Gloria Trevi: «No es que me guste coquetear con el pecado, pero la carne es débil»

CULTURA

Hecha, deshecha y rehecha, la cantante mexicana se confiesa en un momento de inusitado esplendor en lo artístico y en lo personal. La pasada semana publicó «Isla divina», el decimotercer álbum de su carrera, pero el primero tras la pandemia. Y quiso que se notase

10 may 2022 . Actualizado a las 08:59 h.

Sube, Soy lo que soy, Nos volvimos locos, Él se equivocó, Sangre caliente, Grande... No hace falta mucho más que repasar los títulos de las canciones de Isla divina para aventurar, sin temor a equivocarse, dónde situar los orígenes del disco, cuáles son sus intenciones y hasta qué punto tiene que ver con el momento emocional y artístico de Gloria de los Ángeles Treviño Ruiz (Monterrey, México, 1968).

El decimotercer disco en la trayectoria de Gloria Trevi bien podría ser el que la aupara de nuevo al Olimpo del divismo latino, si es que alguna vez se apeó de él. «Isla Divina es una producción que te lleva a reconectar con el mundo que mereces y con la persona que realmente eres», comenta Trevi. En su caso, una persona que desborda energía, expresividad, sensualidad, positivismo y emoción. Una persona que en cada frase, en cada canción y en cada gesto se reivindica a sí misma. Y a los suyos, como en el caso de Justo como eres, una canción que dedica a su hijo, víctima de acoso escolar.

En lo musical, como no podía ser de otra manera, tratándose de Gloria Trevi, Isla Divina es un puro torbellino, una incontenible explosión de ritmos bailables, oportunamente atemperados por alguna balada que además invita a la reflexión. Porque nada en un disco de Gloria Trevi aparece porque sí. Todo tiene un sentido, todo un porqué. Y en muchos casos, también un para qué.

En los doce cortes del disco tienen cabida varios ritmos latinos y tropicales (salsa, bolero, bachata...), ritmos urbanos, pop, rock y hasta flamenco. Para acabar con un himno lleno de épica, como es Grande, cantado a dúo con Mónica Naranjo.

Hacía tres años que Gloria Trevi no publicaba un disco completo. Desde antes de la pandemia. Y ha querido que ese espíritu pospandémico y arrebatadoramente festivo tuviera un reflejo directo en estas canciones. «Esta vez estoy superemocionada, agradecida, nerviosa... De todo un poco», confiesa desde Puerto Rico en una entrevista por Zoom.

—La última vez que tuvimos ocasión de hablar contigo, en julio del 2021, nos adelantabas que en tu nuevo disco habría pop, latino, urbano, e incluso un poco de flamenco. ¿Has cumplido con tu palabra? ¿Hay todo eso?

—Hay todo eso y más. Para este disco trabajé con varios productores de distintos lugares y dejé que cada canción tuviera su personalidad según el productor y la esencia de cada tema. Y cuando se entrelazan tantos sentimientos y tantos corazones, es muy lindo. Es, no como cuando tienes relaciones sexuales sino como cuando haces el amor. Es como si todo fuera un ser que toma vida. Es hermoso. Por ejemplo, el sencillo que salió con el disco, Él se equivocó, es una de esas canciones que las bailas en la fiesta después de tomarte dos o tres tequilas. [Empieza a cantar]: «Él se equivocó, se fue con la otra / Dejándola sola con este amor / Se fue con la mala / La que no lo amaba, la que lo engañó». Y empiezas a llorar, pero a la vez a desahogarte. Después, hay otras como Ensayando cómo pedirte perdón, que es una balada clásica pero con power. Cuando canto esa canción en los conciertos, es que me puedo morir. La gente la corea como si fuera un clásico, como si fuera una canción que llevo años cantando. Cuando digo [canta] «Y aquí estoy con el valor de pedirte perdón», y toda la gente lo grita... Bueno, me emociono muchísimo.

—¿De dónde nace esa conexión con el flamenco que dejas de manifiesto en «La recaída»?

—Viene de mi madre, que me cantaba canciones de Joselito. [Canta] «Quiero morir a tu vera / Te lo juro madre mía». Y yo adoro a mi madre.

—Siempre te muestras muy poderosa en las letras de tus canciones pero, al mismo tiempo, nunca escondes que te han hecho mucho daño. Es como si tu fortaleza naciese, precisamente, del dolor.

