«El Reino»: Con la Iglesia hemos topado

CULTURA

Netflix explota en su última serie argentina las nada sanas alianzas entre política y religión, tan a cuento hoy, con los partidos ultraconservadores ganando altura en todo el planeta. Lo mejor: su imponente elenco

06 sep 2021 . Actualizado a las 08:43 h.

El parentesco entre política y religión es una obviedad histórica: mismo perro, distinto collar. Sin embargo resulta especialmente patente cuando se atiende a los entresijos de sus gelatinosas alianzas desde el sofá, enchufado a una trama que lo tiene todo para ser, como es, carne de maratón: ocho episodios que son pura intriga, oscuridad e inteligencia, y un elencazo que da gusto. Tremendas interpretaciones las de Lanzani, Morán, Furriel y, especialmente, la de Peretti; derroche de talento. Netflix, a veces, sabe lo que se hace.

La nueva propuesta argentina de la plataforma, El Reino, es una historia escrita a cuatro manos por el cineasta Marcelo Piñeyro (Plata quemada, El método) y la escritora Claudia Piñeiro (Una suerte pequeña, Catedrales), quienes a pesar de la coincidencia antroponímica carecen de consanguinidad. Esta es su segunda sinergia tras la adaptación a la gran pantalla de Las viudas de los jueves y, para qué quitarles mérito, les ha quedado un traje como un auténtico guante a las Iglesias evangélicas -bien escocidas desde su estreno, el pasado 13 de agosto-, y a los cimientos del poder en América Latina.

Con un potente arranque -un atentado en un mitin electoral que se resuelve con la víctima equivocada- el guion de El Reino y sus imponentes actuaciones nos hablan de los bajos instintos y los demonios de carne y hueso, del auge de las políticas ultraconservadoras y del poder de la palabra. Quién mueve los hilos. Quién es el malo. ¿Hay malos y buenos?

De la inmersión en estas cloacas, en la influencia del salmo en la arenga y en la capacidad del cepillo para recabar más votos que limosnas, se sale más que convencido de que era cierto eso de que el diablo sabe más por hombre experimentado (el dicho abrevia y dice viejo) que por propio satán. Y con la sospecha de que si hay un poder superior, nada tiene que ver con lo divino.