Åsa Larsson: «Estoy horrorizada por el auge de la ultraderecha en Suecia»

CULTURA

 Larsson cierra la serie de seis novelas de la investigadora Rebecka Martinsson, un trasunto de la autora.
Larsson cierra la serie de seis novelas de la investigadora Rebecka Martinsson, un trasunto de la autora. Orlando G. Boström

La autora se convirtió con «Aurora boreal» (2003) en una voz poderosa dentro del bum de la novela negra escandinava. Ahora regresa tras diez años de silencio

23 sep 2022 . Actualizado a las 12:38 h.

Rebecka Martinsson, la protagonista de la serie de novelas negras de Åsa Larsson (Upsala, 1966) regresa tras diez años de silencio. Pero vuelve y se va, porque Los pecados de nuestros padres (Seix Barral) será la última aparición de esta fiscala que se dedica a investigar crímenes.

­­— ¿Por qué ha estado diez años sin publicar una nueva entrega de su serie protagonizada por Rebecka Martinsson?

—Mi hijo a los 11 años dejó de leer, quería saber por qué de repente no leía. Me di cuenta de que faltaban libros para chavales jóvenes. Así que publiqué, junto a Ingela Korsell, una serie de 10 libros llamada Pax, para niños de 10 a 12 años, y conseguimos que mi hijo volviera a leer. También escribí guiones para televisión.

—¿Es más fácil escribir novela juvenil que novela negra?

—Es más fácil escribir para adultos, puedes utilizar los elementos que quieras, emplear un lenguaje más difícil y siempre habrá lectores que lo acepten. Los niños y los jóvenes son más exigentes. En ese sentido ha sido un placer volver a Rebecka.

—¿La ha echado mucho de menos?

—Sí, y ya la echo de menos otra vez porque es su última novela.

—¿Por qué ha decidido poner fin a la serie?

—Creo que para desarrollarme como escritora tenía que ser lo suficientemente valiente como para saber parar y hacer otra cosa. Mi ambición es escribir buena literatura. Acabar la serie de Rebecka, que ha sido un éxito, me ayuda a crecer como escritora, que es lo que intento hacer.

—¿Sabe ya lo que va a hacer ahora que sea distinto?

—No lo sé todavía. Ahora me siento libre y espero una buena historia. Cuénteme una y yo se la escribo.

—¿Cómo es la Rebecka que se van a encontrar los lectores en su sexta novela?

—Creo que ella se encuentra en este libro atascada y se da cuenta de que ha tocado fondo. Tiene que empezar a plantearse cosas, a hacerse preguntas, a pensar por qué repite patrones una y otra vez. Se da cuenta de que es ella quien tiene un problema y no el resto del mundo. En esta novela reúne las fuerzas y las ganas de cambiar.

—¿Qué perfil haría de este personaje? ¿Cómo es Rebecka Martinsson?

—Yo diría que Rebecka es muy trabajadora, una persona que se valora a sí misma a través de sus logros, sobre todo en el terreno profesional. Pero ahí es donde se queda atrapada y gasta un montón de energías intentando resolver casos de asesinato, todo lo que le cae sobre la mesa. Pero, aparte de su trabajo, tiene muy baja autoestima en su vida personal.

—¿El título de la novela remite al peso del pasado y de la familia?

—Aunque a veces no nos demos cuenta, nos formamos como personas a través de ese pasado de nuestros padres y abuelos, incluso de un pasado que en ocasiones no conocemos. Lo titulé Los pecados porque es un término bíblico, pero podemos hablar de los traumas, de las dificultades que vivieron, todo lo heredamos. Si no nos enfrentamos a ello y no lo hablamos ni lo procesamos, se lo pasaremos a nuestros hijos, de generación en generación.

—¿Por qué eligió la especulación inmobiliaria como uno de los ejes de la novela?

—Porque es el crimen perfecto para Kiruna, donde la ciudad minera antigua se ha quedado vacía, es una ciudad fantasma, no hay nada, y se ha construido una nueva. Es una tentación muy grande para el crimen organizado. Para mí, Kiruna es un personaje más de la novela, muy importante, y una víctima en sí misma.

—El nombre del personaje de Rebecka Martinsson es un homenaje a Martin Beck, el protagonista de las novelas de Maj Sjöval y Per Wahlöo.

—Sí, nadie sale de la nada, ningún autor surge de la nada. Sjöval, Wahlöo, Mankell, Stieg Larsson, Liza Marklund… nos han abierto tantas puertas a todos nosotros, nos han inspirado y han iniciado un legado que los autores que llegamos después llevamos encima.

—En estas seis novelas hay también un mensaje político implícito. ¿Es usted una mujer de izquierdas y feminista?

—Soy una socialdemócrata de corazón y creo mucho en la igualdad, económica y entre géneros, por supuesto.

—¿Cómo valora la irrupción en las recientes elecciones del partido de ultraderecha Demócratas de Suecia como segunda fuerza política?

—Como mucha gente en Suecia, no he salido del asombro, estoy en shock, horrorizada. Pero eso se aplica también a otros países, no está pasando solo en Suecia. Es una amenaza para Europa.

—¿Cómo explicaría el caso concreto de su país?

—La gente cada vez sigue menos las noticias en periódicos y televisión, se centran en sus redes sociales, se nutren de las mismas fuentes. Además, creo que cuando la brecha económica se ensancha y crece la desigualdad, cuando la red de seguridad social se debilita, es un caldo de cultivo perfecto para que quienes están descontentos opten por soluciones simplistas.

—Suecia es el segundo país de la UE con más muertos en tiroteos, tras Croacia. Esto está muy alejado de la imagen del paraíso sueco que tenemos en España.

—No existe la sensación de miedo de caminar por Estocolmo de noche, pero sí hay problemas de crimen organizado. Que nos saquemos de encima a los inmigrantes, evidentemente no es la solución al problema.

—Qué opina del linchamiento político y mediático de la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, por divertirse con amigos en una fiesta privada.

—A las mujeres se las juzga mucho más duramente que a los políticos hombres. Bailaba con amigos en una fiesta privada, ¿por qué no puede tomarse un respiro en su trabajo? Es una persona joven, ¡venga ya!