Lila Downs: «Las mujeres aún no somos libres para expresar la verdad»

CULTURA

Arrebatadora, colorista y comprometida, la mexicana hace bandera de la defensa de sus raíces y de las culturas y colectivos minorizados.

07 oct 2022 . Actualizado a las 13:39 h.

Un premio Grammy y seis Grammys Latinos es la abrumadora carta de presentación en lo musical de Lila Dows. Pero de pocas artistas se puede decir que eso casi es lo de menos. Hija de indígena mexicana y padre angloamericano, Lila Downs trasciende con creces de su arrolladora personalidad, de su poderosa vertiente artística y de su singularidad estética para convertirse en un icono frente la injusticia social, la defensa de las causas de las de mujeres en Latinoamérica, la de los pueblos indígenas, de las lenguas exlcuídas, la culturas minorizadas o la comunidad LGTBI.

Solo desde esa concepción global se entiende a esta apasionada y apasionante mujer que, jovial y extrovertida, nos atiende desde Viena, instantes antes de su prueba de sonido.

­—¿De dónde le nace ese fuerte compromiso con sus raíces, también en lo musical?

—De la raíz y de la tierra nacemos todos. La raíz es nuestra historia, por mucho que algunos personajes pretendan olvidarse de ella. Lo cual es muy peligroso.

—¿Por qué cree que son las mujeres las que más lo están poniendo en valor?

—Yo creo que no es algo nuevo, pero ahora nos pasan más el micrófono. Eso no necesariamente significa que seamos libres aún para expresar la verdad, pero creo que hay un diálogo mayor y que la sociedad ya mira a las chicas jóvenes con más respeto.

—«Respeto», precisamente, la palabra que lleva tatuada en su brazo.

—Sí. Es algo que me inculcó mi madre desde niña. Que te puedes dedicar a lo que quieras, pero siempre con el respeto por delante. Y desde esa visión yo confío en llegar a un lugar mejor como sociedad y como humanidad.

—Hace no mucho una artista me dijo que no hay nada más radical ni más moderno que las músicas de raíz. ¿Está de acuerdo?

—Sí, claro que sí. De hecho lo escucho en las grabaciones de músicos que están en sus veintes. La gente ya quiere escuchar algo más acústico, que suene como si fuera en vivo. Hemos tenido una gran difusión del reguetón y de todos estos géneros que parten del Caribe y de la tecnología. Y aunque hay elementos en esa música que me encantan, también soy crítica hacia ellos. Se volvieron ricos y cambió todo.

Tener éxito es el principal peligro del éxito. Pero, por otra parte, se está volviendo a una visión de la música que parte solo de la raíz. Artistas como Manu Chao están volviendo a foros pequeños y en formatos acústicos. Yo creo que mi siguiente grabación va a ir por ahí.

—Ya que cita a Manu Chao, fue toda una sorpresa que incluyese una versión de «Clandestino» en tu último disco.

—Es que creo que tenemos mucho en común. Esa cercanía de los pueblos. Él anunció que iba a hacer una serie de conciertos en pueblos y a mí me encantó esa idea, porque yo soy de pueblo también.

Sé que es difícil para mi equipo de producción porque ellos llegan queriendo hacer algo como se espera en las grandes ciudades. Para mí es un reto convencerlos de que tenemos que aceptar ciertas condiciones y ¡vámonos! Vamos a disfrutar lo que ofrece un lugar de raíces: la calidad de las bebidas originarias, de la comida... Son otros sabores, porque tú estás ahí con el campesino que lo cultivó. Y eso tiene una importancia muy grande que yo quiero compartir.

—Y de Galicia y de la Fiesta del Marisco, ¿qué espera?

—¡Uy! eso tiene también que ver mucho con la comida (se ríe). La última vez que estuve en Galicia me explicaron como se pescan los mariscos y es fascinante. Para los pueblos es muy importante tener un símbolo gastronómico como puede ser el marisco, porque en torno a él surge como un movimiento social alrededor que nos apasiona. ¡Tenemos que proteger todo eso!

—Le escuché decir en una entrevista reciente que no hay que tener miedo a sentir rabia u odio. ¿Qué situaciones le provocan ese tipo de emociones?

—Pues mira, yo he sentido odio por gente como Trump. Pero todos tenemos la oportunidad de tener terapia frente al odio y la rabia. Si no puedes pagarle a un terapeuta, puedes hacerla por medio de la poesía, el ejercicio, la danza, las artes... Mi madre siempre me decía «el odio no es bueno, no debes sentirlo». Pero yo creo que esa no es la manera de abordarlo.

—¿A usted la música le sirve como terapia?

—La música es muy importante para mí. Noto que cuando dejo de cantar unos meses, algo muy peligroso pasa dentro de mí y necesito una botella para poder calmarlo (se ríe). Entonces, como tengo hijos pequeños, digo «mejor me voy a cantar».

—Su estética está cargada de simbologías. ¿Qué quiere transmitir con ella?

—Belleza. Por medio de la belleza y de la estética nos conectamos con los demás y el subconsciente nos lleva como por un túnel... Es un ejercicio un poco psicodélico, porque a veces no eres ni consciente de ello, pero elegir una determinada estética cambia tu actitud hacia muchas cosas.

Lila Downs se presenta en un concierto gratuito en el Recinto Festa do Marisco de O Grove el 9 de octubre a las 22.00