—Es que no se canta igual una canción como Todos me miran si no has mordido el polvo. Si tú dices [canta]: «Tú me hiciste sentir que no valía», inmediatamente en ese momento hay gente que conecta con esa canción, que conecta esas palabras con alguien, con algún momento o alguna imagen de su propia vida. Y es entonces cuando digo con poderío: «Y todos me miran» y el público se viene arriba. O cuando canto: «Me hiciste daño / abusaste porque me faltaban años». Tienes que poder cantar el recuento de los daños, desahogándote o llorando, para después poder decir [vuelve a cantar]: «Y ahora que soy grande, rica, dura, fuerte y poderosa».

—Sabemos que mordiste el polvo en el pasado, pero ¿lo sigues mordiendo a día de hoy?

—Es que no sé. Soy intensa, soy apasionada y entonces... Como que me gusta el drama [se ríe]. Tengo que reconocerlo, a veces a mi marido le hago teatros: «Ay no, es que esta semana no me has traído flores! ¡Se acabó el amor!». Después nos reímos mucho.

—Cuando hace un año hablábamos de este disco, decías que iba a tener «un beat bien pecador». Da la sensación de que muchas de las cosas que tienen que ver contigo están cerca del «pecado». ¿Te gusta coquetear con él?

—¡Ay! Tú me pones en problemas [se ríe]. No es que me guste coquetear con el pecado, pero es que la carne es débil. La tentación, la noche oscura, los placeres... todo eso me atrae. Soy muy humana.

—¿Y rencorosa? ¿Ese dolor del que hablas en algunas de tus canciones, permanece en ti o lo expulsas precisamente cuando cantas?

—No, no soy rencorosa. No guardo odio por mi pasado. Fundamentalmente porque no soy una persona del pasado. Soy una persona del futuro. Pero el dolor se transforma en canciones y es inevitable que cuando canto alguna de estas canciones y alguien se conecta conmigo con la mirada, con sus lágrimas, siento su dolor. Lo sufro, lo hago mío. Mira, en este disco hay una canción muy íntima, muy personal, que se llama Justo como eres, y que la escribí por la experiencia de uno de mis hijos que había sufrido bullying. ¿Y por qué lo sufría? Pues porque es un niño muy auténtico. De esos que sueltan la carcajada, que se emociona, que ama a los animales, que expresa sus sentimientos. Y cuando él se abrió conmigo y me contó lo que le pasaba, me vi en él. Vi a la Gloria Trevi de los 90. Y es por eso que esa canción, que tiene un ritmo como de trap, dice [canta]: «Me gustan tus líneas, tus cicatrices, tu falta de curvas, tus ojos tristes, tu sonrisa natural. La geometría aquí da igual». Porque lo que tú crees que son tus defectos, no lo son. En realidad son lo que te convierten en único.

—En muchas canciones trasladas mensajes de «sé tú misma», «sé fuerte», «no dejes que te controlen». Mensajes que, además de para los adultos, pueden ser muy positivos para niñas o adolescentes que se estén sintiendo acosadas por sus parejas.

—Me gustaría que así fuera. Yo hablo de lo que viví. Y aunque en su momento yo era rebelde —bueno, lo sigo siendo [suelta una carcajada]—, a veces la vida hace que te comas tus propias palabras. Yo ahora hablo desde la autoridad que me da el conocimiento de la experiencia de haber vivido determinadas situaciones. Y hablo, sobre todo, con mucha empatía hacia la gente joven. Yo no te quiero decir que doy buenos consejos porque no pretendo nunca ser maestra de nada. Soy mamá de dos hijos y te aseguro que estoy siempre luchando por ser una buena madre. Porque no me creo que lo sea. Quiero serlo.

—¿Eres siempre el alma de la fiesta, como dices en «Ábranse perras»?

—Nada más que por medio de la música, porque trabajo mucho, mucho. Hace unos días estaba participando en los Latin American Music Awards, en Las Vegas, al día siguiente tuve dos presentaciones en México y de allí salí corriendo para Puerto Rico, desde donde estoy haciendo la promoción del disco. Así es siempre mi vida.

—¿Te veremos en España en la gira de «Isla Divina»?

—Sería maravilloso. España me ha dado siempre mucha buena suerte y muy buena vibra. Pero primero voy a ir a Marbella a hacer un concierto en el Starlite con Mónica Naranjo, el 6 de agosto. Era una deuda que teníamos las dos desde que cantamos a dúo la canción Grande. ¡Ay, qué emoción! Les voy a cantar de todo. Algo del disco nuevo y muchas de las canciones de toda la vida que teníamos pendientes con España. Les garantizo que va a estar bien chingón.