Manuel Ríos San Martín, escritor: «Tenemos que tener la piel más dura, no pasa nada por que se rían de nosotros»

CULTURA

Carlos Ruiz

Introduce la intolerancia y el pecado en su novela «Donde haya tinieblas»

06 sep 2021 . Actualizado a las 08:44 h.

Director y guionista en series de televisión, Manuel Ríos San Martín (Madrid, 1965) publica su tercera novela, Donde haya tinieblas (Planeta). Un thriller que brotó en la cabeza del escritor cuando visitó la catedral de Ávila y vio unos paneles de la evolución humana. «Como mi anterior novela trataba mucho la prehistoria desde los yacimientos de Atapuerca y abordaba el mal desde un punto de vista casi biológico, de repente, al ver la correlación entre prehistoria, el inicio de la religión, el pecado, la culpa..., me pareció que se podía tratar el tema del mal desde un punto de vista completamente distinto y jugando un poco con la simbología religiosa», afirma.

—¿Cómo encajar la culpa, el pecado, en una trama de un «thriller» del siglo XXI?

—Aunque al final el concepto de la culpa y el pecado sea religioso, las consecuencias afectan a la sociedad. No hace falta ser creyente para que te plantees esos temas. La novela explora un poco la dicotomía entre perdón y misericordia frente a castigo y venganza. Es algo que a todos nos afecta, no solo a los cristianos.

—La novela la escribió durante el confinamiento. Hay autores que no completaron una línea.

—El tener un objetivo —salir de ese encierro con una novela escrita— me ayudó en esos días difíciles. Pero también me influyó en la novela. Ver ese ambiente que había tenso entre los políticos y también en redes sociales me ayudó un poco a darle a la novela un toque distinto. Es un thriller con momentos difíciles, duros, pero quería que el personaje principal fuese muy animoso y tuviese un espíritu alegre porque estoy un poco harto de los policías deprimidos y tristes.

—El libro se inicia con una cita del Génesis, pero después el primer comentario es: «Las redes sociales son una mierda».

—En un momento de la novela dicen que los influencers hoy en día son los ejemplos a seguir como en el pasado eran los santos. A mí esa dicotomía entre lo antiguo, lo clásico y lo sagrado con lo profano, lo moderno y lo laico, me parece que funciona bien. Es muy rica y aporta una visión distinta de la sociedad.

—Dos inspectores para descubrir la verdad sobre el crimen de una modelo rusa que parece difícil que se entiendan, Martínez y Pieldelobo. Esa sociedad crispada a la que antes aludía marcó esta definición de los personajes.

—Sí, totalmente. Cada día veo que hay más intolerancia, más diferencias, todo el mundo buscando lo que nos separa en vez de lo que une. Es una cosa que se ve socialmente y con la pandemia se ha acrecentado. Me parecía interesante poner dos personajes distintos, de dos generaciones, uno de más de 50 años, otra de 30. Meter esos dos personajes en un coche y mandarlos por España a colaborar me parecía un buen ejemplo de lo que está pasando en nuestra sociedad. Ahí está la pregunta de si serán capaces de cooperar, como la pregunta es si vamos a ser capaces nosotros como sociedad de colaborar cuando tenemos un problema común.

—En la novela alude a la corrección política en el lenguaje.

—Me parece aburrido ser políticamente correcto. Entiendo que los políticos tienen que serlo en determinadas circunstancias, pero a mí me parece que el humor tiene que ser transgresor, herir un poquito, tiene que sorprender, descolocar. Tenemos que ser un poco más abiertos y tener la piel un poco más dura, no pasa nada por que se rían de nosotros. No hay que negarse a debatir.

—Está adaptando a la pantalla su anterior libro, «La huella del mal». Para alguien como usted que trabajó en series de televisión como «Colegio mayor», «Médico de familia»... ¿Facilita la transición o cuesta cambiar de registro?

—Lo veo como algo distinto. Cuando escribo una novela no pienso en nada más que en que sea una buena novela porque la realidad es que después es difícil venderla como serie de televisión.

—¿La próxima novela será otro «thriller»?

—Sí, de momento sí, aunque no quiero solo escribir thriller.

—¿Por qué el «thriller»?

—Porque me he dado cuenta de que el thriller tiene una cosa que está bien, porque tú entretienes con una historia que tiene acción, que tiene suspense, y, por otro lado, de fondo, puedes hablar de otros temas que te interesan. Hay thrillers que solo son la aventura, pero a mí me gusta tratar otros temas. Si tú tienes al espectador entretenido con quién ha sido el culpable, te permite perfectamente que le hables de otras cosas, como aquí hablo de arte religioso, de intolerancia... Es una combinación que creo que funciona bien. Mientras estás con unos personajes sobre los que quieres saber qué les pasa... es una manera de contar cosas que como autor me gustan y que el lector las lea de una manera muy agradable.