William Christie o cómo rejuvenecer música compuesta hace 300 años

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El clavecinista y director William Christie.
El clavecinista y director William Christie. óscar ortega

El director trae a A Coruña su versión de «Parténope» de Händel, que «suena como si la hubieran escrito ayer»

03 oct 2021 . Actualizado a las 10:43 h.

Pocos músicos han investigado, interpretado y promovido el repertorio Barroco con tanto entusiasmo y hondura como William Christie (Búfalo, Nueva York, 1944). Sus grabaciones de Rameau, Couperin y Mondonville, entre otros, cambiaron la percepción del repertorio francés en el que Christie se había especializado. Con su conjunto, Les Arts Florissants, el también clavecinista fue ampliando sus coordenadas estilísticas, alcanzando el Clasicismo, siempre desde la premisa de conectar con la emoción de la música. A ello se refiere el director cuando explica que en sus más de cincuenta años de carrera ha tratado de proporcionarle, desde la interpretación y la instrumentación, «una nueva juventud, una nueva elocuencia» a composiciones de varios siglos.

Lo hizo de nuevo este sábado en el Teatro Colón de A Coruña, donde sonó la ópera Parténope de Händel, dentro de la Programación Lírica de Amigos de la Ópera de la ciudad herculina. «Cuando escuchas una Parténope con un elenco tan joven, con una media de edad de unos 25 años, te das cuenta de que esta música suena como si la hubieran escrito ayer», reflexiona Christie sobre una composición que tuvo su estreno en Londres en 1730. «Son cantantes muy jóvenes, pero la música se acomoda perfectamente a esa juventud, posee una gran vivacidad y energía, y creo que eso se nota, incluso si no te gustase el Barroco o la música», explica el director sobre las seis voces de esta versión semiescenificada y entre las que se cuentan la del contratenor coruñés Alberto Miguélez Rouco

Nuevos talentos

Los seis forman parte del proyecto Le Jardin des Voix, una iniciativa de Christie para descubrir e impulsar las carreras de nuevos talentos. ¿Qué buscan en la cantera de jóvenes intérpretes? «Comunicación. Actitud. Podemos hablar de carisma. Cuando un chico o una chica se suben al escenario, o los vemos actuar en un vídeo, sabemos si tienen algo a mayores de la música», detalle. Y ese «algo» se resume en la emoción intangible que transportan las obras, su capacidad para conmover. «Es una generación con muchos jóvenes de voces hermosas, con una gran destreza vocal, pero... ¿me emocionan? Eso es lo que buscamos en nuestras pruebas».

Esa intensa vocación pedagógica arranca en la familia de Christie, cuya madre dirigía un coro. «A mis padres les encantaba la música. Podría haber sido director. O historiador del arte», recuerda quien se entregó al clavecín no por lucimiento de solista, sino como el vehículo idóneo para compartir la música. «Es lo que más me gusta del mundo: mi orquesta, mi coro, los solistas... una familia musical extraordinaria, para mí, lo más importante».

Formado en Harvard y Yale, Christie habla de sus descubrimientos musicales de juventud como momentos en los que «la vida era distinta» gracias a lo que escuchaba: el clave en un Mesías de Händel, una grabación de Rameu, otra de las Leçons de ténèbres de Couperin... No seguían los criterios de lo que se denomina interpretación históricamente informada, «pero la música tenía tanta fuerza que nunca había oído nada igual». Tirando de este hilo, Christie habla de interpretaciones pioneras, como la de Nadia Boulanger de Monteverdi, muy lejos de las recreaciones más fieles al original que llegarían décadas después. «¿Tenía escrúpulos a la hora de tocar el piano con Monteverdi? No. Pero, entendía, en esencia, mensajes como el del madrigal Chiome d’oro, que es el flirteo, la seducción. ¿Lo haría yo como ella? Desde luego que no, pero en muchas cosas estaba muy por delante que los demás», explica. Y, a continuación, añade: «El gran problema con la música como la de Monteverdi o Bach es que hay quien intenta que suene como a ellos les gustaría. Cuando Karajan dirigió a Bach lo hacía de la misma forma que habría hecho con Mahler o Brahms, a quienes adoraba. A veces funciona, a veces no. Hay gente que me dice lo maravilloso que es escuchar a Glenn Gould tocar a Bach, y yo me digo: “No pertenezco a esa escuela. No. No me emociona”».

«Me fascinan los jardines gallegos, son extraordinarios»

Además de ese jardín de voces, Christie es célebre por otro, más literal, el que cultiva desde 1985 en Thiré, en el departamento francés de Vendée, y reconocido como Jardin remarquable. El intérprete equipara esa faceta con la música en lo que a suponen de creación y cuidados. «Un jardín da mucho trabajo», reconoce un Christie que no es ajeno a los grandes jardines históricos gallegos. «Hay algo que me encanta de Galicia y son sus jardines, que son extraordinarios. De hecho, el próximo año vendré de gira por los grandes jardines del siglo XVII de Galicia que, como sabe, hay una docena de ellos que son extraordinarios», dice, antes de confesar su fascinación por la aportación del granito a esos espacios ajardinados gallegos.