Una Berlinale con miedo al ómicron, amor a España y el corto de Lois Patiño

JosÉ Luis Losa BERLÍN / E. LA VOZ

CULTURA

Detalle del rodaje del último filme de Lacuesta, que aborda la masacre terrorista de la sala parisina Bataclán.
Detalle del rodaje del último filme de Lacuesta, que aborda la masacre terrorista de la sala parisina Bataclán.

Los realizadores catalanes Isaki Lacuesta y Carla Simón compiten por el Oso de Oro

10 feb 2022 . Actualizado a las 08:58 h.

Hubo un tiempo en el que se acudía a los festivales de cine con inocultable moral expectante de grupo con un ánimo de celebración que compartías con los otros, cofrades cinéfilos hermanados por ese pulso feliz a la sensibilidad que suponían estas justas donde el soma de la pantalla te reponía de las horas robadas al descanso. Llegó el covid y mando a parar. Como ha congelado o extinguido tantas otras cosas más importantes. Hace justamente dos años asistimos, precisamente aquí, al último festival de la vieja realidad. Se celebró mientras en Bérgamo ya se sembraban cadáveres en los pasillos de los hospitales. Fue una berlinesa postal desde el filo. Dos semanas después, el mundo se confinaba.

En medio de la pandemia, los festivales que lograron evitar la suspensión han devenido paisajes melancólicos, ausencias de tantos. Eso en el mejor de los casos, en donde se afrontó la crisis con racionalidad y respeto a los asistentes, sobre todo en Venecia. También en San Sebastián. El Cannes del pasado julio fue una kermesse caótica, un sindiós lamentable que te quebraba los nervios y te cercenaba hasta la posibilidad de informar. Y este Berlín sigue ese camino. Y pinta aprendiz de sadomasoquista. Habrá punción colectiva en las fosas nasales cada mañana. Pasarán lista. El temor comprensible a la ómicron debería haber conducido a una suspensión de la Berlinale. Pero a ver qué gran certamen se recupera de dos años en blanco. Así que aquí nos han traído a unos cuantos, algo así como a los esforzados del pedal, en un ambiente de velatorio o de limbo de los justos. No sé cómo nos sentarán las películas indonesias de la primera hora de la mañana, con la napia aún zaherida por el napalm.

Bueno, hay que decir que el programa es objetivamente valioso. Saber que vas a ver lo que han filmado últimamente autores de peso como Claire Denis, Ulrich Seidl, Denis Còté, Hong Sangsoo, Bertrand Bonello, François Ozon, Ursula Meier o dos renacidos como Dario Argento o el nonagenario Paolo Taviani debería funcionar como sedante. Me inspira especial atención la primera película de Nuria López Gallardo, compañera artística y sentimental del gran Carlos Reygadas, dos talentos indisociables. Será curioso apreciar cómo pasean por una alfombra roja con FFP2 reversible Isabelle Huppert —Oso de Oro honorífico—, Juliette Binoche, Charlotte Gainsbourg, Sigourney Weaver, Emma Thompson, Valeria Bruni Tedeschi, Asia Argento, Laetitia Casta, Isabelle Adjani o Vincent Lindon. Y rendir tributo al dramáticamente desaparecido en la nieve Gaspard Ulliel en su trabajo póstumo para un filme titulado Coma debería hasta emocionar.

Comprobar, en todo caso, el amor indescriptible que la nueva Berlinale de Carlo Chatrian siente por el cine español es algo que casi despierta nuestro espíritu de Melbourne. Hacía décadas que un festival clase A (Cannes nos detesta, salvo a Almodóvar; Venecia nos ignora con sutileza serenísima) no seleccionaba dos de nuestras películas para la competición oficial. Y aquí están ahora los catalanes Isaki Lacuesta y Carla Simón. Él con un tratamiento de la masacre del terrorismo islamista en el Bataclán, la tan esperada Un año, una noche. Y ella para reverdecer con Alcarràs los laureles que la elevaron aquí del cero al cielo con Estiu 1993. Y otro que dejó huella en Berlín —nuestro Lois Patiño, que estrenó aquí en el agónico 2020 Lúa vermella— presentará El sembrador de estrellas, un corto de belleza zen con trenes que rasgan las sombras en el cielo de Tokio. Paciencia zen precisaremos para elevarnos en haikus y sortear los envites de esta Berlinale con alma de punción y de ninguneo a la crítica.