Ronnie Spector, la voz de miel que cantó «Be My Baby»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

CULTURA

Ronnie Spector en la sala Capitol de Santiago en 2018
Ronnie Spector en la sala Capitol de Santiago en 2018 Chema Ríos

Interpretó algunas de las piezas supremas de la historia del pop dirigida por Phil Spector, el maltratador que le arruinó la vida. Falleció a los 78 años, víctima de un cáncer

13 ene 2022 . Actualizado a las 23:54 h.

 

En 1963 el pop era todavía algo nuevo y excitante. Mientras The Beatles y The Rolling Stones amenazaban con la invasión inglesa (que se produjo al año siguiente), en Estados Unidos existía un bum de grupos de chicas que convertían en caramelos musicales los anhelos de la joven América. Cantantes negras que enamoraban al público blanco en un país optimista donde aún pervivía la segregación y todo cambiaba de un día para otro. En ese ambiente apareció Be My Baby. Sonó en la radio y miles de jóvenes sincronizaron el latido de su corazón con esa entradilla de batería magistral. Luego, lo conectaron con la vulnerable voz, dulce y el tiempo rugosa, de su cantante, Ronnie Spector.

Be My Baby, que Brian Wilson calificó como el mejor tema de la historia del pop, podría resumir perfectamente lo que fue aquel género que cambió el mundo en los sesenta: amplificaciones de la revolución juvenil servidas sobre melodías esplendorosas que derriten al ser más pétreo. En ella Ronnie interpretaba a una chica perdidamente enamorada. Expresaba el amor de la manera más sencilla e inocente posible: «Por cada beso que me des, yo te daré tres». Líneas que saben a miel. Y tienen el tacto del acné.

Ronnie entonces era una estrella dirigida por Phil Spector, un genio y un monstruo que puso en sus labios las mejores composiciones de su repertorio. Pero también le destrozó la vida, sometiéndola a un maltrato sistemático y una violencia propia de un sádico. Aquella chica, cuyo nombre real es Verónica Bennet, había formado con su hermana Estelle Bennet y su prima Nedra Talley The Dolly Sisters. En 1961 ganaron un concurso de talentos en el Teatro Apollo del Harlem. Y en 1963 se cruzaron con Spector, que entonces tenía 20 años y ya deslumbraba por su talento.

El productor puso en práctica con ellas, que tomaron el nombre de The Ronettes, su célebre muro de sonido. Una bombástica manera de concebir la canción que asombró al mundo e hizo que muchos que, en principio la habían despreciado, cambiasen de opinión sobre la nueva música popular. Al frente de esa grandilocuencia se encontraba Ronnie. En su garganta, logró condensar el fervor hormonal de las primeras generaciones que disfrutaban de la juventud tal y como se entiende hoy en día, con sus propios códigos, cultura y mercado. A Be My Baby la acompañaron Baby I Love You, Walking In The Rain, Do I Love You?, Is This What I Get For Loving You y muchas otras más que forman parte del ADN general de la música pop. Su influencia impregnó a The Beatles, Beach Boys, Bruce Springsteen, Abba, Ramones, Jesus and Mary Chain y cientos de bandas.

Mientras todo eso ocurría entre 1963 y 1967, Ronnie se casó con Phil Spector. Él se había prendado de ella al instante. Pronto mostró su cara más desquiciada, sometiéndola a un férreo control y no dejándola salir de casa. Más tarde empezó a encañonarla con su pistola, llegando actitudes tan psicópatas como comprarle un ataúd transparente para que lo viera. Le pretendía indicar dónde terminaría ella si se atrevía a escaparse de él.

Ronnie Spector en la sala Capitol de Santiago en 2018
Ronnie Spector en la sala Capitol de Santiago en 2018 Chema Ríos

Alcoholizada para poder sobrellevar aquella cárcel en la que se había convertido su existencia, tuvo el valor de escapar en los setenta. Antes hubo un intento de reflotar su carrera al margen de The Ronettes con un puñado de canciones que le escribió George Harrison en 1971 y que no encontró el camino adecuado. No sería hasta 1980 cuando grabaría en solitario Siren, iniciando una carrera irregular y con largos espacios sin actividad. En 1990 publicó Cómo sobreviví al rímel, las minifaldas y la locura, una autobiografía en la que explica la tortuosa relación con Spector, a quien demandó por escamotearle derechos.

En 2018 estuvo Galicia. Su pase dentro del ciclo Xacobeo Importa en la sala Capitol de Santiago resultó memorable. Tras visitar la catedral se subió al escenario e hizo revivir la magia de nuevo. «Nos impresionó. Dio un concierto estupendo y tenía la voz perfecta», recuerda Raquel Seijo, de la promotora Sweet Nocturna, que llevó esa actuación. Seguramente, la mayoría de los que estuvieron allí ayer buscaron Be My Baby en el móvil al enterarse de su fallecimiento, a los 78 años de edad víctima de un cáncer. Y, de nuevo, escuchándola, experimentaron un cálido y emotivo bienestar, de esos de cerrar los ojos y entregarse a la música. Es el efecto secundario de esa cosa maravillosa llamada pop que nació de canciones así.