Kubrick, en la mente y el universo de un genio

CULTURA

La exposición que acoge el Círculo de Bellas Artes de Madrid reúne más de 600 piezas, entre las que se pueden encontrar decorados y atrezos de películas como «2001: una odisea del espacio».
La exposición que acoge el Círculo de Bellas Artes de Madrid reúne más de 600 piezas, entre las que se pueden encontrar decorados y atrezos de películas como «2001: una odisea del espacio». J. J. Guillén | Efe

Una gran exposición permite sumergirse en la obra del cineasta estadounidense

09 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Perfeccionista, obsesivo, visionario, innovador, humanista, Stanley Kubrick (Nueva York, EE.UU., 1928-Childwickbury, Saint Albans, Reino Unido, 1999) ha dejado una huella indeleble en la historia del cine, la cultura del siglo XX y el imaginario de varias generaciones. El legado y el interés por su filmografía, compuesta por trece largometrajes, siguen muy vivos a punto de cumplirse veintitrés años de su muerte. Así lo demuestra la exposición Stanley Kubrick. The Exhibition, que llega a Madrid después de una gira por ciudades de todo el mundo y ha sido vista por más de un millón y medio de personas. La muestra, que se puede disfrutar hasta el próximo 8 de mayo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, consta de más de 600 piezas, entre fotografías, atrezo, planes de rodaje, cámaras, maquetas, objetivos, claquetas, guiones, cuadernos de notas, ilustraciones, story boards, correspondencia, vestuario, así como material audiovisual y entrevistas. Para la comisaria del proyecto, Isabel Sánchez, «Kubrick fue un creador total, su figura y su obra permiten un análisis fascinante del paso del cine clásico, con sus primeras películas, al moderno, que empieza en 2001: una odisea del espacio».

La fotografía y el ajedrez

La exposición, según anota Sánchez, es «un viaje al interior de su mente y de su universo para descubrir una mirada especial y también al hombre detrás del genio». Se divide en dos salas. En el primer espacio el visitante puede adentrarse en la mente del creador, se desbrozan las líneas temáticas y formales de su obra, se analizan sus primeros pasos en la industria del cine y se destacan sus inicios como fotógrafo en la revista Look y su afición al ajedrez, dos aspectos presentes en sus filmes.

La muestra profundiza además en la faceta de Kubrick como fotógrafo.
La muestra profundiza además en la faceta de Kubrick como fotógrafo. J. J. Guillén | Efe

Se abordan sus primeras películas, desde su ópera prima, Miedo y deseo (1953), hasta ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964). En el segundo espacio se accede a su universo a través de la inmersión en sus películas más emblemáticas. Se inicia con 2001: una odisea del espacio (1968), que marcó un antes y un después porque a partir de ahí tuvo el control absoluto de sus largometrajes, desde la idea hasta el producto final, incluida una rigurosa y minuciosa supervisión de los doblajes o de las salas donde se proyectaban en todo el mundo.

A lo largo del recorrido se pueden ver objetos míticos como la silla del director, la maqueta de la sala de guerra de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, el disfraz del simio Moonwatcher de 2001: una odisea del espacio, el vestuario y la icónica mesa del Korova Milk Bar de La naranja mecánica (1971), los vestidos de las inquietantes gemelas Grady de El resplandor (1980) o las misteriosas máscaras y la capa del personaje interpretado por Tom Cruise en Eyes Wide Shut (1999). Asimismo, el espectador puede adentrarse en las atmósferas singulares de sus películas.

