquierda. ¿Y yo? No, yo soy apolítica». En la misma conferencia de prensa, Sánchez-Gijón, cuyos padres sufrieron exilio, se manifestó también indignada con la atmósfera política en España. Y afirmó que «hay actitudes que pueden convertir el país en un polvorín». El esperanzado cierre de Madres paralelas parece ser una llamada para que no siga sucediendo lo que afirmó Almodóvar: «Los relatores de Naciones Unidas no pueden creer que sean los bisnietos de las víctimas los que aún están luchado por encontrarlos».