Santi Balmes: «Somos una generación de sofá, Netflix, HBO y lo que nos echen»

Xesús Fraga
x. fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Santi Balmes.
Santi Balmes.

El cantante de Love of Lesbian ensalza la imaginación en su última novela, «Bajaré de la Luna en tirolina»

06 nov 2021 . Actualizado a las 16:13 h.

Desde hace unos años, Santi Balmes (Barcelona, 1970) compagina su faceta como compositor y cantante en Love of Lesbian con una actividad literaria en la que ha cultivado el relato infantil, el cuento y la novela. A este último género se adscribe Bajaré de la Luna en tirolina (Planeta), una historia protagonizada por David —o Déibid, como proclama el personaje—, un chico de doce años que hace frente a las sorpresas que trae la vida desde la imaginación.

—Ese Déibid ya es toda una declaración de intenciones.

—Sí, se llama Déibid tal como suena y él habla como le suena la mente. No es baladí. A esa edad quieres diferenciarte, sobre todo los que somos bajitos, para dejar atrás ciertos complejos. Y luego está esa necesidad que tiene de posicionarse, de provocar. Ya con su nombre empieza a hacerlo.

—Me recordó un poco a «Los Goonies», con esa actitud entre alocada e inocente, de ver el mundo por el filtro de la fantasía.

—[Risas] no reniego de esa visión que tenía gente como Spielberg del niño como alguien con capacidad para maravillarse y de crear un entorno tan diferente del adulto, en el que surgían múltiples aventuras y que dota a tu vida de una dimensión más cinematográfica.

—No deja de ser también un mecanismo de autodefensa.

—Absolutamente. Por supuesto. Ahí es donde se desarrolla es capacidad para crear una burbuja, que es un superpoder, que te protege. Hay esa necesidad de lograr que mediante la fantasía, o un amigo imaginario de crear un entorno más plácido ante los vaivenes adultos que llegan con la vida, ante los que un chaval de esa edad no puede hacer nada, salvo ser testigo y no empeorar las cosas con su actitud.

—Hay dos frases en el primer capítulo que podrían resumir el libro: «La diferencia entre un niño y un adulto es para mí la siguiente: un niño juega siempre y le cuesta mucho comportarse como un adulto. Un adulto trabaja siempre y le cuesta mucho comportarse como un niño».

—Es un resumen de lo que nos encontramos en nuestras vidas. Tú no quieres que el cirujano que te va a extirpar un quiste esté jugando contigo, es lógico. Pero sí que hay una parcela que hemos abandonado por completo porque hemos dedicado nuestro ocio a ser espectadores y no a crear nuestro propio contenido. Somos una generación de sofá, Netflix y HBO y lo que nos echen. Y eso no creo que acabe de ser del todo creativo, no estás poniendo parte de ti. No sé si acaba compensando tanta sobredosis de ficción ajena.

—Pero la infancia, por muy sepultada que haya quedado, sigue estando ahí. Hay que tener las herramientas para llegar a ella.

—Sí, es nuestra obligación que esa cosa maravillosa de la infancia, esa sensación de eternidad, siga generando esos terremotos dentro de uno.

—Hay momentos en los que narrador se podría decir que rompe la cuarta pared e interpela directamente a quien lee.

—Creo que la interpelación viene de mi tarea de frontman, de hacer partícipe a la gente de las historias que estoy contando. No me cuesta mirar a cámara y hablarle a quien esté leyendo el libro y darle un pequeño pellizco, oye que, estoy pendiente de ti.

—Ahí son imbatibles los directos de los cantantes de «soul».

—Un directo no tiene que ser nunca una mera ejecución de los temas del disco, tiene que ser una experiencia. Tienes que quedarte con la sensación de que no solo la banda ha hecho un gran trabajo, sino que el público ha contribuido a un gran concierto.

—Lo que nos lleva a las canciones que encabezan cada capítulo.

—Hay una cierta necesidad de poner en situación al lector con canciones que estaba escuchando cuando escribía cada capítulo. No es gratuito.

—Habrá quien lea el libro escuchándolas a la vez...

—Eso espero. Para mí hay capítulos en los que es fundamental esa interacción.

—¿Son un canon personal o es más un encaje narrativo?

—Es más un encaje narrativo. Hay canciones que forman parte de mi vida que no aparecen porque no encajan con ninguna imagen o situación. Hubiera sido demasiado forzado.

—También al comienzo cita la célebre frase de Nick Hornby: «¿Escucho música pop porque estoy triste, o estoy triste porque escucho música pop?». ¿Ha llegado a alguna conclusión?

—Creo que al final es una interactuación eterna. Creo que fue antes la gallina que el huevo, pero en este caso es más difícil de ver. Yo me quedaría con que antes fue la emoción que la música, pero están muy cerca en el tiempo.