Napoleón

Muy interesante resulta acceder a los proyectos en los que trabajó Kubrick pero no pudo rodar, que dicen mucho acerca de su rigor para documentarse antes de filmar y de su impronta como precursor. El más deseado era hacer una película sobre Napoleón, para lo que consultó una monumental bibliografía, habló con numerosos historiadores y llegó a reconstruir el día a día de la vida del emperador. Otros dos proyectos que se muestran en la exhibición son un filme sobre el Holocausto, Los papeles arios, e Inteligencia artificial. Otro aspecto destacado es la parte dedicada a documentar el rodaje en 1959 de algunas escenas adicionales de Espartaco en diversos puntos de la provincia de Madrid, como el entrenamiento de los esclavos, su marcha por varias localidades, su crucifixión y la batalla final, rodada en la Dehesa de Navalvillar, en Colmenar Viejo.

Kubrick transitó por varios géneros cinematográficos (noir, ciencia ficción, bélico, terror, épico, histórico), pero «siempre para sorprender e innovar», según reseña Sánchez. Y trató temas como la guerra, el deseo, la historia, el poder o la violencia, sobre todo en La naranja mecánica. «Aunque existe cierto grado de hipocresía sobre este tema, todo el mundo se siente fascinado por la violencia», declaró en su día Kubrick. Según Sánchez, la polémica sobre la violencia explícita tapó la reflexión central del filme: «El libre albedrío y la violencia institucional».

«Las partes más importantes de una película son las misteriosas, las que están más allá del alcance de la razón y del lenguaje», decía Kubrick, afirmación que da una clave fundamental para entender la obra de este artista adelantado a su tiempo.

El polémico filme «La naranja mecánica» también tiene su sitio en la exposición.
El polémico filme «La naranja mecánica» también tiene su sitio en la exposición.

El estreno de «La naranja mecánica» en Valladolid: largas colas, policía y amenaza de bomba

La naranja mecánica, la película de Kubrick más polémica, impactante, arriesgada, censurada y criticada por la violencia explícita y el aparente relativismo moral que contiene, cumplió cincuenta años de su estreno en Nueva York el 19 de diciembre de 1971. En España se pudo ver el 27 de noviembre de 1975, en versión original subtitulada, en cines de arte y ensayo. Pero meses antes, el 24 de abril, se proyectó en el Festival de Cine de Valladolid (Seminci), en medio de una enorme expectación y bajo grandes medidas de seguridad. En el recién estrenado documental La naranja prohibida (TCM), de Pedro González Bermúdez, se cuenta la rocambolesca historia de cómo se pudo ver, con Franco aún vivo, un filme que había sido calificado como X en Estados Unidos y que en el Reino Unido fue acusado de inspirar un ataque a un indigente y una violación. El propio Kubrick tuvo que reclamar a la Warner Bros. que la retirara de las salas británicas tras recibir amenazas de muerte para él y su familia.

Carmelo Romero

El hombre que logró la proeza de llevar la película a Valladolid se llama Carmelo Romero, que, entre 1974 y 1975, fue director de la Seminci, un certamen en su origen de cine religioso que se fue abriendo a otro tipo de películas de autores como Fellini, Buñuel o Bergman. Romero, que había visto la película en Montreal en 1973, logró el plácet de la Warner para que se proyectara en una ciudad que por esa época estaba en plena ebullición política, con una huelga en Fasa-Renault y manifestaciones estudiantiles.

Solo 20 días antes de la fecha fijada, Kubrick desautorizó su proyección, pero Romero lo convenció al explicarle que se exhibiría en la universidad en el marco de un festival prestigioso. El cineasta dio finalmente su visto bueno. Se formaron grandes colas de estudiantes, que pasaron la noche previa a la venta de entradas en sacos de dormir, ávidos de disfrutar una película que llegaba con la vitola de rompedora y maldita. Pero el dueño de la sala había regalado las entradas de las mil butacas entre sus amistades, lo que obligó a Romero a anularlas y pedir un nuevo billetaje. Cuando ya se había proyectado la mitad del filme se recibió un aviso de bomba. Pero Romero lo desoyó y asumió toda la responsabilidad de lo que pudiera pasar.

El documental está narrado por Malcolm McDowell, el inolvidable intérprete Alex DeLarge.