Santiago Muñoz Machado: «Cervantes critica el sistema jurídico-político de su época por corrupto»

CULTURA

Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949), ensayista y director de la Real Academia Española.
Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949), ensayista y director de la Real Academia Española. RAE

El escritor y académico publica un libro monumental que abarca todos los aspectos de la vida y la obra del autor del «Quijote»

06 abr 2022 . Actualizado a las 09:00 h.

No es una biografía más de Miguel de Cervantes, aunque también lo sea. Abarca mucho más. Hay análisis de la edición del Quijote y de su significado profundo, de la crítica literaria de sus obras, de las fuentes literarias en las que bebió, una explicación extensa de la política y la sociedad de su tiempo y de los temas preferidos de Cervantes, como eran la religión y las creencias, la familia, el matrimonio y las relaciones de pareja, las brujas, los magos y los encantamientos, la ley y la justicia. Su autor es Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, eminente jurista, filólogo e historiador. «Todo eso junto no se había contado nunca», señala. Un libro total de más de mil páginas, cuatrocientas dedicadas a notas, bibliografía e índice. «Cuando parece que un escritor tan grande como Cervantes está agotado siempre hay otra manera de verlo», explica el autor en su despacho de la RAE. Tras escribir Cervantes (Crítica), afirma: «Lo admiro más que antes».

—¿Qué perfil humano trazaría de Cervantes?

—Era un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra, con muchas virtudes y una capacidad de encaje de la adversidad encomiable, porque le pasaron muchísimas cosas malas, y con una inteligencia proverbial, fuera de lo común. Una capacidad de mirar la sociedad de su tiempo inaudita, una finura en la crítica de las cosas que le rodeaban sobresaliente, clara, pero muy medida y cuidadosa para que no fuera insultante ni agresiva, con un gran respeto a las personas y a las instituciones. Era humilde, nunca tuvo dinero y cuando lo tenía se lo gastaba pronto.

—¿Qué fama literaria tuvo en su tiempo y cómo se acogió la publicación del «Quijote»?

—Su obra hasta la aparición del Quijote tuvo escasa repercusión. Como autor de teatro él mismo dijo que era imposible desbancar a Lope de Vega porque era un monstruo de la dramaturgia. Y se tuvo que dedicar a otras cosas, afortunadamente. No había escrito grandes cosas hasta que aparece el Quijote. Es una obra de madurez, escrita cuando era casi sexagenario, y que desborda por completo al autor. La fama la obtiene el Quijote, se ensalza la obra, no tanto al autor. Incluso algunos contemporáneos se olvidaron de que detrás había un escritor. Eso explica que hubiera muchas ediciones del libro y ninguna biografía del autor. Siempre quedó en un segundo plano con respecto al libro.

—¿Qué le influyó más en su literatura: su vida novelesca —fue soldado, combatió en Lepanto, estuvo preso cinco años en Argel con unas condiciones de vida infames y luego en España otras tres veces, etcétera— o sus muchas lecturas?

—Cervantes era una persona culta y muy leída, no hubiera sido tan gran escritor sin tantas lecturas. Pero, ante todo, escribe de la sociedad de su tiempo, tiene la mirada puesta en lo que ocurre a su alrededor y es lo que cuenta, pertrechado de su erudición, lo que está viendo. Su fuente principal es la sociedad de su tiempo, pasada por sus vivencias. Por otro lado, no se puede escribir así si uno no tiene una vida detrás muy rica. Pero es que, además, era un genio.

—¿Qué ideas tenía?

—Algunos consideran que sus ideas religiosas eran más bien erasmistas, pero yo creo que era un católico tridentino que siguió las directrices de la Iglesia. Desde el punto de vista político, hay gente que ha leído el Quijote pensando que era una crítica de la monarquía. Yo veo que hay una crítica muy importante a su época, a la manera de legislar y juzgar, no directamente contra la persona del rey, pero sí contra el sistema jurídico-político, porque era corrupto, fabricaba muchas leyes innecesarias y juzgaba con mucha arbitrariedad. En su obra aparecen expresiones de esa corrupción, que denuncia de manera inteligente e irónica para evitar ser perseguido.

—¿Era feminista para su época?

—En su obra hay manifestaciones muy favorables a la libertad de la mujer y la equiparación con el hombre, mujeres que declaran que no están dispuestas a someterse a la voluntad del varón. Pero también hay descripciones de las que se pueden deducir que no era rompedor en ese sentido, sino que se atenía a las costumbres y leyes de su tiempo.

Enemistades por celos ante una obra como el «Quijote»

Cervantes tuvo muchos enemigos a lo largo de su vida.

—Unas enemistades provienen del tiempo que estuvo preso en Argel, donde hubo muchas situaciones límite. Y a su regreso a España no trajo buena fama, porque si no es así no se puede explicar por qué el rey, al que había dedicado tanto tiempo a servir, no le dio prebendas o cargos. Las enemistades de su vida de escritor proceden de que ya sexagenario escribe el Quijote, una obra monumental, sorprendente y asombrosa que nadie esperaba que pudiera hacer. Y muchos que se habían creído superiores ven que de pronto los desbanca. Los celos entre escritores son de los más reseñables de la historia. Sus relaciones con Lope de Vega fueron buenas al principio, con elogios mutuos, pero hubo un conjunto de malentendidos, menosprecios y envidias que las tornaron malas.

—El dominico Juan Blanco de Paz, que estuvo cautivo con él en Argel, lo llegó a acusar de prácticas homosexuales.

—Sí, provocó que Cervantes hiciera un informe público de limpieza de su conducta en el que preguntó a los que estuvieron encarcelados con él, que dijeron que fue ejemplar y generoso y que Blanco de Paz era un malvado. Es una acusación que desechó la gente de su tiempo, pero que utilizan algunos ensayistas actuales para subrayar ese aspecto escabroso.

—Su entierro no fue el de un hombre tan destacado. ¿Por qué?

—Porque murió famoso, pero pobre, y porque sus mecenas tampoco fueron lo suficientemente generosos, como sí ocurrió en el entierro de Lope, que fue suntuoso.

—En un momento dado pidió al rey ir a las Indias, pero se lo denegó. Si hubiera ido, ¿nos habríamos quedado sin el «Quijote»?

—Es imposible saberlo, pero mejor que no fuera porque probablemente se hubiera hecho rico, que es a lo que iba la gente, y esa obra requiere mucho trabajo y es difícil que un rico se lo dedicara.