El truhan que conquistó América

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Julio Iglesias en 1983 premiado con los discos de oro y platino por vender 2.300.000 discos
Julio Iglesias en 1983 premiado con los discos de oro y platino por vender 2.300.000 discos

Un libro revisa cómo Julio Iglesias llegó a lo más alto en Estados Unidos

12 jun 2022 . Actualizado a las 09:52 h.

La escena la recuerda Fernán Martínez, el jefe de prensa de Julio Iglesias. Ambos se encontraban en un restaurante. El cantante le indicó que se fijara en lo atractivo que era el camarero. Luego, advirtió que el barman también era muy guapo. Igual que el cliente sentado en una mesa. Cuando Martínez ya estaba desconcertado, Iglesias le dijo: «Todos esos hombres son más apuestos que yo, más guapos y atléticos... pero ¿sabes a quién están mirando las mujeres? ¡A mí, me miran a mí! Y ese es tu trabajo, que crean que este tipo de piernas delgadas, al que comienza a faltarle el pelo y con una piel nada especial, es el más atractivo del mundo. De que piensen eso depende que tú y yo comamos».

La conversación, recogida en Hey, Julio Iglesias y la conquista de América (Contra) de Hans Laguna, muestra solo uno de los prismas que el músico cuidaba de manera obsesiva en los años en los que penetró en los Estados Unidos. Su obsesión por la estética queda perfectamente reflejada en las páginas. Siempre se las ingeniaba para salir con el lado bueno (derecho), incluso cambiando la posición habitual del entrevistador (lo hizo con Jesús Quintero y Larry King). Y, por supuesto, nada de fotos en las que apareciera «alguien más joven, más alto o más guapo que él», como certifica su jefe de prensa.

En el marco temporal que abarca el libro — entre finales de los setenta y la primera mitad de los ochenta— Iglesias pretendía colar ese atractivo en Estados Unidos. Era la tarjeta de presentación de una propuesta artística que adaptaba el estilo crooner a lo hispano. De hecho, el eslogan «el Frank Sinatra latino» le acompañó esos años. Al respecto, Laguna hace un pormenorizado repaso a sus cualidades vocales dentro de una voz limitada como la suya. También analiza el dominio de la puesta en escena. Y subraya su inteligencia en el trato con los medios . Todo ello lo convirtió en el primer artista no anglosajón que triunfó a lo grande en Estados Unidos.

Pero obviamente, hubo algo más. Ahora que se está viendo en tiempo real la ascensión a los cielos de Rosalía, este libro no solo viene a reivindicar que Julio Iglesias logró todo eso antes, sino que muchas de las tácticas de márketing de la artista de El mal querer ya las explotó anteriormente el interprete de Hey! CBS, la principal discográfica del mundo en aquel entonces, quería romper las fronteras entre el público latino y no latino en Estados Unidos. El músico español se convirtió en su gran baza. Con Ramón Arcusa (Dúo Dinámico) componiendo para él e instalado en Miami, un Iglesias recién divorciado de Isabel Presley se presentó como el canalla de sonrisa eterna y encanto irresistible. Un galán que se mostraba como tal en la prensa social pero que, a su vez, desplegaba un atrayente aura de humildad al pedir paso.

Cada una de sus intervenciones en la televisión americana es repasada concienzudamente por Laguna. Destaca la habilidad de Iglesias a la hora de lanzar los mensajes que le convenían para aparecer como un irresistible producto en el escaparate del pop. Además de Alfredo Fraile, su legendario mánager, trabajaban para él agencias de comunicación. Lograron portadas de las revistas más famosas, engrasaron radios para que sonasen sus canciones y lo empujaron a lo más alto de las listas. Cantando ya en inglés, siendo imagen de Coca-Cola (el mismo estatus que Michael Jackson, que era la de Pepsi), haciendo duetos con figuras como Willie Nelson o Diana Ross y fotografiándose al lado de Ronald Reagan quedaba plasmado su éxito. Después vendría la caída. Pero eso queda fuera de este volumen.

«Fue mucho más grande de lo que hoy es Rosalía»

Hans Laguna (filósofo y músico que actualmente acompaña a Nacho Vegas) reconoce que se había pasado una buena parte de su vida ignorando a Julio Iglesias. Hasta que en 2016 participó en un programa de TVE. Tenía que tocar Manuela. Revisando el material original, entró en la selva musical del artista que tenía «¡casi 80 álbumes!». Frente a ello —y pese estar al nivel de ventas de The Beatles o Elvis Presley— no existían escritos sobre la música del artista. «Basta decir que encuentro más reseñas de mis discos que de los de Julio, y eso no que no paso de ser un músico independiente con un puñado de escuchas en Spotify», dice.

—¿Puede darse la paradoja de que Julio Iglesias es un artista infravalorado por la crítica?

—Sí. Mi propósito es analizarlo y mostrar que es un icono cultural y sociológico muy importante. Realmente, nadie se lo había tomado en serio, más allá del personaje de prensa del corazón. En Estados Unidos le dieron un Grammy honorífico a toda una carrera. En España eso está lejos.

—¿Julio Iglesias llegó más allá de lo que hoy es Rosalía?

—Hay diferencias generaciones, pero a juzgar por los datos Julio Iglesias sí que fue mucho más grande de lo que hoy es Rosalía. Es el artista vivo que más discos ha vendido. No se trata de hacer una competición, pero él firmó en su día un contrato más grande que el de Michael Jackson y dio una gira de 70 conciertos en Estados Unidos arrasando. Es otra historia. Estaba en el primer nivel. A Rosalía aún le falta.

—Dice que es un gran cantante.

—Parte de la mala prensa que tiene es porque, en realidad, de dice no tiene buena voz y es solo un producto de márketing. Me interesaba empezar el libro destacando que es un buen cantante. Lo que ocurre es que su manera de cantar y sus aptitudes no son tan obvias y no encajan con lo que se considera un buen cantante a nivel popular. El hacía cosas muy difíciles que pasaban desapercibidas. Su mérito era hacer que pareciese fácil.

—¿La historia de «hombre hecho a sí mismo» fue clave en América?

—Julio Iglesias penetra en Estados Unidos en plena era Reagan con una filosofía muy de meritocracia. Entonces el relato de self-made man está sintonía total. Pero, si tengo que elegir un elemento fundamental de su triunfo es el de latin lover deluxe.

—¿Sería posible hoy algo así?

—No, eso es muy de una época. Hay un montón de elementos que solo se entienden ahí.