Sandra Barneda: «Al dejar los informativos y empezar a hacer 'realities' me decían que no volvería a los temas serios, y volví»

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Carlos Ruiz B.k.

Tras quedar finalista del Planeta en el 2020, la presentadora publica ahora «Las olas del tiempo perdido». Recorremos con ella los principales escenarios de la novela

09 oct 2022 . Actualizado a las 09:58 h.

A 30 kilómetros de Santander, el cabo de Ajo se asoma al Cantábrico desde el punto más septentrional de España. A lo lejos, el ferri de Plymouth enfila la costa peninsular mientras Sanda Barneda (Barcelona, 1975) explica a los pies de un faro coloreado por Okuda por qué escogió este lugar para reunir a los personajes de su nueva novela, Las olas del tiempo perdido (Planeta). Tiene debilidad por el medio líquido, por el aire salado, por el filo del acantilado. Tras recorrer en bici durante más de una hora los espectaculares escenarios de esta historia sobre veranos de infancia y amistades que un día creímos eternas dice que el mar ingobernable y el vértigo del paisaje resultaron perfectos para reflejar «la emocionalidad» del relato.

María Viñas

—Hubo novela en el Ampurdán [a punto de convertirse en serie para Apple TV+ con Carmen Maura y Eva Longoria], y en el valle del Tiétar, al sur de Ávila. Ahora, en la costa cántabra. ¿Tendremos alguna en Galicia?

—Me encantaría. Tengo un cariño especial a Galicia, una de mis amigas, que murió de cáncer con 39 años, era gallega, de Vigo. No sé, a lo mejor me planteo hacer una historia en un camino de Santiago; algo me gustaría, sí.

—¿Son más especiales los amigos que llevan ahí toda la vida?

—Son los que te recuerdan quién eras, y quién eres en esencia. Cuando se producen reencuentros da igual las capas que tengas de vida, vuelves a ser esa niña que en realidad no te ha abandonado nunca. En esta novela, los personajes deciden detener la vida por lo que les ocurre, por una muerte inesperada, y al final se dan cuenta de que pueden parar la vida, pero no el tiempo, que las decisiones que se toman nos van desgastando. Todos llegan 20 años después con cuentas pendientes y silencios, pero también con todo el cariño que siguen teniéndose.

—La infancia como verdadera patria en la que refugiarnos.

—Es nuestro nutriente, nuestro ADN. Hay que reconciliarse, sanar, saber quiénes somos y aceptarlo. No existe infancia sin traumas y nos pasamos toda la vida de espaldas a ella, pero los traumas son importantes, porque son los que te ayudan luego a ser como eres. Puede ser un momento que ni siquiera tú sepas que se te ha quedado ahí enquistado y que emocionalmente haya sido un socavón en tu vida. Tenemos que volver a estar abiertos a la vida. Hay que permitir que nos perfore, para bien y para mal.

Carlos Ruiz B.k.

—Habla de sanar. ¿Curan todas las heridas o  simplemente se aprende a vivir con ellas?

—Yo creo que tienen que sanar, y por sanar también entiendo aceptar. Hay que sanar y hay que aprender a vivir con ello, pero sanando, porque uno puede vivir con algo dándole la espalda, pero se crea un ancla que no le deja avanzar. En realidad sigue ahí, en el rencor, en la ira, en el cabreo, en el victimismo. Cuando sana, que es cuando se puede hablar de ello, es cuando se acepta, cuando se puede seguir adelante. Si no, solo lo simulas, pero te has quedado ahí.

—¿Qué pretendía con esta historia?

—Quería hacer un homenaje a la amistad, a todos mis amigos, a aquellas personas que han pasado por mi vida y que estuvieron ahí, aunque ya no tenga contacto con ellas, a los que han sido mi sostén en momentos complicados. Lo primero que me planteé fue el reencuentro de personajes, y a partir de ahí fui tirando del hilo. Investigué y descubrí que cuando pasa algo traumático en el seno de un grupo de amigos o de una familia, un porcentaje muy elevado, como el 90 %, acaban separándose, porque no pueden sostener la culpabilidad.

—¿Cómo le cambió la vida haber sido finalista del Premio Planeta en el 2020?

—Mucho, porque pasé a formar parte de un grupo selecto de escritores. He intentado que no me condicionase, porque no puedo escribir con ese peso, con esa responsabilidad y más con el éxito que tuvo el libro premiado, Un océano para llegar a ti. Pero sí me situó en un lugar determinado. Tengo que decir que desde mi primera novela la crítica literaria siempre me ha tratado muy bien. Yo creo que forma parte de una buena evolución y espero seguir creciendo como autora.

María Viñas

—Alrededor del último galardón de Planeta se generó el año pasado una sonada polémica cuando se reveló que tras el seudónimo femenino Carmen Mola estaban tres hombres: Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero. ¿Qué opina de esto?

—No encuentro la lógica de la polémica. Soy amiga de uno de ellos, de Jorge Díaz, y entonces a lo mejor pierdo la perspectiva. Le conozco bien y sé que no había ninguna mala intención. Son tres amigos que se conocen, que hacen series, que deciden escribir una historia y que no pensaban que lo iba a petar tanto. Hay que saber poner las cosas en su sitio y hay que evitar las polémicas donde al final los argumentos importantes se tapan con una narrativa que frivoliza todo lo demás. Lo importante no es que tres hombres se hagan pasar por una escritora y desvirtuar eso. De lo que tenemos que ocuparnos es de meter el foco en la violencia de género, en la desigualdad por géneros, todavía hay mucho trabajo que hacer y no podemos conseguir que ninguna narrativa contraria eclipse esa realidad social, en la que todos deberíamos estar. A mí lo que me preocupa es que no estemos todos ahí, en este discurso y en esa convicción de que tenemos que ser una sociedad mejor.

—El lanzamiento de la novela coincidió con el estreno de la quinta temporada de «La isla de las tentaciones», que usted presenta. ¿Ha temido en algún momento que por su faceta televisiva no se le tome en serio como escritora?

—En ningún momento. Yo empecé haciendo informativos y cuando lo dejé me decían: «Uy, te vas al entretenimiento, no volverás a hacer información». Y sí volví. Empecé a hacer realities, y me decían: «Uy, si haces un reality, no podrás volver a un formato serio». E hice un programa político, y ahora estoy de nuevo haciendo telerrealidad. Lo que nunca me gustó es que me dijesen: «Escribe un libro sobre esto». Les contestaba que el día que escribiese lo haría sobre lo que yo quisiese. Si haces las cosas por convicción, llega un momento en el que todo te da igual. Estamos tan expuestos a la crítica, para bien y para mal, que hay que relativizar.

María Viñas