«Halloween Ends», el final de la franquicia más longeva del cine de terror

josé luis losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

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En su notable escritura de guion, el filme que se pudo ver en Sitges se apunta como una bajada definitiva del telón o como una apertura a una «next generation»

15 oct 2022 . Actualizado a las 11:14 h.

Sería muy osado atreverse a firmar que pese a lo enfático del anuncio de despedida estamos ante la definitiva extinción del universo Halloween, el más longevo de toda la historia del cine de terror. Desde que John Carpenter lo inauguró en 1978 e inscribió su nombre como agitador y propagandista excelso de un estilo personalísimo dentro del cine de serial killers. Digo que de poco vale que la décimo tercera aparición del eternamente traumatizado Michael Myers se pregone como la conclusión definitiva. Porque ya hemos visto a esta franquicia dar señales de su naturaleza inextinguible. Como el propio Myers. Y reaparecer incluso cuando su mítica Final Girl, Jamie Lee Curtis decidió que ya había sufrido demasiado estrés y se echó al lado dejando a su asesino favorito sin pareja de baile. O cuando el gran Donald Pleasence, el Van Helsing de la función. se extinguió.

Halloween ha sobrevivido al cambio de siglo, de formas de producción y de modas o corrientes dentro del género. Conoció momentos muy bajos, con algunas secuelas casi de serie z que apenas se atrevieron a asomarse a la pantalla grande. Pero Universal decidió hace cuatro años apostar fuerte de nuevo por el asunto. Y encargó una trilogía aggiornada a David Gordon Greene, quien ha resultado un muy eficaz inventor de nuevos cauces para este campeón de los slashers necesitado urgentemente de sangre nueva. A Gordon Greene también le alteró radicalmente el rumbo de su carrera. Y pasó de ser el director de Superfumados a erigirse ahora como midas del terror que prepara ?simultáneamente- un remake de El exorcista y una serie basada en el Hellraiser de Clive Barker. Greene fue capaz de hacernos transitar por ese síndrome de Wendy que es ver a la otrora baby-sitter Jamie Lee Curtis convertirse en abuela. Y en Halloween Kills, realizada el pasado año, se atrevió a orquestar una salida de carril que prescindió por completo de las claves del slasher para derivar las calles de Haddonfield a un vibrante manifiesto anti trumpista filmado inmediatamente después de la toma del Capitolio por las hordas de seguidores suyos.

En Halloween Ends existe un retorno al reconocible terreno de la franquicia. Pero también con alguna licencia tan sustantiva como relegar al icónico Michael Myers a un rol secundario. Escuché al terminar la proyección que de eso se quejaban los forofos más apegados a las cuchilladas traperas de siempre. Sin caer en el spoiler, sí hay que decir que, en su notable escritura de guion, Halloween Ends se apunta como una bajada definitiva del telón o como una apertura a una next generation. Supongo que todo dependerá de cómo funcione en taquilla esta pesadilla americana que superó hace ya más de una década a films y secuelas tan estiradas como las de Pesadilla en Elm Street o Viernes 13. Si hay o no decimocuarto Halloween, con o sin Michael Myers, lo dejo a la libre interpretación de los especialistas que tanto han transitado por la noche de difuntos y los pasos del serial-killer que comenzó siendo un joven que solo quería impresionar a una canguro.

También en competición, la británica Medusa DeLuxe, primera película de Thomas Hardiman, es una propuesta que te genera bastantes expectativas al introducirse en un concurso de peluquería en medio del cual se ha producido un asesinato. Y es interesante el filme en sus decisiones estéticas, en la plasmación de ese universo kitsch. Y en la planificación del film a través de largos travellings muchas veces claustrofóbicos, que contrastan con el brilli-brilli de fantasía del entorno. Pero lo que debería ser whodunit (el subgénero de intriga detectivesca que trata de descubrir quién es el asesino entre varios aspirantes) o no funciona adecuadamente, o es que Hardiman rehuye los clichés y quiere hacer algo mucho más personal y deconstruido que no termina de salirle, aunque se agradezca la valentía de no caer en algo que lleve como título Hércules Poirot se hace la permanente.

Ya vistas las nada menos que 32 películas a competición en la sección oficial, solo queda por constatar que ninguna de las dos a las que este festival ha entronizado no estarán en el palmarés: una es Mantícora, la excepcional y perturbadora película de Carlos Vermut, obra de altos riesgos y sabias decisiones, que no se llevará nada porque no concursa y pasa por aquí au-dessus de la melée, después de quedarse a las puertas de Cannes y Venecia. Pero el eco de su entereza le va a hacer mucho bien en su complejo estreno comercial. La otra ganadora moral es Cerdita, el slasher extremeño de Carlota Pereda, que venía ya de triunfar en Sundance y pudo verse en San Sebastián. Además de salir en hombros en sus pases de público, Cerdita se ha llevado de Sitges el Premio Melies de Oro, que refuerza su triunfo reciente en el prestigioso Festival de Terror de Austin.