Bruce Springsteen se pone los zapatos del «soul» para difundir alegría de cara a la Navidad

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Bruce Springsteen
Bruce Springsteen MARIO ANZUONI

«Only The Strong Survive», su 21.º disco de estudio, se nutre de versiones y verá la luz el próximo viernes

09 nov 2022 . Actualizado a las 09:48 h.

Apareció ahí, como un inesperado rayo de luz al final del verano. Se trataba de Do I Love You (Indeed I Do), versión de la pieza grabada originalmente por Frank Wilson en 1965. Vibrante, eufórica y luminosa. Mostraba a un Bruce Springsteen tremendamente feliz, como un niño con zapatos nuevos. En ese caso se trataba del calzado del soul, los versos de amor deshaciéndose en la garganta y esos instrumentos de cuerda tan precisos como preciosos envolviendo la alegría. «Mientras haya vida en mí / Tu felicidad está garantizada / Llenaré tu corazón de éxtasis, por siempre, cariño», cantaba el Boss, abrazándose a la dicha y haciendo un acto de fe en los poderes reparadores de la música que le apasionó de joven. Era el adelanto de Only The Strong Survive, su 21.º disco de estudio que ve la luz el próximo viernes.

Si en la pandemia tiró de emotividad, corazón rock y un lenguaje propio con el sensacional Letter To You (2020), en esta ocasión Springsteen destensa el discurso y se da un capricho, regodeándose en temas ajenos. No es la primera vez. Con We Shall Overcome ? The Seeger Sessions (2006) ya tributó al folk mostrando a su público el itinerario claro hacia sus raíces. Ahora hace lo mismo con el soul, ese que eleva el alma y, cuando suena , hace que la vida sea mejor, aunque se trate de un espejismo. «Mi objetivo es que el público actual experimente su belleza y alegría, tal como yo he hecho desde la primera vez que la escuché», decía el cantante en la nota promocional del adelanto, amparado por una versión francamente deliciosa del tema citado.

El goteo de adelantos (el Don't Play That Song que cantó Aretha Franklin y el Nightshift que interpretaron The Commodores) ha generado disparidad de opiniones entre fans de Springsteen, devotos del soul y público roquero general. Ante ello hay que tener claro el carácter complementario de este álbum respecto a la discografía general. También que se trata de un acercamiento al estilo desde un personaje que, aunque lo quisiera, no va a poder dejar a un lado su personalidad. Y que en los últimos 15 años el Boss ha bailado de aquí para allá —que si un espectáculo autobiográfico de Broadway, que si un disco de clara orientación pop, que si un batiburrillo de descartes en forma de álbum, que si un elepé flojo, que si una joya inesperada— dejando claro que se encuentra en una fase en la que se deja llevar por lo que le apetece, sin la autoexigencia de la coherencia que parte de los fans le exigen.

El primero de una posible serie

En medio de ese movimiento constante, le tocó el turno al soul, inaugurando lo que parece ser el primer volumen de más que vendrán (así lo indica al decir «covers vol. 1»). Dejando a un lado la guitarra, Springsteen se centra ahora en la voz. La suya tiene feeling, desgarro y emoción a prueba de bombas. Pero carece del brillo que imprimían la mayoría de los astros de ese género que adora y que tanta influencia ha tenido en sus composiciones. Se trata, por decirlo de alguna manera, de un cantante mate pululando por refulgentes partituras con melodías de curvas perfectas y arreglos mágicos. Un acto de fan lleno de respeto y devoción.

Solo visto así —y quitándose ideas de lo que debería hacer el artista que solo generan frustración— se puede disfrutar de un disco apreciable en el que Springsteen se pone en la piel de algunos de los mejores cantantes de las historia con composiciones eternas, pero que no suelen aparecer en los The Best Of Soul. Es el caso del melodrama de The Sun Ain't Gonna Shine Anymore de The Walker Brothers, el prístino Someday We'll Be Together de Diana Ross & The Supremes o el rotundo When She Was My Girl de The Four Tops, entre otros. Reliquias de otra era pertenecientes a los catálogos de sellos como la Tamla Motown, Stax, Gamble y Huff, revisadas con el mismo toque contemporáneo desde el que artistas como Amy Winehouse miraba al pasado.

Para ello Springsteen ha contado con las colaboraciones de los vientos de la E Street Band, y las voces de Sam Moore, Soozie Tyrell, Lisa Lowell, Michelle Moore, Curtis King Jr., Dennis Collins y Fonzi Thompson. La producción corre a cargo Ron Aniello y la grabación tuvo lugar en Thrill Hill Recording en Nueva Jersey. Lujo, oficio y sabiduría para un álbum intrascendental en la trayectoria del Boss, pero que irradiará con su luz durante las próximas Navidades. A buen seguro, aparecerá envuelto en papel de regalo bajo muchos árboles la mañana del 25 de diciembre.